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miércoles, 28 de mayo de 2014

Jrap: una esperanza cierta

Entre los reveses que arrojaron las elecciones del 23 de febrero último, uno de los más graves fue la constatación de que considerables sectores de la juventud ecuatoriana, principalmente en Quito y Cuenca, se alejaron de Alianza País y apoyaron otras opciones políticas, combinadas con la derecha. Las causas han sido ampliamente divulgadas desde ese día: sectarismo, falta de debates democráticos internos, menosprecio a la opinión de las bases, etc. Conjunto de errores y defectos que permitió, por ejemplo, que la oposición ultra de diferentes colores manejara el problema del Yasuní a su antojo, conquistando amplios sectores de jóvenes y adolescentes mediante discursos hábilmente adobados, que incluyeron pronunciamientos seudo ecologistas de parte de feroces depredadores de bosques, ríos y manglares. Ahora mismo esos sectores anuncian cacerolazos masivos para el 5 de junio, a imitación de lo que se hace en Venezuela y con el mismo propósito de allá: desestabilizar el proceso en marcha, tumbar al gobierno y servir con ello los descomunales apetitos del imperio. La CIA, sus experimentados agentes y sus numerosos tontos útiles no trabajan en vano.

Para el gobierno de la Revolución Ciudadana, reconquistar el apoyo masivo de la juventud será cuesta arriba, especialmente si se toma en cuenta que hasta la fecha Alianza País no ha podido ni ha sabido articular una organización que canalice los sueños, las energías y la creatividad de la nueva generación, pese a disponer de toda clase de medios y recursos, como son los del arte, la cultura y el esparcimiento. Vacíos fáciles de llenar para la infatigable oposición  a través de la demagogia, los recursos monetarios y el tsunami cultural que maneja el imperio.

En estas condiciones, es alentador el surgimiento de movimientos juveniles que, apoyando los postulados de la Revolución Ciudadana, procuran moverse por cauces propios y organizarse a su manera.  Es el caso de la denominada “Juventud Revolucionaria Alianza País” o Jrap, como sus  miembros prefieren denominarse. La hemos visto nacer y crecer desde hace más de dos años, a través de encuentros y convenciones a tres de los cuales hemos concurrido como disertantes invitados: Riobamba, Jambelí, Guayaquil. En cada ocasión nos ha sorprendido el espíritu democrático con que sus miembros llevan a cabo ese tipo de reuniones. En Jambelí, por ejemplo, un centenar de concurrentes eligió una directiva nacional postulando y discutiendo candidaturas, emitiendo votos estrictamente secretos y respetando los resultados. En estos eventos no se han desplegado las clásicas ansias electoreras de otros, ni se han planificado gestiones de empleos burocráticos; en cambio, se ha puesto énfasis en la necesidad de la formación política mediante el conocimiento de los problemas contemporáneos del país y de América Latina, así como rescatando las figuras emblemáticas de nuestra historia, como es el caso de Eloy Alfaro.  Por otra parte, del seno de la Jrap surgen figuras juveniles que cautivan el interés de los demás. Por ejemplo, en el encuentro del 17 de mayo reunido en Guayaquil, una militante de l8 años, manabita, sorprendió a todos con un discurso improvisado, alejado de lugares comunes y de las recetas repetitivas que tanto aburren al público y que demuestran la vaciedad de la mayor parte de la oratoria actual, gris y copista.

El caso de la Jrap demuestra la posibilidad de emprender en movimientos juveniles de vasto alcance, siempre que se aplique la sabia enseñanza de Simón Rodríguez, el maestro del Libertador, que sentenció: “O inventamos o erramos”.

E-mail: jaigal34@yahoo.es          Twitter: @jaigal34
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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
Twitter: @lufecahe 

