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miércoles, 29 de mayo de 2013

MÁS VALE TARDE....

El dicho es antiguo y propio de la sabiduría popular: "más vale tarde que nunca". Ahora cabe  aplicarlo a la anunciada disposición de la Fiscalía General para reabrir la investigación sobre la muerte del Presidente Jaime Roldós Aguilera, su esposa Marta Bucaram Ortiz y los miembros de la comitiva y tripulantes del fatídico avión despedazado en el aire (pues no hubo estrellamiento alguno), el 24 de Mayo de 1981. Esta versión  la sostuvimos no ahora sino hace 31 años, en el primer aniversario del siniestro. Y no lo dijimos en voz baja sino en el libro "Quienes mataron a Roldós", lanzado abiertamente al público y prácticamente prohibido de circular por el gobierno derechista de Osvaldo Hurtado Larrea, heredero entonces del Palacio de Carondelet.
La investigación que se efectúe 33 años después del magnicidio se topará con muchas dificultades, tantas o más de las que enfrentaron las tres comisiones parlamentarias que a lo largo de varios años recibieron montones de documentos y testimonios pero no llegaron a conclusión definitiva alguna. En el ínterin, muchos actores, testigos y pistas han desparecido, lo que convierte la nueva fiscalización en una enorme cuesta arriba.
A favor, sin embargo, hay una circunstancia salvadora: el cambio de época propiciado y liderado por el Presidente Rafael Correa, quien, además, sufrió la macabra suerte del intento de su propio magnicidio el 30 de Septiembre de 2010. Además, los poderes implicados en el asesinato del Presidente Roldós están ahora disminuidos en nuestra patria, como es el caso de la derecha criolla, la CIA y su legión de testaferros.
Por otra parte, la masiva recordación de la "Hoguera Bárbara" que tuvo lugar el año pasado, en el primer centenario del holocausto de Eloy Alfaro y sus tenientes, sensibilizó a todo el pueblo , y particularmente a la joven generación, respecto de que nunca más debe permitirse la impunidad del crimen político en el Ecuador. Porque en este caso la sangre de las victimas nos desangra y avergüenza a todos.
La causa debe ser reabierta pero debe marchar con celeridad y paso firme, por encima de todo tipo de temores y compromisos. Ni los responsables del Ecuador de hoy ni la ciudadanía tenemos el menor derecho a dejar a nuestros hijos y nietos la carga de crímenes monstruosos que no supimos descubrir ni castigar a tiempo.
Si en la actual coyuntura, favorable a la reapertura de la investigación, militares, civiles o familiares de las víctimas del caso, omiten su contribución al esclarecimiento definitivo y consiguientes sanciones, los hombres y mujeres honrados de este país deberán recoger los nombres de estos antipatriotas, elaborar con ellos una Placa de la Infamia y colocarla en la Plaza de la Independencia, al pié de la Estatua de laLibertad, erigida por mandato del Presidente Eloy Alfaro. 


E-mail: jaigal34@yahoo.es         Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.

