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jueves, 29 de octubre de 2015

OTRA VEZ JUDAS


Cuenta la leyenda que mientras Jesús rezaba sus oraciones postreras, seguro de la perversa cruz que le esperaba, uno de sus discípulos, Judas Iscariote, se le acercó y le besó en la mejilla. Era la contraseña para que los centuriones supieran con precisión que este era el hombre que los poderosos, romanos y judíos, los enviaron a capturar. En pago, el seudo apóstol, el traidor, recibió una bolsa con 30 monedas, que era el pago por su infamia.Desde aquel suceso, que lleva ya dos mil años de historia, el papel de Judas se ha repetido constantemente, siempre con similares consecuencias de sangre y lágrimas. Sólo que ahora la traición se cotiza en dólares y suma millones y millones. En nuestro Ecuador contamos con muchos episodios de felonía y compraventa de conciencias. Los besos de Judas se han repetido en numerosas ocasiones. Así tenemos lo ocurrido en 1997 con el derrocamiento del presidente Abdalá Bucaram, en aras de su reemplazo Fabián Alarcón.

Recordemos antecedentes. Contra toda predicción, en las elecciones de 1996, segunda vuelta, Bucaram triunfó ampliamente sobre su rival político Jaime Nebot Saadi, que era 'otra obra de León', como acostumbraban pintar los socialcristianos cualquier parche que Febres Cordero inauguraba en las carreteras. Entonces, al orgulloso gobernador del Guayas, Abdalá "le dejó tachuela", según el argot morlaco. Pero León, su cachorro perdedor y la todopoderosa oligarquía porteña, apenas triunfante el candidato de la despreciada "chusma", le declaró la guerra. Esta se llevó adelante en los medios, en los cuarteles y en los templos; en todos los espacios desde donde se podía influir en la masa para llegar a un temprano golpe de Estado. Desde antes de su posesión en el mando de Carondelet, la campaña fue despiadada y concertada. 

Todos los días abundaban las  historias horripilantes y devaluadoras de la imagen presidencial. Los caricaturistas y humoristas hicieron su agosto con la figura y la conducta del mandatario. Su mote de "loco" se volvió nombre y apellido para denominarlo, la banda presidencial un trapo sucio cualquiera. Los errores del gobierno, los actos de corrupción reales, supuestos o inventados, todo fue gasolina diaria que se echaba a la candela, bajo la mirada dominante de Leslie Alexander, el embajador yanqui, director de la orquesta golpista. Claro, para esto, los complotados necesitaban hacer mayoría en el Congreso Nacional a fin de asegurar el voto para destituir al mandatario. 

Sabiéndolo y dudando de la firmeza de los parlamentarios favorables, diputados del PRE (Partido Roldosista Ecuatoriano), el partido de gobierno, propusieron y lograron un paso muy original: que estos diputados registraran su firme adhesión al mandatario amenazado, ante notario público. En efecto, el 30 de enero de 1997, 35 de ellos, entre roldosistas e independientes,  concurrieron en Quito ante el Notario Vigésimo Quinto, Dr. Raúl Gaybor Secaira, y firmaron con su puño y letra una especie de juramento de amor eterno a Bucaram, en declaración que en punto primero consigna categóricamente: "Somos treinta y cinco diputados que estamos listos a defender al régimen constitucional y democrático del señor Presidente de la República, abogado Abdalá Bucaram Ortiz, por lo que la oposición jamás logrará conformar una mayoría parlamentaria". En el punto tercero de la famosa declaración, pedían " al señor Presidente que no ceda a la consabida presión corrupta de negociaciones políticas, ni se deje chantajear...”

Una semana después, muchos de los firmantes de esta declaración, pisoteaban su firma y su nombre y se embarcaban en el golpe de Estado fraguado por la embajada norteamericana y dirigida por Febres Cordero y Jaime Nebot Saadi. Entre quienes así procedieron, se destacó Eduardo Véliz, diputado por Galápagos, que hoy es agresivo opositor del presidente Rafael Correa. 