miércoles, 21 de mayo de 2014

DOS ANIVERSARIOS

Hoy se cumplen dos aniversarios de trascendental alcance nacional y latinoamericano. El más cercano y doloroso: 33 años del asesinato del Presidente Jaime Roldós Aguilera y sus ocho acompañantes, incluida su esposa. 33 años de investigaciones accidentadas y engañosas, 33 años de impunidad y burlas a la justicia. El otro aniversario, heroico y luminoso: 192 años de la Batalla de Pichincha, que dio inicio a nuestra vida independiente, rompiéndole el espinazo a la bárbara dominación española sobre el actual territorio ecuatoriano.
En el primer caso, hoy se presentan nuevas expectativas de esclarecimiento del magnicidio, envuelto como fue desde el comienzo en una maraña de falsedades, encargada de ocultarlo y convencer a la opinión pública de que todo fue un trágico accidente a causa de las fallas del piloto de aquel ataúd volante, el avión presidencial. Esta esperanza nace de la decisión de reabrir la investigación dispuesta por el Fiscal General, doctor Galo Chiriboga, en circunstancias en que el público viene sensibilizándose cada vez más acerca del tema, a partir de la proyección del documental “La Muerte del Presidente Roldós”, de mucho éxito nacional e internacional, a lo que también contribuirá la reedición del libro “Quienes Mataron a Roldós”, a presentarse esta tarde, desde las l8 horas, en Quito, en la Biblioteca de FLACSO.
En cuanto al aniversario de la inmortal Batalla, este se da cuando dentro del país y en todo su entorno continental está más vivo e impetuoso que nunca el anhelo de alcanzar la Segunda y Definitiva Independencia, ya que la lograda por los Libertadores se vio mediatizada por las oligarquías locales, aliadas al nuevo amo colonial: los Estados Unidos. Además, Pichincha es el símbolo del más puro internacionalismo latino americano, necesario de actualizar y revivir en esta hora. Allí, en el sacrificio y la victoria fraternizaron ecuatorianos, venezolanos, colombianos, peruanos, bolivianos, argentinos, chilenos, en  suma, Nuestra América.
Claro que no faltan las voces y actitudes negativas frente a estos dos aniversarios históricos. Allí se emboscan los que dicen que no deben removerse las cenizas de Jaime Roldós, pues el caso es asunto concluido. Son los que temen la verdad y el castigo de la justicia, que debe imponerse sin contemplaciones para que la impunidad desparezca para siempre.
En cuanto al aniversario de la Batalla de Pichincha, es vergonzoso que el Municipio Metropolitano a esta altura del tiempo esté debatiendo acerca de la letra del Himno de Quito, en que originalmente consta una referencia antihistórica, según la cual “España amó a Quito”, cuando en aquellos tiempos la Corona hispánica odiaba tanto a la capital de los Shyris, que primero asesinó a los patriotas durante la Revolución de las Alcabalas, y dos siglos después, el 2 de Agosto de 1810, asesinó a los patriotas encarcelados en el Cuartel Real de Lima, a dos pasos de Carondelet, para salir luego a matar hombres, mujeres y niños en las calles y viviendas de la capital. Total más de doscientas víctimas de la insania y ferocidad de los opresores españoles. Cifra descomunal, como si hoy se masacrara de golpe a más de dos mil quiteños y quiteñas. ¿Y el asesinato en la hoguera del valeroso defensor de Quito, General Rumiñahui?
Solo a mentalidades oscuras y colonizadas como la del Obispo Bernardino Echeverría, ya fallecido, se le pudo ocurrir una letra donde se canta a los enemigos y masacradores de Quito. Y  conste que este tipo de juicios no los ha formulado únicamente el pensamiento izquierdista del país sino también emblemáticos católicos como el Arzobispo Federico González Suárez. Mal hace, pues, el flamante alcalde metropolitano, Mauricio Rodas, ponerse bajo la capa de Sebastián de Benalcázar y no bajo la luz de los patriotas del 10 de Agosto, para entonar una notas que constituyen una vergüenza para la capital.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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Roldós, más acá de la tumba

Muchos en Ecuador, en Estados Unidos y otros lares del mundo desearían fervientemente que la memoria del presidente Jaime Roldós se fuera cada vez más allá de la tumba, hasta llegar al eterno olvido. Con ello, el horrendo magnicidio del 24 de mayo de 1981 quedaría para siempre en la impunidad, como ha sucedido hasta hoy, cuando se cumplen 33 años del crimen que le arrebató la vida a él, a su esposa, Martha Bucaram Ortiz; al general Marco Aurelio Subía, ministro de Defensa, su esposa, y cinco personas más entre pilotos y tripulantes. Total: nueve ecuatorianos víctimas de un siniestro plan nacional e internacional concebido por una feroz horda de caníbales.
Pero la radiante figura de Jaime Roldós está lejos de haberse eclipsado. Así, el año pasado el fiscal general, Galo Chiriboga, decidió reabrir la accidentada e inconclusa investigación del caso, en tanto que poco después se proyectaba en el país el documental ‘La muerte del Presidente Roldós’ que, con todas sus debilidades, apunta hacia la versión del crimen y nos muestra el entorno histórico de entonces, donde estaba en su gloria el Plan Cóndor ideado en 1975 por las dictaduras de Pinochet y Videla, para frenar ‘el peligro comunista’ decapitando a sus líderes y masacrando a cuantos se opusieran a los designios del imperio y su instrumento favorito: la CIA.
En el mencionado documental, el general Richelieu Levoyer, ejemplo de militar demócrata, exhibe y da crédito al libro ‘Quiénes mataron a Roldós’, de Jaime Galarza Zavala. Pues bien, esta obra, publicada en 1982, al año del magnicidio, reaparece ahora en tercera edición que se presentará en Quito en la Biblioteca de la FLACSO, dentro de un importante panel sobre el tema ‘La impunidad en Ecuador durante el siglo XX’, en que además de este caso se enfocarán los de la Hoguera Bárbara, la represión contra Alfaro Vive y la desaparición de los Hermanos Restrepo, con la participación de Pedro Restrepo, Eduardo Puente, Susana Cajas y Jaime Galarza como panelistas. El acto se llevará a cabo en la Biblioteca de FLACSO el jueves 22 de mayo, desde las 6 de la tarde. Posteriormente se efectuará un acto similar en Guayaquil, cuna del presidente asesinado.
Esto demuestra no solo que la memoria de Jaime Roldós se mantiene viva sino que, además, nos reta para nuevas y trascendentales acciones, como es esta de unir mentes y corazones para luchar contra una de las peores herencias históricas que arrastra nuestro pueblo: la impunidad. Impunidad que no se ha dado solo en los casos mencionados sino en cientos y cientos de matanzas individuales y colectivas, en ciudades y campos. Ejemplos: 15 de noviembre de 1922, la masacre obrera de Guayaquil; 3 de junio de 1959, masacre popular en Guayaquil cometida por el gobierno socialcristiano de Camilo Ponce Enríquez; matanza de estudiantes en 1968, durante la Rebelión de los Bachilleres, por citar únicamente algunos casos. Con todo lo cual podemos concluir que a Jaime Roldós Aguilera no lo podrán matar.

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