miércoles, 22 de mayo de 2013

CASO ROLDÓS: UN TSUNAMI DE MUERTES


Se respira un aire de libertad, el sol domina el horizonte: la Batalla de Pichincha, 24 de Mayo de 1822, nos arrancó del yugo hispánico, y ahora, 191 años después, la esperanza alza su vuelo en todo el territorio ecuatoriano al iniciarse el nuevo gobierno de la Revolución Ciudadana, presidido por Rafael Correa. Bien que se celebre con ello la fecha gloriosa, cuando ya venía quedando atrás, gracias a que la Junta Militar impuesta por la CIA el 11 de Julio de 1963, la sustituyó por las "fiestas de  Quito", las del 6 de Diciembre, que honran.. el fin de la dignidad quiteña, con su defensor, el General Rumiñahui, quemado vivo en la Plaza Mayor de la naciente capital colonial.. Fiestas de borracheras masivas con trago regalado al público a costa del Erario nacional.
Ahora es distinto, pues soplan vientos de soberanía y se abren, aunque lentamente, las puertas de la justicia. Pero en medio de la alegría y el optimismo, un nubarrón ensombrece los corazones: el recuerdo de que en fecha conmemorativa, el 24 de Mayo de 1981, fue asesinado el Presidente Jaime Roldós Aguilera, con su esposa y toda su comitiva, siendo así decapitados los sueños de todo un pueblo por un mañana mejor. 
Y lo más doloroso: el enorme crimen permanece en la impunidad. El miedo de unos, los cálculos de otros, la subvaloración del hecho determinan este nuevo capítulo de perdón y olvido, que ha sido tan nefasto en la historia de la República, y más cuando en el caso Roldós hay todo un tsunami de muertes que se desató a raíz del monstruoso acontecimiento. Basta con citar  la muerte o desaparición de campesinos de la zona donde se dió el magnicidio, en las montañas de Celica, Loja, y los siniestros de dos aviones militares a poco de aquello, en que perecieron el Capitán Rodrigo Bueno y el Mayor Sergio Bayas, cada uno por su lado y acompañados de otros pilotos y tripulantes, en circunstancias en que los dos eran testigos claves del suceso, el primero por haber sido el que confeccionó la carta del vuelo de la muerte, y el segundo por desempeñarse ese fatídico día como Jefe de la Base Aérea en Quito.
Si este tsunami que se abatió sobre tantos hogares de civiles y militares ecuatorianos fueron alguna vez investigados, nadie conoce hasta hoy los resultados. ¿Se los conocerá algún día, si es que existen? ¿Se harán las investigaciones que no se hicieron?
Hay quienes dicen: que debemos olvidar el pasado y caminar hacia el futuro. Complicidad o ceguera: nadie puede subir a la cumbre cargando a la espalda un montón de cadáveres.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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jueves, 16 de mayo de 2013

LA MUERTE DE ROLDÓS


Después de la matanza de Eloy Alfaro y sus tenientes –enero de 1912-, entre tantos crímenes políticos  que se han cometido en el país y han quedado en la impunidad, ninguno tan grande como el magnicidio del Presidente Jaime Roldós Aguilera, que pereció el 24 de Mayo de 1981 junto con su esposa Martha Bucaram Ortiz, el Ministro de Defensa, su esposa, los pilotos y toda la tripulación. Total, nueve ecuatorianos condenados a muerte por los designios imperialistas, la CIA mediante, con el beneplácito internacional de la derecha, particularmente de la democracia cristiana, una de cuyas figuras emblemáticas, el Vicepresidente Osvaldo Hurtado Larrea, pasó a sentarse encima del cadáver del ilustre mandatario.
El macabro caso viene actualizándose estos días con motivo del estreno de la película “La Muerte de Roldós”, presentada en el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura y replicada en otras salas del país. Ocasión que ha servido para que salga a flote, una vez más, el inmenso cariño que el pueblo guardó al Presidente que fuera destrozado cuando su avión estalló en el aire, aunque la  versión oficial fue la de un imposible estrellamiento en las montañas de Celica. Versión avalada inmediatamente por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, cuando recién se iniciaba la supuesta investigación.
Claro que la película no se hace cargo  de la peligrosa tesis del magnicidio, aunque sí la menciona, como también expone la oficial de entonces, pero sí presenta el contexto internacional en que se dio el suceso, con un Presidente ecuatoriano digno y valeroso, enfrentado a las dictaduras que por aquel tiempo fueron fabricadas en todo el continente, y de las que dan cuenta los sendos juicios penales contra Pinochet, los genocidas argentinos y el asesino múltiple Ríos Montt, de Guatemala, sentenciado en estos días a 80 años de cárcel.
La teoría del magnicidio la sustentaron en su momento el renombrado periodista norteamericano Seymour Hersh y John Perkins, autor del célebre libro “Confesiones de un gángster económico”, el primero de los cuales acusó directamente al dictador  panameño Manuel Antonio Noriega, quien fuera por largos años agente de la CIA, mientras el segundo implicó directamente a esta central del espionaje y el terrorismo de los Estados Unidos. En lo local, es bueno recordar que tanto el presidente León Febres Cordero como su Ministro de Defensa, general Luis Piñeiros, le endilgaron a Hurtado esta enorme acusación a través de la prensa, señalando que trepó a la Presidencia de la República “gracias al magnicidio en que pereció el Presidente Roldós”. Ahora, al cumplirse 32 años del horrendo crimen, ¿alguien se atreverá a actualizar la investigación del magnicidio?       ¿Talvez la Asamblea Nacional? ¿ O quedará en la impunidad como ha ocurrido siempre con los crímenes políticos en el desdichado Ecuador?