Con razón se oye al fondo las carcajadas de Judas, haciendo tintinear las 30 monedas.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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miércoles, 21 de octubre de 2015

EL REPARTO DE LA TORTA


No hablamos de la torta del cumpleaños, que siempre es exquisita e invita a la risa y a la canción. Hablamos de la torta del poder, y no de cualquier poder sino del que vivió nuestro lindo Ecuador a la caída de Abdalá Bucaram, a partir del 6 de febrero de 1997. Para ello, el capataz mayor, Leslie Alexander, embajador de la Yoni, en acto público efectuado en la ciudad de Cuenca el 30 de enero,  despotricó contra el mencionado mandatario, acusándolo abiertamente de corrupción, pisoteando así  su rango diplomático, lo cual no tenía ninguna importancia puesto que el paisito era una semicoloniua de los gringos.

Dada la orden por el capataz, la peonada política trepó inmediatamente a la camioneta. Jamil Mahuad, Fabián Alarcón y José Castelló a la cabeza de los complotados, unidos en fraternal racimo,  dieron la vuelta triunfal por las calles de Quito. El conductor de la camioneta era César Verduga, alias Patacón Pisao, y hermanísimo de Franklin, el diestro malabarista socialcristiano. Tras bastidores, movía los hilos el portentoso ingeniero León Priscilo Esteban Julián de las Mercedes Febres Cordero y Rivadeneyra Thyler (¡uf!), acompañado de su cachorro Nebot, que ejercía la mayordomía en la provincia del Guayas, en calidad de gobernador.

A todo esto, para convocar la plenaria del Congreso a fin de destituir a Bucaram, Fabián, el Fabiolo, exigió a los compactados que se le designara a él como presidente de la república en vez del gobernante defenestrado. El inconveniente se presentó ante el pataleo de la vicepresidenta Rosalía Arteaga, que reclamaba su derecho constitucional a la sustitución. No hubo problema: le dieron a chupar el caramelo por un día y luego la dejaron de lado sin el menor empacho. De este modo comenzó el breve reinado del Fabiolo.

Durante el mismo, se dió el más espectacular reparto de la torta, ejecutado por León, Nebot y los dos hermanos Verduga, ya mencionados. Así lo revelan los sabrosos diálogos, debidamente grabados,  que fueron divulgados en la última sabatina. Allí se ve como los socialcristianos se reparten ministerios, superintendencias, gobernaciones, etc., etc. Y se escucha a León reclamar como derecho propio el manejo de la Comisión de Tránsito del Guayas. Ustedes, giles, ¿saben para qué? Para ejecutar su propio "plan carro". ¿Y cuál era este? El reparto de carros robados y contrabandeados. Los robados procedían de Colombia.

No lo afirmamos nosotros. Lo dio a conocer en pleno febrescorderato un eminente socialcristiano: Jaime Vernaza Trujillo, al renunciar al puesto de director de la célebre Comisión de Tránsito del Guayas, embolsillada por León. De las denuncias de Vernaza se concluye, por ejemplo, que el yerno y secretario de Febres Cordero, Miguel Orellana, alias Cle Cle, recibió primero 5 unidades el 30 de abril de 1985, luego "otros dos carros procedentes de Colombia, luego otros 14 casi todos robados en Colombia, entre los cuales tres BMW ".

Entre los datos proporcionados figura la entrega de un jeep color café para uso de uno de los hijos de Nebot, así como varios vehículos para la Presidencia, Vicepresidencia de la República y la Secretaría General de la Administración ejercida por Joffre Torbay.

Según El Telégrafo, en sus revelaciones Vernaza Trujillo dijo que " el primer Asesor Presidencial, Dr. Franklin Verduga Vélez fue sorprendido por los vigilantes conduciendo un Mercedes Benz 230 robado en Colombia, pero que no fue detenido por las funciones que desempeñaba".

Estos apetecidos pedazos de la torta usted puede encontrarlos en las páginas del diario El Telégrafo (por ejemplo, de fecha 23 de julio de 1986), cuando este diario no era, como ahora, un diario público sino un periódico que pertenecía a un grupo privado de Guayaquil.

¡Si no serán conchudos los socialcristianos que ahora hablan de honestidad en los medios y en la Asamblea Nacional!  Para esta clase de banquetes pretenden volver a Carondelet, y podrían lograrlo, si fracasara la Revolución Ciudadana..

