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jueves, 24 de agosto de 2017

SISMO POLÍTICO


Ecuador ha sido sacudido, cuarteado y agrietado por dos grandes sismos: el de 16 de abril del 2015 y el del 2 de abril del presente año, 2017. El primero fue el descomunal terremoto que devastó a la provincia de Manabí y a parte de la provincia de Esmeraldas, y el segundo el sismo que se produjo el pasado 2 de abril, cuando el binomio Lenín Moreno-Jorge Glas triunfó en la lid electoral venciendo a la derecha , la ultraderecha, los oportunistas de toda laya y colorido, la bancocracia y ese mundo sórdido de los llamados “medios independientes”, que forman parte del viejo país y de la eternamente viva dominación extranjera, yanqui por más señas. La bandera con la cual triunfó este binomio fue la Revolución Ciudadana, que por repetidas ocasiones, en la palabra del nuevo presidente, se ofreció defender y continuar. Marcando distancia con el liderazgo de Rafael Correa, sostenido abrumadoramente en toda la última década, Moreno señaló desde el comienzo que él instauraría el diálogo multisectorial como método de gobierno, sin exclusión de nadie.

La razón era y es plausible, pues en medio de los logros sociales e institucionales que se obtuvieron en la llamada “década ganada”, el país sufrió, evidentemente, una asfixia causada por rasgos de intolerancia oficial, compadrazgo con elementos corruptos y contrarrevolucionarios y, muy especialmente, un sectarismo aplastante por parte de Alianza País, cuyos dirigentes nacionales y, al menos en parte, provinciales, cerraron las puertas al entendimiento con sectores populares y democráticos, menospreciaron la participación de agrupaciones y personalidades que no poseían el famoso carnet de dicho movimiento, convertido en sagrada fórmula de adhesión y hasta en azote de millares de simpatizantes de la Revolución Ciudadana; sectarismo señalado por el propio líder, Rafael Correa, quien la misma noche de la gran derrota electoral en los comicios municipales de febrero de 2014, criticó con dureza este mal y el engaño mayúsculo que derivaba de él, pero no se adoptó medida alguna para superar tal situación corrosiva. Todo esto determinó una considerable baja de popularidad y de interés en los postulados de la Revolución Ciudadana, a tal punto  que apenas se obtuvo una ventaja de algo más de un punto  sobre la candidatura del binomio Lasso –Páez.

Ya en la aplicación de la línea oficial del diálogo, los sectores empresariales, los indicados medios y otros factores de los sectores siempre dominantes, hallaron o creyeron hallar una puerta de entrada totalmente abierta a sus designios, y hasta se han atrevido a tratar de imponer sus programas de gobierno demagógicos y conservadores exhibidos durante la campaña electoral. A ello se suma la proclamada política de anticorrupción, reclamada con toda razón y pleno derecho por la ciudadanía, y alentada con impresionantes vocería  contra varias figuras del régimen de Rafael Correa, principalmente el vicepresidente de ayer y de hoy, Jorge Glas.

Sin embargo, hay que anotar que detrás de la cruz está el diablo, pues la compaña contra Glas esconde la poco disimulada agenda política de la oposición y sus varias cabezas: tumbar al vicepresidente, no tanto para castigar los alegados cargos de corrupción, sino para hundir políticamente al llamado “correísmo”, a la figura de su máximo líder y a todos los avances logrados por la Revolución Ciudadana, incluida sus firmes pasos en defensa de la soberanía nacional y en pro de la hermandad y la independencia de los pueblos hermanos del continente, atacados seriamente en Argentina, Brasil, Cuba. Bolivia y, especialmente Venezuela.

Lograda la destitución de Glas, si la logran, vendrá la puja por nombrar un vicepresidente de acomodo que les permita a las fuerzas de la restauración neoliberal-conservadora volver a la situación anterior a la Revolución Ciudadana: la conversión del Estado en simple oficina de negocios de los grandes capitalistas criollos y extranjeros, con libra disposición a su favor de los dineros públicos y de las grandes recursos naturales que nuestra patria posee. Eso es todo. Por eso afirmamos que detrás de la cruz está el diablo; es decir, enmascaradas en las dulces palabras de la reconciliación nacional, están los afilados colmillos del lagarto. Y claro no se necesita ser brujos para pensar que en esas condiciones, el presidente Lenín Moreno puede resultar acorralado. Y si resiste…  

E-mail: jaigal34@yahoo.es          Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.

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miércoles, 16 de agosto de 2017

“NO SERÉ CUCHILLO DE NADIE”


La frase, pronunciada con fuerza y reiteradamente por Carlos Baca, Fiscal General del Estado, da mucho que pensar, pues él no es un ciudadano común sino la máxima autoridad en la investigación del delito y quien orienta a los jueces para perseguirlo y castigarlo. En sus manos se halla la investigación de los más grandes crímenes cometidos en lo que va del siglo XXI contra la patria ecuatoriana, su pueblo y su Estado en la forma de cohechos , sobornos, coimas, peculados, lavado de dinero, evasión de impuestos, enriquecimiento ilícito y asociaciones de grandes saqueadores de los bienes públicos.

