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miércoles, 18 de mayo de 2016

TERREMOTO EN BRASIL


No se trata, como en el caso de Ecuador, de un sismo producido por la naturaleza. En el caso del gigante sudamericano, se trata de un sismo político de incalculables proporciones, que afectará a todas las porciones del continente americano. Un sismo provocado por la poderosa  derecha, representante del capitalismo salvaje del país y de los emboscados intereses norteamericanos.

Desde  cuando Luiz Inácio Lula da Silva, ganó las elecciones presidenciales por primera vez, aquella mafia antipopular y antinacional enloqueció sin remedio. ¡Cómo! ¿Aceptar que el líder de los pobres, emblemático dirigente sindical, conduzca los destinos de la potencia sudamericana? ¡Eso jamás!

Peor todavía aceptar que una mujer revolucionaria con un fuerte historial guerrillero fuera la continuadora del líder de las multitudes. Y más todavía cuando esta mujer  tuvo la audacia de ser reelegida como presidenta. Ese momento la locura llegó a límites tales que violación de derechos constitucionales y cien leyes más fue convertida en descarado puente para que el vicepresidente - el “Judas Temer” como lo llama el pueblo-, se convierta en primer mandatario mientras Dilma Rousseff espera en capilla que le corten la cabeza.

El cuento inventado para este golpe de Estado asegura que Temer gobernará únicamente seis meses, mientras dura el juicio político contra la presidenta. Pero es de sobra conocido que lagarto que come no vomita, y en este caso los golpistas no aflojarán la presa porque si lo hacen tendrán por delante el triunfo del odiado Lula en las elecciones del 2018.

Además, los Estados Unidos no lo aceptarán, pues tienen clavada en su mente imperial la sentencia del corrupto ex presidente Nixon: “Hacia donde se incline Brasil se inclinará América Latina”. Y los yanquis pretenden que Brasil se incline a su anterior papel de subimperio de los gringos, y que en consecuencia se dispare contra Unasur, Celac, Petrocaribe, Mercosur; es decir, contra todos los mecanismos de unidad e integración latinoamericana y caribeña que tantos sueños y tanta sangre les ha costado a nuestros pueblos.  

Claro que para lograrlo tendrán que pisotear toda forma de vida democrática y restablecer –por el momento sin charreteras- la feroz dictadura militar pro yanqui que sumió al Brasil en un lago de horror y llanto por cerca de veinte años, luego del derrocamiento del gobierno democrático y nacionalista de Joao Goulart en1964.

Por cierto, entre las causas que determinaron este gran sismo político, hay que incluir los errores del gobierno del Partido de los Trabajadores, que ventajosamente son hoy materia de una profunda autocrítica entre sus dirigentes y militantes. Entre esos errores  figuran cierta arrogancia del poder, los apetitos de una alta y costosa burocracia, la falta de vigilancia y energía para descubrir oportunamente y castigar con mano de hierro toda manifestación de corrupción.

Todo lo cual, a más de ser una enorme tarea revolucionaria para el futuro inmediato, debe constituir una lección para todos los gobiernos democráticos e izquierdistas del continente. En  el caso ecuatoriano, esta lección es urgente de asimilar,  si no se quiere que al trágico sismo del 16 de abril se sume pronto un terremoto político de incalculables proporciones.


E-mail: jaigal34@yahoo.es            Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.

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jueves, 12 de mayo de 2016

Al toque del clarín

En los cuarteles, al toque del clarín se levantan los soldados y comienzan las actividades militares. También al toque del clarín, cuando llega el caso, se inician los enfrentamientos en el terreno de la respectiva contienda. Por tanto, el toque del clarín puede conducir al ejercicio físico que proporciona vida, o bien a la acción que lleva al derramamiento de sangre y a la muerte. Hoy, en nuestra patria, sacudida por el terremoto del 16 de abril, y entre cientos de inesperados ataúdes y miles de heridos y damnificados, se oyen las primeras notas de un nefasto clarín que llama a la revuelta contra el gobierno que preside Rafael Correa Delgado. Esas notas son amplificadas por los grandes medios privados y voceados en gran escala por las redes de internet, hábilmente manejadas para pescar incautos.

Se trata de una arremetida golpista que tiene varios actores y que pretende utilizar a la oficialidad joven de las Fuerzas Armadas y a la tropa como carne de cañón para recuperar el poder total a favor de los grupos antiecuatorianos-antipopulares que se sienten desplazados (aunque lo hayan sido en pequeña escala) y que añoran la noche neoliberal bajo cuyo manto, durante décadas, hicieron de Ecuador botín de asaltantes, casa de chulqueros con carnet de banqueros, y prostíbulo político. Todo ello bajo complicidad y protección del imperio del Norte.

El pretexto para este toque de clarín es la supuesta agresión oficial contra la majestad militar a propósito del reclamo de los 41 millones de dólares de más pagados por el Ministerio del Ambiente al Issfa por los terrenos de Los Samanes, en Guayaquil, cuando lo que se debió pagar era el valor señalado por el avalúo municipal, que era de 7 millones de dólares. (La responsabilidad del ministerio en este pago fraudulento es otro cantar). Para atizar la candela hay jefes militares que reúnen a mandos medios y a la tropa en distintos lugares (por ejemplo, en Cariamanga, provincia de Loja).