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miércoles, 14 de octubre de 2015

NO CALLAR



La central del espionaje y el terrorismo oficial de los Estados Unidos, la CIA, por ahora ha descartado fomentar golpes de Estado sangrientos en América Latina como aquellos que auspició y organizó durante tres décadas seguidas: años 50, 60 y 70, Entonces cayeron bajo la guillotina dictatorial Guatemala, República Dominicana, Ecuador, Brasil, Bolivia, Chile , Argentina, Uruguay, El Salvador y otras tantas naciones, mientras al mismo tiempo Washington sostenía como seguros testaferros a regímenes como los del PRI en México o el de Stroessner en Paraguay. Fue aquel el tiempo del desprecio a los derechos humanos, el imperio de la tortura, los desaparecidos, las legiones de exilados expulsados de sus respectivas patrias, en tanto se implantaba el reinado del neoliberalismo y el hambre de las masas aumentaba conforme crecía la deuda externa y el saqueo del petróleo y los minerales del continente.

Esa era de horror e ignominia concluyó en años recientes para dar lugar, en varios casos,  a  gobiernos revolucionarios y progresistas, entre  cuyos basamentos figuran  la defensa de la soberanía nacional, la recuperación de las riquezas naturales, la justicia social. Todo lo cual choca con las políticas de dominación imperial norteamericana.

Imposibilitada de volver actualmente a los golpes de Estado como los mencionados, la CIA aplica una nueva estrategia, conocida como la de los "golpes blandos", que se practica mediante una escalada de difamaciones, calumnias, desinformación, sabotajes, ocupación de las calles, marchas violentas, resurrección de partidos y personajes difuntos, empleo a discreción de los grandes medios, etc., etc.

Entre los principales métodos de los "golpes blandos", figura  descargar sobre los gobiernos insumisos toda clase de acusaciones de corrupción, conocida como es la justa sensibilidad popular contra este mal que siempre invadió la administración pública en nuestros países, lo que mueve a la decepción y al descontento de los gobernados, convirtiéndose en caldo de cultivo de los "golpes blandos". Y es que en todos los mencionados países, por honestos que sean sus conductores, la corrupción hace presencia con sus consecuencias devastadoras. Así lo vemos hoy en Brasil, donde Petrobras, la gran empresa del Estado, ha sido minada por los corruptos, pese a todo control y a la honradez personal de Dilma Rousseff y del propio Lula.

En el caso ecuatoriano, hoy corre por las redes una ola de fango: son las acusaciones a todo nivel contra el gobierno de Rafael Correa, en relación con cada obra grande de las muchas que se construyen, o bien de los programas sociales, educativos, militares, policiales, deportivos, de inclusión social. Esta ola de fango es lanzada por aquellos que en el reciente pasado fulguraron cual elevadísimos astros de la corruptela administrativa más desembozada, como fuera el caso de toda clase de traficantes del febrescorderato  y el gutierrato, ambos atados de pies y manos a las multinacionales tipo Texaco-Chevron y a la gran banca chulquera de Estados Unidos y criolla., Ellos ponen en práctica la táctica del ladrón callejero que corre gritando: ¡cójanle al ladrón!

Esto no quiere decir que todas las acusaciones sean  fruto de la maledicencia o el simple ánimo de dañar honras en la tenaz campaña con el gobierno de la Revolución Ciudadana. Así, se ha visto, por ejemplo, la veracidad en los casos de corrupción de instituciones como el IESS, ventajosamente sujetos a corrección y rectificaciones. Y es que ningún organismo nacional está libre de ser picado por los alacranes de la corrupción, ni siquiera los organismos más controlados como Petroecuador, o los proyectos más emblemáticos, como Yachay. Y es que donde está la troncha más jugosa, está más despierto el apetito voraz de los depredadores.

Así es, y el deber de todo revolucionario, de todo ser honesto es combatir la corrupción dondequiera se encuentre, y afecte a quien afecte. Cuando se conoce con certidumbre un caso de podredumbre,, el que lo sabe a ciencia cierta está en la obligación  de no callar, o se convierte en cómplice de la corrupción. Che Guevara dijo alguna vez que en una revolución se puede meter la pata, pero no la mano., En nuestro Ecuador, la Revolución Ciudadana debe cortarles la mano a los corruptos, si se quiere consolidar el apoyo popular, y que avance a plena marcha la revolución.


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