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miércoles, 19 de octubre de 2016

LAS JUGADAS BANCARIAS DE PACO MONCAYO


Una novedosa muestra de los actuales sondeos electorales nos trae diario Expreso de domingo 16 de octubre: los presidenciables compitiendo en una carrera de caballos, siendo Lenin Moreno el jinete que va a la cabeza en el país con más del 47 por ciento de los votos, seguido a lo lejos por  Guillermo Lasso con el 11 por ciento, Cynthia Viteri con un poco más del 8 y Paco Moncayo con el 8 por ciento. Datos en base de una misma fuente: Perfiles de Opinión. En lo fundamental estos sondeos coinciden con los de otras encuestadoras, con caballos o con asnos de por medio. Cifras de espanto para quienes creen que así se perfila el triunfo de Lenin Moreno  en una sola vuelta y, con ello, ¡Dios nos libre!, la prolongación del “correismo” y la Revolución Ciudadana. De allí la danza de traiciones, juramentos de amor incumplidos y camisetazos que se mueve alrededor de los tres jinetes de la cola, que fustigan a sus caballos sin lograr que avancen. Rabia y llanto de un fracaso anticipado.

Lo grave del caso es que el trajín electorero y la complicidad de los grandes medios oscurece realidades fundamentales y propicia el voto equivocado, llamando a elegir a una de las tres candidaturas que, apenas en forma disimulada, son propiciadas por la banca privada, de tristísima recordación en el país por las nefastas consecuencias del feriado bancario practicado en la época de Mahuad.

¿Cómo que la banca privada no tiene que ver en la encendida campaña electoral que culminará en febrero del 17? ¿Y Guillermo Lasso no es el principal dueño del Banco Guayaquil? ¿Y no acaba de pronunciarse Rodrigo Paz, el máximo de Produbanco,  a favor de Cynthia, y hasta se especula públicamente que él podría ser su pareja electoral? ¿Y Paco Moncayo, no tiene una historia ya de años que lo vincula con el Banco Pichincha? ¡Lo que faltaba! ¡Que el bondadoso y desmemoriado pueblo ecuatoriano sea empujado a escoger entre tres horcas bancarias  para sus años próximos!


En nuestro artículo del jueves pasado relatamos las jugadas golpistas de Paco Moncayo, entonces Jefe del Comando Conjunto, para derrocar en febrero de 1997 a Abdalá Bucaram, luego a las dos días a la vicepresidenta Rosalía Arteaga y, por fin, instalar en el poder como presidente “Interino” a Fabián Alarcón. Poco después, nos cuenta el mencionado libro, Moncayo “consiguió que el 48 por ciento del paquete accionario del Banco Rumiñahui pasara a manos del Banco Pichincha”; es decir, la plata de los militares y de la ciudadanía, en general.

Ahora los que hablan del patriotismo y espíritu democrático de Paco Moncayo, deberían recordar estos hechos, y en especial aquellos dirigentes indígenas y sindicales que hoy corren tras las botas del general retirado, candidato de la Izquierda Democrática a la Presidencia, además de estos antecedentes, deberían recordar también que el Gran Paro Nacional de losTrabajadores, noviembre de 1988, y el primer Levantamiento Indígena en 1992 se dieron contra el gobierno de la  ID presidido por  Rodrigo Borja,  y  fueron brutalmente reprimidos.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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miércoles, 12 de octubre de 2016

PACO MONCAYO, ¿DEMÓCRATA O GOLPISTA?


El general retirado Paco Moncayo es protagonista estrella de candentes libros publicados en años recientes, tales como “Golpe de Estado”(Predicciones, Guayaquil 1998) del expresidente Abdalá Bucaram); “La Presidenta”, de Rosalía Arteaga,  en el mismo año; “El Golpe” (Edino,Guayaquil 2005) del ex presidente Lucio Gutiérrez; “Narcos, banqueros ycriminales”, del periodista español Juan Salinas (Editorial Punto de Encuentro, Buenos Aires 2006).

Todas estas obras abundan en detalles relacionados con el rol conspirativo y golpista de Paco Moncayo, con inclusión de encantadoras anécdotas como la siguiente: el 4 de febrero de 1997 se llevó a cabo un almuerzo en la Base Naval de Guayaquil, en homenaje del presidente Abdalá Bucaram, con motivo de su cumpleaños, ocasión en la que estuvieron presentes los miembros del gabinete ministerial y todos los comandantes militares y policiales, encabezados por Paco Moncayo, Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, designado para tal cargo por Bucaram. El general estaba alegre y dicharachero, cantando a todo pulmón el “japiverde” en homenaje del cumpleañero.

Dos días después, el 6 de febrero, dirigía la orquesta golpista que derrocó a Bucaram. Previamente hubo un ligero acuerdo entre el presidente y Moncayo para que la vicepresidenta Rosalía Arteaga ocupara interinamente la presidencia. Ella lo tomó tan en serio que dictó su primer y único decreto nombrando algunos ministros, pero pocas horas después los golpistas le propinaban tremendo puntapié, pues en el Congreso se había cocinado un pastel que se dividieron entre el Partido Social Cristiano, La democracia Popular, la Izquierda Democrática, el MPD y el FRA, designando “presidente interino” a Fabián Alarcón Rivera, presidente de esa cosa nauseabunda que se llamaba Congreso Nacional.

