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lunes, 19 de marzo de 2012

¡GRACIAS, DIOSA BLANCA!


Estados Unidos es el reino del Dios Dólar, que domina el mundo con el apoyo de otras divinidades, como la Diosa Blanca, nombre celestial de la todopoderosa cocaína. Si un milagro hiciera que de pronto cesara la circulación y el consumo de la droga en el territorio yanqui, se derrumbaría todo el Imperio, no únicamente un par de Torres Gemelas. Y es que por sus venas corren anualmente 700 mil millones de dólares provenientes de este gran negocio de la muerte. Un Everest de dinero, que va a las fauces de la gran banca imperialista que esclaviza a la humanidad y al propio pueblo norteamericano, que al fin reconoce a su principal enemigo: Wall Street. Razón tiene la gran mafia de elevar su diaria oración a quien le da tanto poder y fortuna:
-Gracias, Diosa Blanca!
Pero no es únicamente la acumulación de dinero lo que hace de la droga un regalo de los dioses para el  Tío Sam y sus áulicos de dondequiera; lo es también el hecho de que se lo puede utilizar como arma para destruir pueblos, gobiernos y honras. En el caso del Ecuador tenemos dos pruebas a la mano: el 9 de noviembre de 1986 le fue colocado un paquete de cocaína en su carro a Abdalá Bucaram, en Panamá, donde se hallaba asilado, dentro de un sórdido complot entre LeónFebres Cordero, y el dictador Manuel Antonio Noriega, narcotraficante y agente de la C IA reclutado por el viejo Bush. Objetivo: impedir que en esa época Bucaram retornara al Ecuador y se candidatizara para la Presidencia. En 1991, un grupo de policías panameños, encabezados por Evaristo Gómez y Vilma Cabezas, mediante declaraciones notariadas y videos, confesó la autoría del paquetazo ideado y ejecutado por el dúo Febres-Noriega, sacando a relucir nombres de distinguidísimas figuras del Partido Social Cristiano como Miguel Orellana, yerno del capo, entre los enlaces del plan criminal. Es de imaginar la fiesta armada en el Ecuador cuando llegó la noticia de que Bucaram había sido detenido en Panamá por tráfico de drogas. Los mafiosos de nuestra política habrán bailado de contento:
¡Gracias, Diosa Blanca!
En estos días estalló en el país otro escándalo de drogas: el descubrimiento de 40 kilos (un quintal) de cocaína en la valija diplomática enviada por nuestra Cancillería a Italia. Los socialcristianos, el gutrierrismo y sus socios de farándula brincaron de alegría, acusando nada menos que al Canciller Ricardo Patiño  por este otro paquetazo. ¡Qué conchudos! ¡El burro hablando de orejas!, claro con el apoyo entusiasta de los altavoces mediáticos. No importa que apenas se hayan iniciado las necesarias investigaciones: lo que importa es cortarle la cabeza al Canciller de hierro, y desbancar así al gobierno mientras avanza la conjura preparada para caotizar el país, con ideólogos ocultos que lanzan frondosos manifiestos por Internet clamando: “Inundaremos Quito”, es decir, nos tomaremos la ciudad con la consabida destrucción de bienes y personas. Todo en una marcha que nos recuerda aquella famosa Marcha sobre Roma, dirigida por Benito Mussolini, que dio lugar a la implantación del fascismo en Italia y contribuyó a sentar las bases de la fatídica Segunda Guerra Mundial: ¡Gracias, Diosa Blanca!

