Como siempre, el Año Viejo murió despedazado,
sometido al escarnio público, devorado por el fuego implacable. Una fiesta de ricos y de pobres, en la cual
los primeros se bañan en carísimas bebidas espumantes, y los otros, los del
último escalón social, desesperados por
evadir la miseria, se intoxican con licor barato pero adulterado. Para
los unos, un chuchaqui de categoría, fácil de curar con un coctel de chequeras,
para los otros, el hospital o el cementerio Una semana atrás, los fuegos fatuos
de Navidad, con su ruidoso estallido de colores, alegraron los corazones
de los niños ricos, mientras los desheredados recogían las sobras del
festín para endulzar la Nochebuena de sus hijos. Por su parte, los pelucones de
las teletón, satisfechos de sus poses filantrópicas y demagógicas, se retiraban
a engullir el pavo navideño. Todo bajo las humildes evocaciones del
pesebre de Belén, que está a muchos años luz del Vaticano, sin que falte la
presencia de reinas y misses que prometen, invariablemente, trabajar por los
pobres, representantes como son de una monarquía de papel, en cuya cúspide
verdadera fulgura la estrella del norteamericano Donald Thrump, dueño absoluto
de ese suculento negocio denominado Miss Universo.
Ciertamente, nuestras reinas criollas pueden ser y
muchas veces son sinceras en su espíritu de solidaridad con los
desfavorecidos de la sociedad, pero el drama de la pobreza no se aprende por
correspondencia ni en los ejercicios dirigidos para triunfar en los torneos
galantes. Se lo conoce cuando los colmillos de la miseria se clavan en la carne
propia, o bien cuando se ha hecho carne y sangre de uno mismo la suerte
de los condenados de la tierra.
Pero bien. Dentro de
todo lo que tiene de farsa y de ilusión la celebración de estas fiestas, hay
un derecho universal, especialmente arraigado en los pobres. Es el
derecho a la esperanza, que hoy está presente en nuestra Patria, donde se ha
iniciado un camino de cambios reales, negado únicamente por los agentes del
pasado y los ciegos de conveniencia. Entre los pobres, vuelve la
esperanza.
_________________________________________________
P.D.
Le
invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está
a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis
Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario