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miércoles, 27 de marzo de 2013

SIN CHÁVEZ

La hermana República Bolivariana de Venezuela está lanzada a una jornada decisiva en la historia de su joven Revolución: salvarla el 14 de abril mediante el triunfo electoral de Nicolás Maduro, candidato presidencial seleccionado por el  Comandante Hugo Chávez, como lo diera a conocer al mundo el 8 de diciembre pasado en su último viaje a Cuba, en previsión sin duda de su cercano final.
Llorado intensamente por las multitudes desgarradas de dolor por su desaparición, el líder ratificó hasta el último su fe revolucionaria y la seguridad de que su patria continuaría con firmeza en el camino emprendido años atrás, y confirmado masivamente en las urnas y en el rescate del rol del conductor y de su propia humanidad durante el sangriento pero fallido golpe de Estado del 2002.
Desde luego, estas elecciones, sin Chávez, se tornan más difíciles, pues su muerte alentó y alimentó a las aves carroñeras del Imperio y de la oligarquía venezolana, seriamente golpeada pero viva y poderosa. Allí están unidas la antipatria y la contrarrevolución en torno a la figura deleznable de Henrique Capriles, cuya previsible derrota  electoral no significará resignación de los vencidos ni paz para Venezuela. Él mismo ha dejado ver lo que vendrá cuando califica brutalmente a Maduro como “pura paja”. Claro, esta oposición amenazante produce, como efecto saludable, una mayor unificación de los revolucionarios y sus mandos, que saben perfectamente que el vacío dejado por el Comandante sólo puede ser llenado con una fuerte dirección colectiva, que no dé lugar a resquebrajamientos de ninguna clase.
Nicolás Maduro está apercibido de la situación y, además, del crecimiento desbordante de problemas como la inseguridad y la delincuencia, que son fenómenos universales, alimentados por la globalización de las mafias y el neoliberalismo, a parejas del tsunami cultural originado en el Imperio y en los antros de las burguesías locales. Ese tsunami cultural que se expresa en el consumismo galopante (ropa de marca, auto del año, sexismo, lujo, comida chatarra), en el individualismo destructivo y el espíritu de la competencia malsana, aupados por una publicidad avasalladora y por la fiebre mediática incontrolada. Justamente, Maduro acaba de pronunciarse resueltamente a favor de combatir este problema por todos los medios, en una batalla que sólo será posible ganarla levantando fuertes muros revolucionarios para contener el tsunami cultural. Y esto incorporando en masa a la juventud y a la niñez a través de la educación, el arte y el deporte. Sin Chávez, el chavismo debe multiplicarse en la creatividad, la decisión y las acciones.    

E-mail: jaigal34@yahoo.es         Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte. 

miércoles, 20 de marzo de 2013

VARGAS TORRES Y EL VATICANO

VARGAS TORRES Y EL VATICANO

Mientras el Vaticano, luego de la consabida emisión de humo blanco, consagraba al nuevo papa, Francisco I, de nuestra católica ciudad de Cuenca debía salir humo rojo –rojo de sangre- en recordación de que allí, hace exactamente 126 años, se cometió uno de los más monstruosos crímenes en la historia ecuatoriana: el fusilamiento del Coronel Luis Vargas Torres, altísima figura entre la pléyade de héroes y pensadores que entregó a la patria la Revolución Alfarista. 
Derrotado en Loja al cabo de una episódica victoria guerrillera, conducido a la cola de un caballo hasta Cuenca, sometido a un juicio inicuo y acusaciones donde la baba del odio político y religioso chorreó sobre las leyes y la propia Biblia, el 20 de marzo de 1887 fue fusilado en la Plaza Mayor (hoy Parque Calderón),el egregio patriota esmeraldeño, que contaba 32 años de vida breve, ejemplar y gloriosa; el revolucionario que entregó todos sus bienes y el fruto de sus negocios a la caja de la Revolución, a fin de que Alfaro comprara armas y pertrechos para la guerra necesaria contra el despotismo y el oscurantismo , contra los terroristas y corruptos que tiranizaban  el país. 
A la época de su asesinato, regía el gobierno de José María Plácido Caamaño, símbolo de la oligarquía asentada en Guayaquil y Quito con la bendición del alto clero, es decir, del Vaticano. El mismo Caamaño que dos años antes había fusilado en similares condiciones al jefe del Partido Liberal Radical, Nicolás Infante, jefe de la legendaria montonera denominada Los Chapulos. Y que siete años después, en 1894, se cubriría de triste fama, como Gobernador de Guayaquil, propiciando el vil negocio que la historia conoce como la Venta de la Bandera.
El clericalismo fanático, jamás iba a perdonar al joven que, durante cinco años, perteneció a la Compañía de Jesús en calidad de novicio, para abandonarla y entregarse por entero a la revolución a la que contribuyó con sus ideas,  sus bienes y su vida. Ahora mismo es un ejemplo de ética, moral y valor revolucionarios. En cuanto a su luminoso pensamiento, basta citar una frase de su obra “La Revolución del 15 de noviembre de 1884”, publicada en Lima, Perú, en ese año:” Es imposible que una Nación pueda prosperar a la sombra del terror y del fanatismo católico: la experiencia nos lo enseña y viendo estamos que, en el mundo civilizado, son las más atrasadas las naciones donde imperan esos dos resortes del retroceso. 
La terrible amalgama de lo humano y lo divino, de lo político y religioso, es la cadena forjada por Plutón en las fraguas del Vaticano”. Consecuente con esos pensamientos, seguro de que el infierno, representado por Plutón, ordenaba entonces la vida, la servidumbre y la tragedia de nuestro pueblo, Vargas Torres se negó ante el Obispo León a confesarse. Enfrentó de pie, rechazando la venda ofrecida, al pelotón de asesinos armados por la oligarquía y los jerarcas de la Iglesia.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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miércoles, 13 de marzo de 2013

YANQUIS: ¿QUÉ DERECHOS HUMANOS?

Miserias mil, efectivamente, han padecido nuestros pueblos bajo la bota yanqui que a lo largo del tiempo nos despojó de territorios (México es el ejemplo más contundente), nos invadió con sus tropas racistas y brutales (Nicaragua, Guatemala, Grenada, República Dominicana, etc.), promovió dictaduras por todas partes: Ecuador, Brasil, Argentina, Venezuela,  Uruguay, Paraguay, Chile, Perú, toda Centroamérica, con el mandato imperial de establecer el poder neoliberal para que nos saqueara mejor los recursos naturales, financieros y culturales, convirtiéndonos en colonias apenas disfrazadas de repúblicas independientes. Y todo ello en nombre de la libertad, como señaló la magna profecía.
Pero Bolívar se quedó corto, dado que el tiempo no le permitió ver lo que vendría en el siglo veinte, a partir de 1898, con la declaración yanqui de guerra a España, el debilitado imperio español que, derrotado en el conflicto, entregó al todopoderoso vencedor LaFlorida, Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Hawái y otras colonias hispánicas, hasta hoy sometidas de cualquier modo al yugo norteamericano. Y más allá todavía: basta ver la tragedia del pueblo palestino, errante por el mundo, con su patria invadida por el Estado de Israel creado en 1948 como un Estado canalla a órdenes del Pentágono para servir de trampolín al expansionismo bélico de Estados Unidos, en contra de los pueblos árabes  e Irán. Y más allá todavía, al llevar la destrucción masiva a Irak, Libia y Afganistán, inundados de sangre de niños, mujeres y ancianos, aparte del sacrificio de incontables millares de soldados y patriotas.
Todo este horror desenfrenado, siempre en nombre de la libertad, de la democracia, de la prosperidad económica de las naciones. Y lo que es más inaudito y desvergonzado: en nombre de los derechos humanos. Esos derechos que el Imperio no respetó nunca en ninguna parte, que los viola diariamente en el orbe entero, incluso  en el seno del propio pueblo norteamericano, víctima de los grandes narcotraficantes que enriquecen a WallStreet, de monstruos paranoicos que asesinan a escolares y gente de la calle bajo la protección directa o indirecta de la Asociación Nacional del Rifle, manipulada por los grandes fabricantes de armas. Y claro, siempre contando con la complicidad del mundo capitalista y los organismos multinacionales como la ONU, la OTAN, la Unión Europea, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otras pantallas que sirven, en forma desembozada o camuflada, al Imperio más sórdido y brutal que registra la historia de la Humanidad.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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miércoles, 6 de marzo de 2013

HASTA SIEMPRE, COMANDANTE


Los grandes muertos son porfiados: se niegan a desaparecer; no desaparecen nunca. Tal ha ocurrido en Nuestra América con  Bolívar, Sucre, Eloy Alfaro, Martí, Che Guevara, tantos otros. Se hacen presentes cuando los pueblos están abatidos, tentando caminos, encendidos de fe y esperanza. Cuando cunden las amenazas de los poderes imperiales que arrasan libertades y justicia, independencia y soberanía. Cuando suenan tambores que anuncian resistencia. Eso ocurre hoy día con la muerte del Comandante Hugo Chávez Frías, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Su figura se levanta más alta que nunca, por encima de un mar de banderas y de lágrimas, de puños decididos y de ese clamor que retumba en todos los continentes: ¡CHAVEZ NO SE VA!  Y es que en verdad, Chávez no se va, no puede irse cuando los pueblos del continente lo necesitan como nunca para consolidar el largo sueño de la Segunda Independencia y la construcción del socialismo del Siglo XXI, que tiene en él su seguro y probado abanderado. No puede irse cuando la humanidad toda ha visto erguirse su robusta figura para enfrentar a los dinosaurios imperiales que devoran pueblos enteros como Palestina, Libia, Iraq, Afganistán para tragarse sus recursos naturales como única fórmula para tonificar al capitalismo que se niega a morir para que viva la humanidad. Este capitalismo en quiebra económica y moral, lo mismo en Europa que en Estados Unidos, en los palacetes bancarios de América Latina o en el Vaticano. Chávez no puede irse porque es símbolo de unidad de los pueblos y de amistad y entendimiento entre los seres humanos.
Claro que los dinosaurios se muestran gentiles y amables ante su muerte. Pero esto es respeto de protocolo, hipocresía refinada, engañifa de sepulcros blanqueados. Ya los veremos actuar sin pérdida de tiempo en procura de dividir al pueblo bolivariano de Venezuela, en medio de cantos de sirena para convocar a una supuesta democracia, tinta en sangre de mártires y torturados, en sudor de pobres haraposos y hambrientos, herencia que fueron de aquella república manejada por oligarcas al servicio de multinacionales petroleras y del látigo de los amos de Washington. Pero no podrán lograrlo ahora, pues como exclaman las multitudes hoy: TODOS SOMOS CHAVEZ. Porque su liderazgo, sus realizaciones materiales y sociales, sus  iniciativas para unificar a los pueblos del continente y del mundo se volvieron carne en la carne de la gente común y de sus conductores, sangre en la sangre ardiente de los luchadores. De allí que Nuestra América, cesa sus labores un momento, saca el pañuelo de los adioses para agitarlo en el aire de la libertad, y exclama con voz de siglos: Hasta mañana, líder inolvidable. Hasta el mañana. Hasta siempre, Comandante.

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