viernes, 16 de marzo de 2012

OPOSICIÓN Y CONSPIRACIÓN


“Inundaremos Quito”: esta es la consigna que circula profusamente por Internet, revelando así el propósito de ciertos promotores de la marcha iniciada el 8 de marzo en El Pangui, ZamoraChinchipe, y que se propone llegar a la capital el próximo 22. En este caso, “inundar” no es un verbo cariñoso ni tierno, y está brutalmente presente en las inundaciones que sufren varias provincias, especialmente en la Costa, donde viviendas, vidas humanas, sembríos, animales domésticos y vías padecen la crudeza de un invierno implacable. Además, “inundar” la capital de los ecuatorianos trae el recuerdo de las iracundas amenazas de “tomar Quito” que , en sus momentos, hiciera León Febres Cordero, cuando Alcalde de Guayaquil, a la cabeza de las marchas en defensa de Fernando Aspiazu y demás mafiosos de la banca fraudulenta.
Claro que en la marcha actual hay que distinguir la oposición de la conspiración, pues se hallan presentes los dos elementos. Uno es la fanesca de ultraizquierdistas, izquierdosos inflados de vanidad y ansias presidenciables, demócratas electoreros, dirigentes sociales angustiados por recuperar vigencia, y derechosos no tan ultras. Esta franja de manifestantes constituye lo que podría llamarse, con beneficio de inventario, oposición política. A su lado y confundidos con ella, marchan los frustrados golpistas del 30-S, que “inundaron” Quito con sangre y lágrimas en su afán de acabar con el Presidente Rafael Correa. Hoy les mueve el mismo fin pero en un contexto mucho más peligroso, cuando su amo del Norte –léase gobierno de Estados Unidos, la CIA y el Pentágono- arrecian su odio contra la soberanía de los pueblos y proclaman abiertamente su decisión de acabar con los procesos liberadores de América Latina, señalando como blancos de sus disparos a Venezuela, Ecuador, Cuba, Nicaragua y Bolivia. Esto para comenzar. Aguzando sus amenazas, Obama, el Presidente guerrerista, acabar de darle plazo de 180 días a su Secretaria de Estado, Hilary Clinton, para que consiga que los gobiernos de estos países abandonen su amistad con la República Islámica de Irán. ¿Qué viene después, si no lo consigue? Ella, desde luego, encantada; basta recordar cómo hizo la V de la victoria y bailó de placer al momento que supo que los secuaces de la OTAN asesinaron a Gadaffi: el secuestro de Libia estaba consumado.
Cierto que los candorosos –por decirlo suave- niegan la presencia de peligros golpistas en el país. Así, en entrevista publicada en El Comercio el 11 de marzo, Francisco Rhon, cientista social y asesor de Alberto Acosta, afirma que existe “un contexto internacional donde es difícil la alteración de la democracia…No es una coyuntura para dictaduras”; con lo cual  olvida que hace dos años la CIA y los fascistas de Honduras, por mano de militares y policías, derrocaron al Presidente Manuel Zelaya y establecieron el terror. Por su parte, los grandes medios llamados “independientes” cuadruplican el número de manifestantes y, de yapa, propician decapitar al Canciller Ricardo Patiño, a propósito de la valija diplomática cargada con un quintal de cocaína, cuyo origen está por establecerse y que bien podría tratarse de un macabro paquetazo político, similar al que en 1986 fue colocado en el carro de Abdalá Bucaram, allá en Panamá, por maquinación del dúo Febres-Noriega. Todo puede ser en un mundo manipulado por las mafias y la CIA.  

miércoles, 7 de marzo de 2012

GOLPE A LA VISTA


Solamente los ciegos absolutos y los miopes de conveniencia no ven o niegan lo que está más claro que la luz del mediodía: en el Ecuador se mueve un nuevo plan de golpe de Estado, un nuevo 30-S, más complejo y mejor articulado que el fallido entonces. El plan es internacional y local. Forma parte de las acciones criminales emprendidas hace tiempo por el llamado “imperio invisible”, ese gobierno mundial en las sombras que agrupa a los magnates más poderosos de Estados Unidos, Europa y Canadá, a las corporaciones de ese origen, las cadenas globales de medios, la gran banca. Los instrumentos de dominio para las tareas más brutales son, por supuesto, la CIA, el Pentágono y la OTAN. Apoderarse del petróleo, el gas natural, el uranio, el oro y otras materias primas son prioridades clave. Esa ha sido, cabalmente, la hoja de ruta en las invasiones, destrucción y colonización de Afganistán, Iraq y Libia; esa la que está presente en la confabulación contra Irán y Siria: esa en los atentados contra Rusia; esa en las diarias amenazas contra los gobiernos del Ecuador, Venezuela y Bolivia, contra el ALBA y el CELAC formados hace poco. El “imperio invisible” no tolera la soberanía de las naciones, la independencia de los gobiernos, la presencia de líderes opuestos a sus designios. Eliminarlos es la condición para que pueda sobrevivir, extenderse y perdurar el gobierno mundial, aún engulléndose a socios menores como Grecia.
En el Ecuador de hoy eso es lo que se halla en juego: arrancarle al país de las políticas liberadoras de América Latina, para lo cual derrocar al Presidente Rafael Correa (o mejor, desaparecerlo), es objetivo número 1. Las marchas anunciadas para días próximos, a iniciarse el 8 de marzo y culminar el 22 con la toma de Quito, tienen esa oculta y macabra finalidad en la agenda de la CIA, cuyos agentes más notorios ni siquiera disimulan su presencia, como es el caso de ese ínclito patriota del 30-S, que de jefazo de la inteligencia militar, destituido por Correa, funge hoy de dirigente social, manipulando a pequeños comerciantes. Claro que no todos los organizadores de las marchas son agentes pagados por el “imperio invisible”. Entre ellos figuran también los que sinceramente creen que no hay ningún plan de desestabilización de por medio, la derecha agonizante pero aún poderosa, los tontos útiles de una izquierda boba, el clan de políticos que se creen presidenciables y están convencidos de que Correa no podrá ser vencido en las elecciones de 2013, amén de un conjunto de militares y policías siempre movidos y aceitados por el Imperio.
Por cierto, también hay razones de fondo utilizadas por los titiriteros del plan golpista. Es el descontento por determinadas acciones y omisiones del gobierno, como la falta de una real aplicación de la anunciada y postergada Revolución Agraria, que debe permitir la redistribución de la tierra y un acceso a la misma por parte del campesinado; y esto cuando el propio Presidente Correa lanzó hace dos años la tesis de que “sin Revolución Agraria no hay Revolución Ciudadana”. Pero una cosa es reclamar al gobierno el cumplimiento de sus propias promesas, y otra muy distinta hacerle el juego al “imperio invisible” y a sus visibles testaferros.