Este ambiente golpista no es de hoy: ya funcionó el 30 de septiembre de 2010, con elementos de la FAE en Quito y de la Marina en Guayaquil que se sumaron a la fracasada rebelión policial. También se hizo presente a propósito de la decisión del presidente Correa de expulsar del país a los 50 miembros del grupo militar norteamericano, asentados en Quito en la embajada con título de asesores y fuero diplomático, sin que nadie supiera ni a qué militares ni para qué les asesoraban estos expertos en guerras de agresión, paramilitarismo y escuadrones de la muerte. Con motivo de dicha expulsión -medida de sana soberanía- se desplegó fuerte bulla en repartos militares, aduciendo que así se perjudicaba el entrenamiento, las prácticas de tiro y hasta la supuesta provisión de uniformes gratuitos, que en verdad buena plata le cuesta al pueblo ecuatoriano.

La actual clarinada golpista es doblemente criminal porque, en primer lugar, atenta contra la débil democracia que vivimos y que, más bien, debería ser consolidada con una serie de medidas radicales; y en segundo lugar, porque se trata con ello de debilitar la necesaria y valiosa participación de las Fuerzas Armadas en el apoyo a las poblaciones azotadas por el sismo, y en la implementación de los urgentes e indispensables planes de vivienda. De allí la necesidad de que en el país se toque con fuerza el clarín que llame a todos los ecuatorianos, civiles y militares, a rechazar toda manifestación de golpismo, sin perjuicio de atacar resueltamente las manifestaciones de aprovechamiento inmoral de fondos y ayuda material, y toda expresión de oportunismo político, dentro y fuera del Gobierno.

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jueves, 5 de mayo de 2016

¿Un paso adelante, dos pasos atrás?

Lenin, el célebre conductor de la Revolución  de Octubre de 1917, que acabó con el brutal y centenario dominio de los zares, escribió un libro intitulado Un paso adelante, dos pasos atrás, encaminado a describir los tropiezos que se hallan en los procesos revolucionarios, donde en ocasiones se avanza un paso y luego se dan dos pasos atrás. El título de esa obra lo utilizamos para el presente artículo, de modo interrogante, porque al interior de la Revolución Ciudadana (movimiento Alianza PAIS) y otros sectores democráticos, tiene lugar hoy un debate muy encendido, que por el momento no hace mucho ruido pero puede derivar en estruendosas llamaradas, con motivo del anuncio hecho por el presidente Rafael Correa respecto del ofrecimiento de apoyo del Fondo Monetario Internacional dada la emergencia derivada del terremoto del 16 de abril, así como la declaración de que se pondrán en venta importantísimos bienes del Estado, como la central hidroeléctrica Sopladora, el Banco del Pacífico, canales de televisión, etc.

Dejando de lado el cúmulo de acusaciones y tergiversaciones sobre el tema desatados por los sectores de oposición, que van desde la ultraderecha a la ultraizquierda; dejando de lado sus escupitajos lanzados a través de las redes, se vuelve indispensable el análisis oportuno y severo del tema desde el ángulo de un bien entendido nacionalismo y de la construcción de un Estado que sirva al país en su conjunto y en especial a las grandes mayorías, que van de clase media baja hacia abajo, lo que significa más de la mitad de la población ecuatoriana. A propósito, hay que recordar que todos los bienes y empresas cuya venta se postula fueron ganados para el Estado de manos de la banca chulquera que saqueó los fondos de sus depositantes y del Estado mismo, como fuera el caso de los préstamos que les hiciera el Banco Central. Un ejemplo de ello fue la incautación de las 150 empresas de los Isaías, hoy prófugos de la justicia ecuatoriana y protegidos por el imperio allá en Miami. Si esas empresas se venden, aunque fuera en menos del 50 por ciento, nada raro sería que los mismos Isaías vuelvan a ser sus dueños, aunque sea parcialmente, a través de testaferros, como en estos casos acostumbran hacerlo los potentados de cualquier país. Además, allí estarían listos los inversionistas norteamericanos que promueven guerras y aprovechan los terremotos y los tsunamis para instalarse en las naciones víctimas a pretexto de ayuda solidaria. Haití, ocupado por empresas yanquis y por diez mil soldados de igual procedencia a raíz del macabro terremoto que sufrió años atrás, es buena prueba de ello, como lo es también el ejemplo de las guerras imperialistas contra países como Irak o Libia, donde llegan compañías como la Bechtel o Haliburton a cosechar contratos multimillonarios para restaurar servicios destruidos por la aviación de Estados Unidos y la OTAN.

Claro, no se puede negar que la reconstrucción de Manabí y otras zonas afectadas por el gran sismo requieren ingentes recursos, es decir miles de millones de dólares, pues la espectacular ayuda solidaria del pueblo ecuatoriano y del mundo mismo no es suficiente, y habrá de buscarse esos recursos a través de distintos mecanismos, entre los que deben figurar los que provengan de las grandes fortunas, con repatriación de inversiones fraudulentas (‘Papeles de Panamá’, por ejemplo), y contribuciones forzosas de organismos como la Junta de Beneficencia u otros, donde se halla la plata de los ecuatorianas y ecuatorianas. De otro modo, la larga noche neoliberal, de la que habló tantas veces el Presidente, caerá sobre el país como un manto de tinieblas, y adiós esperanzas de los pobres, adiós Revolución Ciudadana.

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