En realidad, en tres días hubo tres golpes de Estado y no solo uno: el derrocamiento de Bucaram, el derrocamiento de Rosalía Arteaga y el derrocamiento de la Constitución, que exigía un juicio previo para destituir a un mandatario, lo que no fue obstáculo para que 44 diputados oficiaran alegremente de siquiatras declarándole a Bucaram “incapacitado mentalmente”, sin siquiera un miserable certificado médico. Y de paso instalándolo “al Fabiolo” como presidente interino, figura jurídica que no existía en la Constitución. Quien manejó los hilos de este triple golpe de Estado, ocurrido entre el 6 y el 8 de febrero, fue Paco Moncayo, con el antecedente de que el embajador norteamericano Leslie Alexander, poco antes, lanzó la consignarespectiva mediante un discurso anti Bucaram pronunciado abiertamente en laciudad de Cuenca y recogida por todos los medios.

A partir de esa fecha se iniciaría uno de los capítulos más vergonzosos de la historia nacional,  en la que la partidocracia y los altos mandos militares arrastraron la bandera nacional y la democracia por las patas de los caballos. Alarcón fue después a dar con sus huesos en la cárcel mientras su ministro de gobierno César Verduga huía a México cargando la acusación de millones de dólares despilfarrados en “gastos reservados”.

De todo esto y de mucho más se puede informar el lector si acude a esos libros, que debe conocerlos muy bien el historiador Enrique Ayala Mora, distinguido acólito de Paco Moncayo, el novísimo candidato presidencial.

Claro, no faltarán sesudos periodistas que digan que en esos libros sus autores respiran por la herida, lo que en parte es cierto, pero allí están consignados hechos, nombres, fechas que documentan tales fechorías.

Además Juan Salinas es un periodista serio y ajeno a la política ecuatoriana, pero que hace una investigación tan vasta y profunda que uno se asombra de la desvergüenza de los golpistas, hoy sacramentados por los grandes medios en calidad de abanderados de la democracia. Con el añadido de que en su libro “Narcos, Banqueros y Criminales”, Juan Salinas nos revela los turbios nexos entre Paco Moncayo y el Banco Pichincha, del cual por aquellos días era uno de sus directores.

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miércoles, 5 de octubre de 2016

TODOS CONTRA LENIN


Por más que se remueve los sesos para hallar la fórmula electoral salvadora, la oposición no sabe qué hacer para evitar desbarrancarse en la contienda política de febrero próximo, en que la ciudadanía ecuatoriana elegirá presidente de la República, vicepresidente y asambleístas.

Paul Carrasco, dándose aires de profeta, declara en Ecuavisa “si existe un sentimiento patriótico, la Unidad debe ampliarse, caso contrario el correísmo podría ganar en primera vuelta”. Para lograr el milagro de esta unificación, Carrasco apela al patriotismo de Cynthia Viteri, Guillermo Lasso, Dalo Bucaram y Paco Moncayo, olvidándose injustamente de Alvarito, quien bate su tambor guerrero (¡Adelante, ecuatorianos, adelante!), mientras su compañero Lucio Gutiérrez sopla la corneta.

El slogan de los cruzados de la derecha y sus chulíos de centroizquierda, “Todos contra Correa”, fue lanzado hace algún tiempo, pero no surtió efecto cuando recién se cocinaban las candidaturas de este sector, pues al parecer en la olla de esta olorosa fanesca faltaba justamente el condimento invocado por el prefecto del Azuay, que  además resultó “pateado” por la Unidad en sus altísimas aspiraciones presidenciales.

Ahora cada uno va a servirse su potaje en mesa aparte. Porque, de yapa, cada uno cuenta con una larga cola de aspirantes a la Asamblea, dedicados a ese juego que los niños llaman “sacamanteca”, librado a “purito rempujón “en una estrecha banca que no alcanza para todos. Es decir que, si nos atenemos a la profecía del gurú morlaco, Lenin Moreno ganará en primera vuelta. En este caso, la oposición tendrá la penosa faena de provocar una “pugna de poderes” desde la Asamblea, parecida a la que en su hora capitaneó León Febres Cordero contra el Presidente Jaime Roldós Aguilera.

Ahora bien, conforme avance la contienda y crezca la figura de Lenin Moreno, el slogan sufrirá un cambio drástico, para convertirse en un franco alarido de “Todos contra Lenin”, lo que terminará por   clarificar ante la ciudadanía el hecho real de que el problema no era Correa sino los postulados de cambio de la Revolución Ciudadana, que esta vez contarán con la conducción de un nuevo líder, que no viene a restar la figura del fundador de Alianza País, sino a conducir una nueva etapa del mismo proceso, continuando en su camino de logros sociales exitosos y superando los escollos y vacíos de la primera etapa.

Claro que para obtener el triunfo en una sola vuelta, las exigencias de la historia y de la realidad serán numerosas, a partir de la necesidad imperativa de una autocrítica profunda y un espíritu de rectificaciones a toda prueba. Ello incluya, ante todo, la necesidad de superar todo sectarismo para abrazar la convicción de que el avance del proceso no será –nunca lo fue– obra únicamente de las individualidades ni de movimientos o partidos en particular, sino de todo el pueblo; es decir de las grandes mayorías, y no únicamente en calidad de votantes sino de actores en plenitud de sus derechos para proponer, participar, exigir y decidir, todo lo cual son atributos de una verdadera revolución, pues lo contrario resulta solo remedos de democracia participativa, resurrección de la partidocracia y puertas abiertas a la restauración conservadora-neoliberal. 

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