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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miércoles, 8 de mayo de 2013

SANGRE EN CARONDELET

Mientras Julián Assange cumplirá en junio próximo un año de encierro involuntario, aunque salvador, en la embajada ecuatoriana de Londres, las verdades que él desencadenó en potentes chorros a escala universal, siguen golpeando con fuerza al gran Imperio del dólar, mediante millones de WikiLeaks que documentan el siniestro papel de su diplomacia, al confabularse con toda clase de bribones para propiciar golpes de Estado y manipulaciones mil  en las que la mano enguantada de la CIA asoma inconfundible.
Es el caso del Ecuador, donde vemos la poca simpatía de los yanquis hacia la dictadura militar del general Guillermo Rodríguez Lara, particularmente por su política petrolera nacionalista, que le llevó a ingresar en la OPEP, crear CEPE, anular concesiones   gangsteriles como las otorgadas por el presidente Otto Arosemena Gómez al fantasmal consorcio norteamericano ADA en elGolfo de Guayaquil
Por esos Wikileaks, publicados únicamente por El Telégrafo, sabemos también que el golpe palaciego que desplazó a esta dictadura- que duró desde febrero de 1972 hasta comienzos del 76- gozó de las simpatías imperialistas porque el jefe del nuevo gobierno instalado en Carondelet, “el Almirante Poveda, es el más pro norteamericano”, como lo califica el embajador Brewster. Lo que no revelan los documentos publicados –es de esperar que asomen otros nuevos- es la macabra tragicomedia encabezada por el general Raúl González Alvear el 1 de septiembre de 1975, comandado no desde un cuartel militar, sino ¡desde una funeraria! Desde la Funeraria Quito, situada en Mejía y García Moreno, por más señas.
Una caricatura de golpe de Estado, que nació, como se ve, con olor a cadáver y que produjo un baño de sangre dentro y fuera del Palacio de Carondelet: 11 soldados muertos, 14 civiles asesinados, y más de 20 militares y ciudadanos heridos. En cuanto al héroe de la jornada, capitán araña de alto rango, que hubo ya penetrado al Palacio para hacerse cargo de los destinos del país, salió a la carrera, saltando entre muertos y heridos, para refugiarse él solo, abandonando a sus compañeros de complot, en la casa del embajador norteamericano, el cual le recordó que Estados Unidos no reconoce el derecho de asilo, por lo que le encaminó a la embajada de Chile, que en nombre del gran Pinochet, le acogió  maternalmente.
Allí terminó la aventura golpista del general Raúl González Alvear, cuya hazaña la relata él mismo en un mamotreto de 474 páginas, un libraco titulado “Memorias para la historiaecuatoriana- 1 de septiembre de 1975”, publicado en 2004Entre otras maravillas, el libro contiene un documento que los agentes de la CIA pusieron a circular profusamente antes del fallido golpe, como uno que se atribuye a un anónimo “investigador militar” y que contiene una lista de personajes políticos y periodistas que supuestamente se hallaban a sueldo de Rodríguez Lara, en la que figura el escritor Jaime Galarza Zavala, que por entonces estuvo preso durante dos años, justamente bajo el Gobierno de Rodríguez Lara, a raíz de la publicación de su obra El Festín del Petróleo. Los militares de hoy deberían conocer  bien esta historia, que es una breve enciclopedia de la infamia y la traición. Así comprenderían mejor lo que son la CIA y el fascismo.

