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miércoles, 27 de febrero de 2013

PATRIA PARA SIEMPRE

Himno, escudo y bandera
Una antigua canción del Azuay expresa en quichua:

    Rinimi llacta rinimi,
   may carupi causangapa,
   mana quiquin llacta shina,
   cuyanguichu runataca.

Lo que en español significa:

  (Voy a partir, patria mía,
  a país extraño y distante.
  No tienes tú para el indio
  ternura propia de madre).

Eran los tiempos en que el campesino del Azuay o Cañar, dueño de una miserable parcela o carente de la más mínima, huía de la miseria o de los amos brutales hacia los ingenios azucareros del Guayas, o se dirigía a los campos petroleros de la Anglo, saqueados por los ingleses en la Península de Santa Elena, o hacia las minas de oro de Zaruma o Portovelo, saqueadas por los norteamericanos.  Eran los tiempos del “Éxodo de Yangana” para los comuneros de Loja, despojados por los latifundistas; los tiempos en que los huasipungueros de Chimborazo, Cotopaxi, Pichincha,  Imbabura o cualquier otra provincia serraniega se levantaban contra la opresión del terrateniente y caían masacrados. Eran los tiempos en que los montubios eran esquilmados en las plantaciones de cacao o banano por amos criollos y extranjeros, mientras la Shell asesinaba huaoranis en el Oriente y los negros del Chota o Esmeraldas mordían el amargo pan del desempleo. Y no solo la población del campo padecía las secuelas de la pobreza y el abandono; igual drama sucedía con las tejedoras de sombreros en el Austro o Manabí, con los pobladores del suburbio en Guayaquil y demás ciudades. El Ecuador era un país de fugitivos, de hombres y mujeres errantes, de seres para quienes la patria no tenía ternura propia de madre. Esto se volvió una tragedia masiva desde los años 60 del siglo veinte, y se acentuó sin término en los años siguientes, especialmente desde los grandes atracos bancarios, para terminar con el cuarto de toda la población nacional, más de tres millones, persiguiendo el sueño americano, español o italiano, solo para encontrarse luego en el callejón sin salida del capitalismo en crisis, expulsados de unos u otros países, encarcelados o asesinados, mientras acá, Ecuador adentro, las familias yacían destrozadas, con la añoranza de los que se fueron y enfrentadas al alcoholismo y a las drogas que hacían presa de jóvenes y niños procedentes de tales hogares. En toda esta sombría realidad la patria estuvo siempre ausente, y el paisanaje bien pudo repetir estos versos:

   Por patria tenemos solamente
   himno, escudo y bandera,
   un color en el mapa de América,
   un asiento en la ONU
   y  un asiento en la OEA.

De allí también el triunfo de Rafael Correa en las recientes elecciones del 17 de febrero: el dolor por la patria ausente,  la esperanza en que la patria vuelve,  está volviendo. Y que tendremos patria para siempre. 


E-mail: jaigal34@yahoo.es         Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

¡A LA CARGA!


¡A la carga! Esa era la orden que impartían los Libertadores a sus heroicas tropas en las Guerras de Independencia. ¡A la carga! Y ellas y sus jefes se lanzaban contra los poderosos ejércitos de España, a vencer o morir por la libertad de América Latina. Allí están sus huesos, sembrados en los campos de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, en fin, en todo el inmenso territorio que cubre el continente desde el Río Bravo hasta la Patagonia.
En nuestra patria, heredera de esos martirios y esas glorias, la consigna se impone nuevamente. Cierto que no para formar tropas contra nadie, ni aceitar los fusiles, ni preparar los cañones o lanzar indómitas caballerías. No. 
La hora del Ecuador y del continente es otra. Hoy es el momento de las urnas, y en las urnas, pacíficamente, sin alharacas, el 17 de febrero la ciudadanía acaba de propinar un golpe demoledor a las fuerzas del pasado y a los diversionistas que las sirven. Golpe al pecho de los opresores y esclavistas contemporáneos: la gran burguesía, la banca chulquera, el Imperio que sustituyó a España con más cadenas y más ferocidad que antes. Golpe apabullante contra la derecha, el oportunismo político, la demagogia, la prepotencia inmoral de los grandes medios. Un movimiento de gigantes, compuesto por gente de toda clase, desde niños hasta ancianos, acompañados de resueltas oleadas de mujeres.
La contundencia de esta marcha triunfal conducida por Rafael Correa Delgado, no significa que la Revolución Ciudadana avanzará sin tropiezos ni obstáculos. Momentáneamente aturdida, la oposición volverá a las andadas dentro y fuera de las calles, dentro y fuera de los templos, los colegios y las universidades, los cuarteles y los medios. Cuando el lagarto está herido, lanza sangrientos y furibundos coletazos. De allí que se debe concebir el futuro inmediato como una guerra compleja, sin pólvora, pero de grandes dimensiones. Y de allí que retorna la consigna de los Libertadores: ¡A la carga!
¡A la carga contra la miseria y las causas que generan pobreza, inmigración, atraso y delincuencia! ¡A la carga contra la corrupción judicial que supervive y prolonga el mercadeo de la justicia! ¡A la carga contra los privilegios de unos pocos en desmedro de los derechos de las mayorías! ¡A la carga por una patria que brinde pan y empleo, salud y educación a quienes siempre fueron postergados: indios, negros, cholos y montubios! ¡A la carga por la dignificación de los medios! ¡A la carga contra el sistema que nos hizo, primero esclavos de la Deuda inglesa, y luego de la Deuda norteamericana! ¡A la carga por una Asamblea Nacional que afirme en la ley la conducción de la Revolución Ciudadana liderada por el Presidente Correa! ¡A la carga en nombre del futuro y la esperanza! ¡A la carga por la Segunda y Definitiva Independencia del Ecuador y América Latina!

