El arribo de Lenin Moreno a Quito fue, de hecho, como candidato presidencial aclamado (aunque todavía no proclamado); lo prueban la entusiasta acogida en Tababela, el aplauso en las calles por donde pasaba rumbo a la concentración multitudinaria en la Tribuna Sur de la capital. Todos estos son signos del presentido triunfo en las elecciones de febrero próximo. El clamor colectivo de “¡Una sola vuelta, una sola vuelta!”, anuncia desde ya lo que tanto enfurece a la derecha y a sus congéneres electoreros de centro-izquierda: que la victoria será de un solo toque. Adiós cálculos y amarres para unificar a la oposición variopinta en la segunda vuelta, que no llegará.
Al volver a la patria, el histórico vicepresidente de Alianza País se ha mostrado noble y generoso al extender su mano a todos cuantos quieran sumarse al objetivo de juntar cabezas, manos y esfuerzos en nombre de los cambios que aún demanda la sociedad ecuatoriana, para terminar con las políticas excluyentes en la ciudad y en el agro. Los ciudadanos de a pie saben que
Lenin, hombre alegre, franco y de buen humor, no hace con este ofrecimiento una
propuesta demagógica sino profunda y real. Ahora habrá que ver quienes recogen
esa mano tendida por Lenin, como también habrá que ver la sinceridad de las
respuestas, pues bien conocido es aquello de que hay gente que, cuando uno les
tiende la mano, se agarran del codo.
Por otra parte, Lenin se muestra firme al advertir que su acción
gubernamental sería para afianzar el avance de la Revolución Ciudadana, si bien
bajo su propia formulación de que “habrá continuidad pero no continuismo”, lo
que avala sus reiteradas reclamaciones de autocrítica y rectificaciones, que
tanta falta muestran allí donde se han dado repetidos ejemplos de sectarismo,
burocratismo y débil transparencia.
Claro que la mano extendida por Lenin Moreno tiene por respuesta, en lo
que toca a una recalcitrante oposición al “correismo”, una venenosa y diaria descarga
de maledicencia , calumnias y menosprecio, destacándose en esto último las
peregrinas exigencias de algún “solines” portavoz de CREO , de que el futuropresidente exhiba “certificados médicos” que demuestren que está en aptitudes físicas plenas para gobernar, lo que no es una viveza criolla sino una
estupidez sin nombre, discriminatoria contra los cientos de miles de
compatriotas con capacidades especiales por haber sido víctimas de
enfermedades, asaltos o accidentes . Según criterio tan miserable, los hombres
y mujeres manabitas mutilados por el trágico sismo del 16 de abril estarían
definitivamente incapacitados para la función pública.
Además, en este caso la ignorancia es atrevida. Tal lumbrera política
debería conocer que a escala mundial se han dado casos notables de personajes
que, por encima de cualquier limitación física, han brillado y conseguido
notables triunfos para sus países. Sería bueno que el susodicho portavoz de la
banca chulquera sepa que Franklin D. Roosevelt gobernó Estados Unidos desde
una silla de ruedas, durante 12 años, desde 1933 hasta 1945, fue reelegido tres
veces presidente y figuró como uno de los más importantes conductores de los
Aliados en la victoria contra el nazifascismo.
En todo caso, lo que sí resultaría necesario certificados médicos que
prueben que tales o cuales políticos nacionales están aptos, no digamos para
pensar, por lo menos para hablar en público. Aunque en este caso el desaguisado
puede resultar muy beneficioso para la campaña de Lenin Moreno, pues daría lugar
a un nuevo tipo de manifestación política en las calles ecuatorianas: la marcha
sobre ruedas hacia la victoria electoral.
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importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
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