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miércoles, 1 de mayo de 2013

DOS HISTORIAS, DOS LECCIONES


Terminó el mes de abril que, para el Ecuador y América Latina, más que perfumes primaverales trae recuerdos teñidos de sangre. Cierto que entre nosotros el día 13 de Abril es fecha de gloria, por ser el natalicio de Juan Montalvo, símbolo de genio creativo y de pasión por la libertad, pero este mes también nos recuerda el tenebroso asesinato de Milton Reyes, líder universitario, en 1970, cuando era Ministro de Defensa Jorge Acosta Velasco, denunciado por Philip Agee como agente de la CIA.
Abril fue también, en 1961, el mes del asalto a Cuba en Bahía de Cochinos por un batallón de mercenarios de origen cubano, domesticados, entrenados y armados por la CIA, solo para rendirse cobardemente a las 24 horas. Y especialmente, abril es el mes de uno de los más inicuos actos intervencionistas del Pentágono, cuando en 1965 40 mil marinos norteamericanos invadieron la República Dominicana, pequeño territorio caribeño- la quinta parte del territorio ecuatoriano-, que a la sazón contaba con apenas cuatro millones y medio de habitantes.
La invasión tuvo por finalidad frenar la revolución popular que había estallado contra el gobierno títere impuesto por los yanquis, una vez derrocado en 1963 el Presidente Juan Bosch, que representaba la dignidad del país y era resuelto defensor de su soberanía y declarado amigo de la Revolución Cubana. Lo de siempre: miles de muertos y heridos, prisioneros torturados y patriotas lanzados al exilio. Todo  mientras la falaz OEA servía de taparrabos a los impúdicos invasores.
La invasión a la República Dominicana nos repitió la lección que América Latina aprendió en Guatemala en 1954: que el Imperio del dólar es implacable frente a los procesos revolucionarios, sin detenerse en la invasión,  la guerra y el establecimiento de sanguinarios títeres cuando ve afectados o amenazados sus descomunales intereses.
Cobijada en esta historia dominicana, hay una pequeña pero elocuente historia ecuatoriana.  Tomamos el diario capitalino El Comercio, edición del domingo 7 de mayo de 1965, un mes después del gigantesco asalto mencionado. Leemos este titular de escándalo: “UN COMUNISTA ECUATORIANO DIRIGIÓ SUBLEVACIÓN ROJA EN REPÚBLICA DOMINICANA. Se trata de Jaime Galarza que estaba en las guerrillas del Toachi en 1962 y fue quien dirigió el movimiento terrorista en el Ecuador hasta que se inició la revolución dominicana”.  El engendro periodístico publicado por El Comercio tenía su origen en Río de Janeiro, y traía el sello de USIS, la agencia noticiosa norteamericana, vinculada a la Casa Blanca y a la CIA, como todo el mundo lo sabe. 
Al día siguiente de aparecido el engendro, el padre de Jaime Galarza, doctor Rafael Galarza Arízaga, distinguido parlamentario, periodista y catedrático de la Universidad Central,  acudió a la redacción del diario y pidió que se aclarara esta malévola información, pues su hijo nunca estuvo en la República Dominicana, se hallaba perseguido con saña por la dictadura que imperaba en el Ecuador (la Junta Militar dirigida por el Contralmirante Ramón Castro Jijón) y la versión norteamericana podría tener funestas consecuencias para el inculpado. El Comercio ofreció publicar esta aclaración, y pese a la insistencia del Dr. Galarza, nunca lo hizo. Seguramente para el periódico tenía más valor la versión de USIS y la CIA que la palabra de un ecuatoriano conocido y respetado por todos. 
Una breve historia que tiene algún interés público, y una lección más sobre lo de siempre: para los grandes medios privados, la tan cacareada libertad de expresión es pura paja.

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