Santo y bueno si se tratara de una
demostración de rebeldía juvenil por una causa justa, pero en este caso el
cocinado huele a distancia, y no huele a rosas. Se ve claramente que es
parte del mismo plan de desestabilización golpista que viene reptando desde el
sangriento 30-S, y que hoy se junta a la bullanga del ISSFA, de las
incesantes y cada vez más escuálidas marchas anticorreistas, de las mil y una
tentativas de unidad de las escuadras políticas que no aciertan una en su
desesperación por recuperar el paraíso perdido, ese Carondelet que siempre fue
hacienda propia de la partidocracia, sus titiriteros imperiales y las gavillas
de salteadores a sus órdenes.
La desesperación de estos sectores es
tal que, por último, buscan cobijarse con el manto de la academia, como ocurrió el jueves pasado en Quito, donde se reunió una vistosa mazamorra para rendirle homenaje a Enrique Ayala Mora, ex rector de la Universidad Andina, hace días
proclamado ya candidato presidencial por una de las minúsculas agrupaciones
socialistas que animan la feria electoral que se aproxima. Allí estuvieron
sentados, formalitos y compuestos, en primera fila, Osvaldo Hurtado Larrea,
Alberto Dahik, generales Guillermo Rodríguez Lara y José Gallardo Román,
mientras unos cuantos "izquierdistas" se tapaban la cara para no salir
en la foto. Todo es parte de la misma tragicomedia, en que los estudiantes, sin
saberlo, cumplen un triste papel de carne de cañón.
El plan no es original ni solamente
nacional. Es el plan de la restauración conservadora-neoliberal diseñado en
Washington por los cerebros del capitalismo salvaje, que por ahora han dejado
en la bolsa de reservas a los Pinochet, Videla, Garrastazu, Alfredo
Poveda y otras hierbas venenosas, repudiadas por todos los pueblos de América
Latina y El Caribe. Esos cerebros prefieren los golpes blandos, una de cuyas
armas fundamentales es el calentamiento de las calles y la guerra global
mediática, dentro de la cual unos cuantos medios conocidos tienen más poder que
muchos generales y operan en unión de las grandes gerencias de la bancocracia.
De allí que, lejos de amainar la
tempestad, todo indica que se volverá tormenta, sin que a esos cerebros les
aplaque la sed de sangre las victorias electorales que han obtenido en
Argentina, Venezuela y Bolivia, pues más bien les ha enloquecido el apetito.
Creen que es llegada la hora de la anhelada restauración
conservadora-neoliberal.
A ello, desde luego, contribuyen los
crasos errores observados en todos estos procesos de cambio en el continente,
el Ecuador incluido. En unos casos, el triunfalismo que presume que no habrá
vuelta atrás en lo logrado; el apetito burocrático que consume presupuestos que
deberían orientarse al bien común; el sectarismo que aleja a quienes deben ser
tratados como iguales o como aliados; y, claro está, el amiguismo que encubre
malos pasos de dirigentes o funcionarios, y la tolerancia o benevolencia hacia
los actos de corrupción que el pueblo - el pueblo, no sus falsos
apóstoles ni supuestos líderes- señala con su dedo acusador
constantemente.
Por lo dicho, cabe esperar que las
notas de violencia estudiantil y política irán creciendo en el continente y en
nuestro país peligrosamente, sin que se descarte, y más bien deba advertirse,
que los francotiradores ocultos en la masa ( entrenados y pagados por la CIA) ,
cualquier rato aprieten el gatillo, para incendiar el país con dos o tres
estudiantes muertos.
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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
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