Una maraña descomunal a ser desnudada por la Fiscalía General. Sentado muy orondo en medio de ese mundo del crimen se halla Carlos Pareja Yanuzelli, alias Capaya. Delincuente prófugo de la justicia ecuatoriana que acaba de ser traído en avión expreso desde su refugio de Miami, donde se cobijaba bajo el ala amorosa de los hermanos Isaías, igualmente prófugos de la justicia ecuatoriana. Un retorno dignificante para el delincuente, en que no estuvo esposado ni escoltado por policías sino por el presidente de la Asamblea Nacional José Serrano. Nada menos.

Aquí le esperaba un gran despliegue mediático y sólo faltó la alfombra roja. Justamente con la llegada de Capaya el Fiscal pronunció su histórica frase “Yo no seré cuchillo de nadie”, a la que se juntan estas otras expresiones: “…hay presiones sobre los fiscales que están investigando estos casos de corrupción…No voy a ceder a ninguna presión, actuaré en justicia, no perseguiré a nadie”. (EL TELEGRAFO, martes 15 de agosto, pág.02). Más claro no canta un gallo: esas presiones al Fiscal General son para convertirlo en cuchillo y que el cuchillo les corte la yugular a tales o cuales víctimas previamente señaladas.

Cierto que al Fiscal Carlos Baca le honra esta rotunda negativa a jugar el triste papel de verdugo, pero ¿contra quién o quiénes apuntan estos diabólicos designios? No puede ser contra el presidente Lenín Moreno, cuya cabeza pedían a grito pelado los camisas negras durante la campaña electoral. No puede serlo porque los representantes de estos y sus ídolos políticos forman hoy parte amable y democrática de los diálogos convocados por el presidente. Esperemos. En medio del tsunami político que se inicia con el arribo de Capaya, se verá con claridad hacia dónde se dirigen los cuchillos, quienes son los emboscados que los afilan aquí y en Miami, y cuál es la finalidad del programado corte de cabezas.

Y hablando de la justicia ecuatoriana, no está por demás recordar algunos hechos clamorosos ocurridos en gobiernos anteriores. Por ejemplo, cuando ejercía su autoritario mandato presidencial, León Febres Cordero sitió a la Corte Suprema de Justicia con aparatoso despliegue militar demandando su renuncia, por no satisfacerlo en sus pretensiones judiciales.

En otro capítulo de su nefasto mandato, el líder socialcristiano trajo de Venezuela a un prófugo de la justicia: el ex ministro del petróleo Galo Pico Mantilla, autor con Otto Arosemena de los sucios negociados del Golfo de Guayaquil, entregado al consorcio norteamericano ADA, por lo que fue sentenciado a cinco años de prisión, que no los pagó nunca. De retorno al país, el régimen socialcristiano le premió concediéndolo nada menos que el cargo de… ¡Presidente de la Corte Suprema de Justicia! Ahora los dirigentes de la derecha ecuatoriana se erigen en campeones de la anticorrupción y de la transparencia. Ver para creer. 

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martes, 8 de agosto de 2017

LA RUPTURA


Alianza País está rota. A poco de la victoria obtenida el 2 de abril con su binomio Lenín Moreno-Jorge Glas, la más importante organización política ecuatoriana se rompió en varios pedazos, principalmente en dos: los seguidores del fundador y declarado presidente vitalicio del movimiento, Rafael Correa, y los seguidores del flamante mandatario Lenín Moreno.

Los motivos de la ruptura no son de poca monta, pues envuelven principios, proyectos, objetivos y, por último, personalidades y estilos. Lo insólito y violento de la ruptura, ha causado desconcierto, decepción y alejamiento de numerosos militantes y simpatizantes a escala nacional. Para encender más la candela, a las discrepancias mencionadas se agrega la lluvia de acusaciones sobre corrupción que cae sobre Jorge Glas, el vicepresidente.

La gente se agita en medio de varios interrogantes, como los siguientes: ¿No fue el propio Rafael Correa  quien auspició este binomio y lo consagró posesionándolo el 24 de mayo? ¿No fue Lenín Moreno quien señaló reiteradamente que Glas no le fue impuesto por nadie sino que él lo escogió para completar el binomio en vista de tales y cuales virtudes del personaje escogido? ¿No se señaló de uno y otro lado que el triunfo de este binomio garantizaba la continuación de la Revolución Ciudadana? ¿No se reconoció abiertamente el liderazgo de Rafael Correa?

