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miércoles, 30 de enero de 2013

CRÍMENES HISTÓRICOS


Las piras de la hoguera bárbara, en El Ejido
La bandera del Ecuador se cubrió de tristes crespones en estos días. Se enlutó por el recuerdo de los grandes muertos de la “Hoguera Bárbara”, con Eloy Alfaro a la cabeza, en los macabros sucesos del 28 de Enero de 1912, en Quito, precedidos en Guayaquil por la atroz muerte del jefe montonero, General PedroJ. Montero, asesinado el día 25 durante la farsa judicial montada por los sicarios de Leonidas Plaza Gutiérrez, igualmente responsable mayor de la masacre del 28.
Al duelo nacional por estos crímenes sin nombre, se agrega otro que enlutó el alma nacional: el Protocolo de Río de Janeiro, ocurrido exactamente 30 años después de las piras de El Ejido: el 29 de Enero de 1942, y que fuera firmado sobre centenares de cadáveres de soldados y civiles caídos durante la invasión peruana de 1941, con la provincia de El Oro ocupada, humillada y destruida, mientras miles de sus pobladores huían por las montañas y las selvas, con ancianos, mujeres y niños a buscar refugio para salvar sus vidas y un mendrugo de pan para escapar del hambre.
Las secuelas de estos crímenes históricos las padecemos hasta hoy. Degollados e incinerados los jefes radicales de la Revolución Liberal, se instaló en el poder una oligarquía compuesta por terratenientes, grandes exportadores y banqueros, que mantuvo a sangre y fuego el yugo feudal y esclavista impuesto desde la Colonia. Firmado el Protocolo de Río, perdidos nuestros derechos amazónicos y medio territorio oriental, caerían luego las rapaces compañías petroleras, y terminaríamos con Mahuad en la tragicomedia de los Acuerdos de Paz, gracias a los cuales veríamos, por primera vez en la historia de las naciones, que un país que ganó una guerra – la del Cenepa- terminó perdiendo territorio, y en este caso, más territorio que el arrebatado por el militarismo peruano mediante el Protocolo.
Por desgracia, la juventud ecuatoriana de hoy tiene débil memoria. Estos imborrables sucesos afectan poco a sus recuerdos. La cultura importada desde Estados Unidos se encarga de ello. De allí que resulte imprescindible rememorar estos hechos, en los que fueron cómplices grandes medios periodísticos y que tuvieron la bendición de Nuestra Santa Madre Iglesia. Al respecto, la mención no es gratuita: si las altas jerarquías católicas, con el Arzobispo González Suárez al mando, dejaron hacer y dejaron pasar a los asesinos de 1912, aprobaron también la invasión peruana del 41. Basta recordar que el Nuncio Apostólico del Vaticano en Lima, Monseñor Fernando Cento, después de recibir grandes homenajes en el Ecuador, bendijo en pública acción de gracias, en la Catedral de Lima, el triunfo de las armas peruanas.  En cuanto al papel de los yanquis, bueno es saber que el Cónsul norteamericano en Guayaquil, garante de la vida de Alfaro y sus tenientes, se esfumó cuando ellos fueron apresados y conducidos a la muerte, en violación del armisticio suscrito el 22 de enero bajo su garantía y la del cónsul británico, que igualmente desapareció. En cuanto a la firma del Protocolo, fue descaradamente exigida en la Conferencia Panamericana de Río por la delegación norteamericana. De allí, a causa de estos trágicos sucesos, los crespones que enlutan la bandera ecuatoriana. Por fortuna, ella flota ahora en vientos de dignidad y esperanza.

E-mail: jaigal34@yahoo.es         Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte. 

miércoles, 23 de enero de 2013

“PATRIARCAS DE LA COMPONENDA”


