Entre
los reveses que arrojaron las elecciones del 23 de febrero último, uno de los
más graves fue la constatación de que considerables sectores de la juventud
ecuatoriana, principalmente en Quito y Cuenca, se alejaron de Alianza País y
apoyaron otras opciones políticas, combinadas con la derecha. Las causas han
sido ampliamente divulgadas desde ese día: sectarismo, falta de debates
democráticos internos, menosprecio a la opinión de las bases, etc. Conjunto de
errores y defectos que permitió, por ejemplo, que la oposición ultra de
diferentes colores manejara el problema del Yasuní a su antojo, conquistando
amplios sectores de jóvenes y adolescentes mediante discursos hábilmente
adobados, que incluyeron pronunciamientos seudo ecologistas de parte de feroces
depredadores de bosques, ríos y manglares. Ahora mismo esos sectores anuncian
cacerolazos masivos para el 5 de junio, a imitación de lo que se hace en
Venezuela y con el mismo propósito de allá: desestabilizar el proceso en
marcha, tumbar al gobierno y servir con ello los descomunales apetitos del
imperio. La CIA, sus experimentados agentes y sus numerosos tontos útiles no
trabajan en vano.
Para
el gobierno de la Revolución Ciudadana, reconquistar el apoyo masivo de la
juventud será cuesta arriba, especialmente si se toma en cuenta que hasta la
fecha Alianza País no ha podido ni ha sabido articular una organización que
canalice los sueños, las energías y la creatividad de la nueva generación, pese
a disponer de toda clase de medios y recursos, como son los del arte, la
cultura y el esparcimiento. Vacíos fáciles de llenar para la infatigable
oposición a través de la demagogia, los
recursos monetarios y el tsunami cultural que maneja el imperio.
En
estas condiciones, es alentador el surgimiento de movimientos juveniles que,
apoyando los postulados de la Revolución Ciudadana, procuran moverse por cauces
propios y organizarse a su manera. Es el
caso de la denominada “Juventud Revolucionaria Alianza País” o Jrap, como
sus miembros prefieren denominarse. La
hemos visto nacer y crecer desde hace más de dos años, a través de encuentros y
convenciones a tres de los cuales hemos concurrido como disertantes invitados:
Riobamba, Jambelí, Guayaquil. En cada ocasión nos ha sorprendido el espíritu
democrático con que sus miembros llevan a cabo ese tipo de reuniones. En
Jambelí, por ejemplo, un centenar de concurrentes eligió una directiva nacional
postulando y discutiendo candidaturas, emitiendo votos estrictamente secretos y
respetando los resultados. En estos eventos no se han desplegado las clásicas
ansias electoreras de otros, ni se han planificado gestiones de empleos
burocráticos; en cambio, se ha puesto énfasis en la necesidad de la formación
política mediante el conocimiento de los problemas contemporáneos del país y de
América Latina, así como rescatando las figuras emblemáticas de nuestra
historia, como es el caso de Eloy Alfaro. Por otra parte, del seno de la Jrap surgen
figuras juveniles que cautivan el interés de los demás. Por ejemplo, en el
encuentro del 17 de mayo reunido en Guayaquil, una militante de l8 años,
manabita, sorprendió a todos con un discurso improvisado, alejado de lugares
comunes y de las recetas repetitivas que tanto aburren al público y que
demuestran la vaciedad de la mayor parte de la oratoria actual, gris y copista.
El
caso de la Jrap demuestra la posibilidad de emprender en movimientos juveniles
de vasto alcance, siempre que se aplique la sabia enseñanza de Simón Rodríguez,
el maestro del Libertador, que sentenció: “O inventamos o erramos”.
_______________________________________________
P.D. Le invito a que escriba su comentario
en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho
a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando
Carvajal Herrera.
Atte.
Twitter: @lufecahe