Cierto que Lenín Moreno, en uso de su legítimo derecho, señaló desde el primer día que su estilo no sería de confrontación sino de diálogo con toda la sociedad, por lo que tendía su mano incluso a los opositores de la víspera. Desgraciadamente, como señalamos en una nota anterior en este diario, al darse el diálogo principalmente con sectores de la derecha y del empresariado, en las filas de Alianza País y de sus aliados y votantes, se creó la percepción de que esa ruta era la que marcaría la acción del nuevo gobierno.

Y esto, además, porque tales sectores comenzaron a cantar victoria antes de hora, en relación con la oportunidad que supuestamente tendrían para borrar del mapa las leyes  alcanzadas tras largos años de lucha para beneficio de los pobres y del país, en general, como son  las de herencia y plusvalía, las de establecimiento de medios públicos, las de condena a los paraísos fiscales, etc.,etc.

¿Los anuncios y medidas para combatir la corrupción? Perfecto, y ojalá estas medidas se remonten a la época en que los gobiernos derechistas, siempre manejados por la oligarquía y los intereses extranjeros, entregaron el petróleo a las multinacionales y se feriaron el país, entre otras medidas privatizando empresas del Estado a favor de aquellos, como cuando vendieron el ingenio Aztra a los Isaías a precio de gallina robada.

A propósito, vale la pena recordar que esa banda mundial de pillos y delincuentes llamada Odebrecht se instaló en el país bajo el régimen de León Febres Cordero.


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miércoles, 2 de agosto de 2017

AVES CARROÑERAS


Son cobardes. No tienen la grandeza ni el valor del cóndor o las águilas. Esperan que la presa se desangre o agonice; mejor si está muerta del todo, si es ya simple carroña. Son cobardes. Practican el festín de la muerte. Igual que en la naturaleza ocurre en la sociedad, donde es frecuente ver el trajín de las aves carroñeras de la política, siempre a la espera de cadáveres, que en este caso pueden ser líderes o conjuntos humanos pero también instituciones, constituciones y leyes. Todo es apetecible para el hartazgo de los enemigos de la vida.

En la azotada patria de Eloy Alfaro, después de que las aves carroñeras de entonces le despedazaron a él y a sus mejores tenientes, la historia se ha repetido varias veces, como cuando el presidente Jaime Roldós voló en pedazos acausa de un complot macabro montado por la CIA, Israel, derechistas y altos mandos ecuatorianos. En la actualidad la historia tiende a repetirse. Las aves carroñeras de hoy son las mismas que desde el año 2008 quieren acabar con la Constitución más democrática de la vida nacional, con la Revolución Ciudadana en cuyo seno fue engendrada, con el llamado correísmo y su máximo líder. Las maquinaciones en ese sentido no son nuevas. Con anterioridad al 30-S ya proclamaron sus audaces apetitos, al procurar desestabilizar al gobierno de Rafael Correa intentando utilizar la figura del vicepresidente de entonces, Lenín Moreno, flamante presidente hoy día. 

En ese rumbo, el periodista estrella de El Universo, Emilio Palacios, director de opinión del mismo, publicó un artículo subversivo bajo el título “Lenin despierta”, en que propiciaba que de alguna manera el segundo mandatario diera un golpazo al primero y se erigiera en presidente de la República. En similares términos volvió a publicar otro artículo, “El hacha de RC”, en la edición del 30 de septiembre, que circuló en la noche del 29. Allí volvía a las andadas golpistas que, por cauce propio, tuvo en esa fecha su estallido sangriento. 

Cuando el presidente se encontraba en manos de los policías amotinados en aquel complot orquestado por la CIA, un vuelo de aves carroñeras, con periodistas incluidos, rodeó la vicepresidencia sugiriéndole que asumiera el mando nacional, vista la crisis producida. La respuesta del vicepresidente fue contundente: yo no soy ave carroñera. Esta frase histórica fue recogida por los medios privados, pese a su disgusto. Luego hemos tenido en el país las agitadas elecciones presidenciales y parlamentarias del 2 de abril, en que triunfó el binomio de Moreno y Jorge Glas. La campaña sucia y agresiva en su contra la recuerda todo el mundo. En los muros de Riobamba y otras ciudades los fascistas pintaban leyendas infames y macabras,  como aquella que expresaba “¡Muerte al tullido!”.

Una vez derrotada la derecha fascista y sus aliados de distintos colores, incluido el rojo escarlata, hoy las aves carroñeras, creyendo fácil de matar la Constitución y la Revolución Ciudadana, las atacan a mansalva, mientras preparan la horca para el líder ausente, y quizás también el gatillo para dispararlo en tierras europeas y así evitar que vuelva a joder algún día al Ecuador, supuestamente entonces  redimido para la banca, la gran empresa, las multinacionales del petróleo y en general, los poderes del gran capital y del imperio. 

Creen que la puerta del diálogo democrático propuesto por Lenin les abre a ellos las puertas del cielo neoliberal, no importa que para el pueblo sean las puertas del infierno. Pero cuidado, las aves carroñeras son cobardes y huyen frente a los gritos de advertencia, o cuando el dueño del predio les amenaza con un palo.


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