Así los llamó el Presidente Jaime Roldós Aguilera a quienes en 1980, en calidad de diputados de la Cámara de Representantes, se unieron en un solo combo golpista para combatirlo. Los dos “patriarcas de la componenda” más destacados eran León Febres Cordero y Assad Bucaram, a los que se sumaron líderes ultraizquierdistas y vivos de toda especie. Y los “patriarcas” desataron toda una guerra política contra el joven mandatario ecuatoriano, erigido en bravo denunciante de la oligarquía, la derecha y el imperialismo. Este último, por boca del gobierno de Ronald Reagan, había condenado abierta y textualmente “la doctrina Roldós de derechos humanos, por considerarla antinorteamericana, pues implicaba la condena a las dictaduras que los yanquis, la CIA mediante, impusieron en aquellos años a varios países de América Latina. Además, Roldós ordenó la captura de barcos pesqueros norteamericanos, defendía la pertenencia del Ecuador a la OPEP, las relaciones con Cuba y Nicaragua sandinista,  los derechos del pueblo palestino. En lo interno, Roldós iniciaba medidas sociales que, aunque tímidas y pequeñas, afectaban a los intereses de la oligarquía, tales como la comercialización estatal de víveres. Razones todas ellas, entre otras, para desatar la furia del imperio y de sus atentos servidores criollos. Y de paso, para llevarlo a la muerte en el sangriento magnicidio colectivo de Celica, sucedido el 24 de Mayo de 1981.

Esta lección histórica el pueblo debe tenerla presente en las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo 17 de febrero, pues la oposición proyecta desde ya conformar el nuevo combo en la Asamblea Nacional, segura como está por anticipado que Rafael Correa ganará en las urnas abrumadoramente, y en una sola vuelta. Entonces a esta oposición antidemocrática,  antipopular y antiecuatoriana no le queda otro recurso que armar la guerra política desde la Asamblea Nacional, constituyéndose en obstáculo y freno de las políticas de cambio, a la vez que adobando un hirviente y repugnante caldo de golpismo. Un 30 de Septiembre parlamentario.
En su hora, Roldós se propuso disolver el parlamento subversivo y convocar de inmediato nuevas elecciones, pero el griterío político y mediático que desató su tentativa, lo apabulló. Los genios y notables de siempre, los voceros del imperio, la cúpula eclesiástica; en suma, los defensores del pasado le acusaron de populismo galopante, de caudillo antidemocrático, de aspirante a dictador. Al desistir de su propósito, Roldós se quedó solo y condenado a la muerte. De allí que en esta ocasión, quienes creen en la necesidad de avanzar en el camino de la Revolución Ciudadana, no solamente deben votar por Rafael Correa, sino también por los candidatos de las listas afines para  la Asamblea Nacional; listas que dejan mucho que desear en cuanto a varios nombres, pero que en conjunto están llamadas a consolidar las propuestas de cambio y ser un firme parachoques frente a los nuevos “patriarcas (y matriarcas) de la componenda”. Nunca más otros 30 de Septiembre, con ningún disfraz.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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miércoles, 16 de enero de 2013

¡EL BURRO HABLANDO DE OREJAS!


El asno es un noble animal. A él le debe mucho la República. Sin él no habrían progresado ni la agricultura ni la ganadería. Sin el asno, Sucre no hubiera ganado la Batalla de Pichincha ni Alfaro construido el Ferrocarril, pues ¿quién sino el burro para cargar las armas, los durmientes y los rieles?  De allí que, aprovechando la democracia que vivimos en libertad y haciéndole cariñoso homenaje, algunos chistosos candidatizaron a don Burro para la Presidencia de la República. (En la historia patria, sólo los indios y los negros lo aventajaron como “burros de carga”, gracias a los terratenientes, a los ingenios azucareros de cualquier Isaías y a las haciendas bananeras de cualquier Alvarito). Si esta candidatura no prosperó, seguramente fue debido a que los eternos fabricantes de la política criolla –la banca chulquera, los grandes medios, la cúpula eclesiástica y la embajada imperial- optaron por otros personajes, con lo cual varios aspirantes a Carondelet se libraron de quedar a la cola del burro en las elecciones del 17 de febrero, que las ganará por barrida Rafael Correa en una sola vuelta.
Y bien. Reconocidos todos sus derechos, hay uno que don Burro no puede ostentarlo: el derecho a hablar de orejas, y esto porque las suyas son de campeonato. Pero en la actual lid electoral hay varios personajes que hablan de orejas cuando las propias sobresalen a kilómetros de distancia. Así, claman contra la corrupción administrativa cuando en sus gobiernos engordaron a la banca privada y la salvaron saqueando al Banco Central, que guarda la plata del pueblo, o acrecentaron sus fortunas con la sucretización de la deuda externa (Osvaldo Hurtado, Febres Cordero) y las suculentas renegociaciones de la misma. 
Hablan de derechos humanos cuando fueron actores o, cuando menos, cómplices o testigos mudos de asesinatos y torturas en crímenes monstruosos como el de los Hermanos Restrepo. Hablan de democracia cuando el 30 de Septiembre, embarcados en el trucutú de la revuelta policial, propiciaron la violencia, el derramamiento de sangre inocente, la muerte y el magnicidio en el fallido golpe de Estado. Acusan a Rafael Correa de estar “entregado a los yanquis” cuando estos no le perdonan que los haya sacado de la Base de Manta, que expulsara a dos funcionarios de la CIA camuflados de diplomáticos, y a la mismísima y sagrada embajadora del Imperio. 
Menos aun lo perdonan la expulsión de la OXY (Occidental), o el asilo de Julián Assange, o la amistad con Hugo Chávez y las relaciones soberanas con Irán. En medio de esa fanesca maloliente que es la oposición, hay también quienes exaltan el socialismo y la revolución, cuando en su hora, como miembros del putrefacto Congreso Nacional, jamás presentaron leyes revolucionarias y prefirieron pasar la “dolce vita” parlamentaria durmiendo con el enemigo. Allí están, esos son los que hablan de orejas cuando las suyas son más grandes que las del noble cuadrúpedo.  

