Corría el año 1960. Regía en el Ecuador el cuarto velasquismo, atado a la oligarquía como siempre, pero mostrando un rasgo de soberanía ante los Estados Unidos, que exigían la ruptura de relaciones con la flamante Cuba revolucionaria. Tímidamente Velasco dijo no, pero dió pasos en contrario, desconociendo a la representación diplomática de Cuba. En tanto, desencadenó un gobierno violento y represivo, apresando al Vicepresidente de la República, Carlos Julio Arosemena. Se armó la de Dios es Cristo, como dirían los cruzados de España.
Arosemena,
ya Presidente una vez caído Velasco, declaró que primero pasarían sobre su
cadáver antes que romper con Cuba. No
hubo necesidad de tan ilustre muerto, pues finalmente rompió relaciones,
forzado para hacerlo por una conspiración derechista montada por la CIA a
través de grupos terroristas socialcristianos, bombas en los templos,
propaganda antireligiosa elaborada por sus agentes, buena parte de la cual la
divulgó El Comercio de Quito, incluso con la firma del Cardenal Carlos María de la Torre.
En el
campo, turbas fanatizadas por determinados curas, macheteaban y quemaban vivos
a profesores "comunistas", como ocurrió en Santa, Azuay, con los
hermanos Velicela. El genio del terror y el complot era un oficial de
operaciones de la CIA, Philip Agee, joven norteamericano de 25 años de edad.
Después de actuar en el Ecuador durante tres años, fue destinado a Uruguay con
similares propósitos, y luego a México donde actuó hasta 1968, cuando en
octubre se produjo la enorme matanza de estudiantes en una concentración de
Tlatelolco.
A
partir de entonces, abrumado en su conciencia por toda su acción de espionaje y
terror, abandonó la CIA y se dedicó a escribir su célebre Diario, que es una
breve pero aleccionadora encicolpedia del intervencionismo criminal de Estados
Unidos en nuestros países. Desde
ese momento, Philip Agee, acusado de alta traición a su patria, hubo de vivir
perseguido, hostilizado, escondido él y su familia -incluido su hijo nacido en
Quito- durante más de veinte años, hasta que ancló definitivamente en Cuba,
donde murió hace pocos años en medio del respeto, el cariño y la admiración del
pueblo cubano.
Hoy la
historia se repite con otro agente de la CIA, Edward Snowden, norteamericano de
29 años de edad, quien está perseguido a escala mundial por los sabuesos del
Imperio, igual que en el caso de Agee, acusado de alta traición a los Estados
Unidos, por el inmenso bien que hiciera a la humanidad con sus denuncias
respecto del espionaje universal urdido por los jefazos de su país, y del cual
no se escapa nadie, pues el espionaje está dirigido al control y manipulación
de los destinos de todos, es decir, de los seis mil millones de pobladores del
planeta. Esto para facilitar los planes belicistas y la dominación
político-económica del mundo entero.
Hitler
no llegó a tanto en su vehemencia imperialista como los amos de ese Imperio
senil y bárbaro en que se ha convertido la mayor potencia económica y militar
del orbe.
Por
fortuna para Edward Snowden, las mismas tecnologías de comunicación que le
sirven al Imperio para el espionaje universal, le sirven a él para una
movilización de conciencias y abrazos solidarios dentro de los Estados Unidos y
en todos los países. Este gran escándalo del espionaje convierte al joven
patriota norteamericano en héroe y a sus acusadores en una corte de villanos.
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P.D.
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invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está
a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis
Fernando Carvajal Herrera.
Atte.