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miércoles, 9 de enero de 2013

AVES CARROÑERAS


Su negocio es la muerte. De la muerte viven. De ella se nutren, engordan y procrean. Su manjar predilecto es la carroña. Cuando ven un cuerpo agonizante, no esperan el último suspiro: se lanzan a despedazarlo a picotazos.
Es lo que hacen hoy día las aves carroñeras de la política venezolana y continental. Revolotean ansiosas sobre el lecho de enfermo del comandante Hugo Chávez, anhelantes de que la muerte acabe con el jefe de la Revolución Bolivariana. Son las aves carroñeras de siempre.
Son las mismas que en su hora se lanzaron sobre los despojos del Gran Mariscal de Ayacucho, asesinado en las montañas de Berruecos. Son las mismas que se abalanzaron sobre los restos del Libertador, abandonado en Santa MartaLas mismas que celebraron un ruidoso festín con los cuerpos destrozados e incinerados de Eloy Alfaro y sus capitanes, y luego, con los cadáveres de Gaitán, Che Guevara, Jaime Roldós, Omar Torrijos, Salvador Allende y miles y miles de latinoamericanos triturados por la máquina de muerte del Imperio y sus secuaces.
Aquí, en el Ecuador, según versiones de Craig Murray, diplomático y periodista inglés, y Patricio Mery Bell, periodista chileno, las aves carroñeras se disponen a banquetearse con el Presidente Rafael Correa y la Revolución Ciudadana. Ya lo previno así hace más de dos años John Perkins, el ex “Gánster económico” norteamericano, según propia calificación, y lo vimos luego en el fallido golpe de Estado del 30 de Septiembre de 2010.
Como es natural, la CIA mediante. Esta tenebrosa central del terrorismo y el espionaje de Estados Unidos,  cuyas garras chorrean sangre de multitudes y naciones. De Palestina, por ejemplo, y de Afganistán e Irak y Libia y Siria, por mostrar solo unos cuantos ejemplos.
Ahora las aves carroñeras revolotean sobre Cuba, Venezuela y Ecuador preparándose al hartazgo, como si los procesos revolucionarios del continente y el continente mismo hubieran muerto o estuvieran a punto de perecer. Para ello cuenta con numerosos meseros dispuestos a servirles el banquete: momias y momios de la derecha, seudo revolucionarios, oportunistas de toda laya, medios de gran circulación, chulqueros graduados de banqueros, vulgares mercenarios, felipillos descendientes de aquellos que traicionaron a los pueblos indios y los entregaron a Pizarro.
Desde luego, esta vez las aves carroñeras se quedarán con los picos insatisfechos. La Revolución Bolivariana en Venezuela y en toda América Latina, no es una mera ilusión. Es una histórica suma de sueños realizados, de avances firmes, de logros que nadie puede arrebatarles a los pobres. Si el negocio de las aves carroñeras es la muerte, el negocio de los pueblos es la vida.  Y la vida siempre se alza por encima de los cementerios.  

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lunes, 7 de enero de 2013

...Y VUELVE LA ESPERANZA

Como siempre, el Año Viejo murió despedazado, sometido al escarnio público, devorado por el fuego implacable. Una fiesta de ricos y de pobres, en la cual los primeros se bañan en carísimas bebidas espumantes, y los otros, los del último escalón social, desesperados por evadir la miseria, se intoxican con licor barato pero adulterado. Para los unos, un chuchaqui de categoría, fácil de curar con un coctel de chequeras, para los otros, el hospital o el cementerio Una semana atrás, los fuegos fatuos de Navidad, con su ruidoso estallido de colores, alegraron los corazones  de los niños ricos, mientras los desheredados recogían las sobras del festín para endulzar la Nochebuena de sus hijos. Por su parte, los pelucones de las teletón, satisfechos de sus poses filantrópicas y demagógicas, se retiraban a  engullir el pavo navideño. Todo bajo las humildes evocaciones del pesebre de Belén, que está a muchos años luz del Vaticano, sin que falte la presencia de reinas y misses que prometen, invariablemente, trabajar por los pobres, representantes como son de una monarquía de papel, en cuya cúspide verdadera fulgura la estrella del norteamericano Donald Thrump, dueño absoluto de ese suculento negocio denominado Miss Universo.
Ciertamente, nuestras reinas criollas pueden ser y muchas veces son sinceras en su  espíritu de solidaridad con los desfavorecidos de la sociedad, pero el drama de la pobreza no se aprende por correspondencia ni en los ejercicios dirigidos para triunfar en los torneos galantes. Se lo conoce cuando los colmillos de la miseria se clavan en la carne propia, o bien cuando se ha hecho carne y sangre de uno  mismo la suerte de los condenados de la tierra.
Pero bien. Dentro de todo lo que tiene de farsa y de ilusión la celebración de estas fiestas, hay  un derecho universal, especialmente arraigado en los pobres. Es el derecho a la esperanza, que hoy está presente en nuestra Patria, donde se ha iniciado un camino de cambios reales, negado únicamente por los agentes del pasado y los ciegos de conveniencia. Entre los pobres, vuelve la esperanza. 

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Llanta sin tuercas


Una llanta sin tuercas en un carro que echa a rodar es peligrosísima. Puede ocasionar consecuencias funestas para sus ocupantes, así fuera si el vehículo  solo se encunetara, no digamos si sufre un volcamiento aparatoso o se precipita al abismo.
El carro de lujo que maneja Lucio pudo sufrir tal percance, al menos él lo supone así, cuando afirma en declaraciones públicas  que, recientemente, al salir de gira electoral, se topó con la desagradable sorpresa de que a una llanta de su vehículo alguien le sacó las tuercas, tal vez con el siniestro fin de provocar un luciocidio, dejándole a George W. Bush sin “el mejor amigo y el mejor aliado de los Estados Unidos”, como el ínclito candidato presidencial de hoy lo dijera al mandamás del Norte cuando este asolaba el planeta con las guerras declaradas por todas partes.
Claro que este macabro episodio es difícil creerlo a quien mintió tantas veces que, al decir de sus enemigos, le creció la nariz como a Pinocho, tanto que luego hubo de ordenar un recorte del noble apéndice a una clínica de cirugía plástica.
Pero, en fin, todo es posible en esta isla de las fantasías. De lo que no hay la menor duda es que el carro político que maneja Lucio, la Sociedad Patriótica, presenta no una sino las cuatro llantas sin las malditas tuercas, por lo que está condenado al más sonado fracaso en las elecciones de febrero próximo, siendo fácil advertir que se dará, por lo menos, una terrible vuelta de campana, dejando maltrechos a todos sus ocupantes, de lo que no les salvará ni siquiera la dichosa fortuna de uno sus copilotos, milagrosamente liberado de gravísimas acusaciones criminales, sin duda gracias a la protección del Dios Dólar, que es la deidad suprema del universo.
En la misma entrevista donde el imaginativo candidato revela al país la historia de las tuercas, hace constar que él no se cayó del Palacio de Carondelet por ninguna rebelión de los Forajidos, sino únicamente por no haber tenido buena prensa, por no haber manejado una buena política de medios.
De ser cierto, esto ya no debe preocuparle: tiene todos los canales y medios que desee con tal de darle palo a la Revolución Ciudadana. Incluso está  beneficiado con la valiosísima amistad de los héroes ocultos o públicos, prófugos o perdonados del 30 de septiembre, que bien se valen para enllantar un nuevo carro golpista, esta vez con todas las tuercas bien ajustadas.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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