E-mail: jaigal34@yahoo.es         Twitter: @jaigal34
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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte. 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Y DESPUÉS... ¿.QUÉ?


Sí, es cierto: el 17 de febrero, en la elección de presidente, triunfará "el que sabemos". El que lo saben todos, incluidos  los componentes de esa fanesca rancia llamada oposición. Y el triunfador ganará acompañado de una considerable nómina de asambleístas, ni tan numerosos como los desearía, ni tan escasos como lo imploran a Jesús del Gran Poder y al Tío Sam los cruzados de la partidocracia. Y es aquí donde viene la pelotera; no solamente por el número, sino porque, aparte de una valiosa legión de asambleístas claros y firmes, habrá también un contingente de bocas silentes y de calientasillas sin más mérito que el endoso del voto presidencial, fáciles de ser despistados y confundidos.
 En esa arena, los gladiadores de la demagogia harán su agosto, obstaculizando la aprobación de leyes, voceando calumnias espectaculares, proponiendo fiscalizaciones a troche y moche, provocando incidentes.
Todo en el mejor estilo de los famosos congresos nacionales, donde Febres Cordero acaudillaba a los "patriarcas de la componenda", Nebot amenazaba  con mear encima de algún diputado socialista y el Pocho Harb tiraba al suelo y pisoteaba el sombrero de Salvador Quishpe, hoy en andariveles políticos fraternos con el legislador racista.

Esto naturalmente con luces, cámara y acción de los grandes medios, encabezados por la prensa sipera, hija de la SIP fundada en 1942 en La Habana,bajo el ala cariñosa de la primera dictadura de Fulgencio Batista, por decisión de los grandes periódicos yanquis y sus congéneres de otros países.
En tales condiciones, ¿de dónde sacar fuerzas para batir con éxito a la contrarrevolución  desatada, y avanzar por el camino de las leyes transformadoras y las realizaciones trascendentes? Sin duda, para hallarlas con clara definición lo primero que se impone es someterlo todo al fuego purificador de la autocrítica, sin favor para nadie, a fin de ubicar las fallas actuales y las responsabilidades. Y desde luego, combatir el sectarismo que desune y rompe, tanto como los desmedidos apetitos burocráticos de ciertos partidarios y del enjambre de huairapamushcas que siempre se introducen en el carro del triunfo.
Como también se vuelve impostergable  desechar los consejos que piden cesar las confrontaciones y conciliar, y que provienen de las hadas madrinas, protectoras de   reyes y reyezuelos del pasado,  cuando en la historia nacional hay episodios trágicos derivados de las políticas de mano blanda, como aquella del "perdón y olvido" propugnada por Eloy Alfaro, que le llevó a la "hoguera bárbara", o las vacilaciones del Presidente Roldós, que le llevaron a morir incendiado en el aire sobre la montaña de Huairapungo.
En las condiciones del Ecuador, conciliar es detenerse, detenerse significa retroceder, y retroceder equivale a morir.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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miércoles, 6 de febrero de 2013

ANTES DE MORIR


Hay seres generosos que en el lecho mortuorio, antes de partir para siempre,  dedican sus últimas caricias  y los bienes que poseen, pocos o muchos, a los demás. Se van con la alegría de ser despedidos con amistad o amor, según los casos. Pero hay también seres monstruosos que no soportan la felicidad del prójimo, aunque invoquen a Dios todos los días. Son dichosos solamente cuando ven o hacen sufrir a los demás. Tal es, sin duda, el caso del asesino de dos partidarios de Rafael Correa a quienes acuchilló a la luz del día y en presencia de una multitud, hiriendo al mismo tiempo a varios de los concurrentes que preparaban  un mitin para recibir al candidato de sus simpatías. Ahora el criminal sostiene tranquilamente que no sabe "que le pasó". Si él no lo sabe, nosotros sí conocemos la mano criminal que armó la suya: el odio de la oposición derechista y sus aliados de la contienda electoral. Es ese odio sanguinario que ha caracterizado siempre a los dueños del país, a los propietarios de indios, negros y montubios carentes de fortuna.

Es el odio que arrastran desde el asesinato de Alfaro y sus tenientes en 19l2; el odio que los "Patriarcas de la Componenda "desataron contra el Presidente  Jaime Roldós hasta el crimen colectivo de Huairapungo en 1981, luego de asesinar a un ilustre partidario suyo, el   economista AbdónCalderón Muñoz: es el odio que la partidocracia y sus testaferros desataron contra el Presidente Rafael Correa y el pueblo mismo en la intentona golpista del 30 de Septiembre. Y por cierto, es también el odio que inculcan y practican  en todas partes los chacales de la CIA, que para eso están en este mundo: para provocar guerras, magnicidios y masacres dondequiera que  el Imperio ve o creer ver un enemigo. Los regueros de sangre impuestos por él cubren los cinco continentes.
De allí que nosotros venimos advirtiendo del peligro sistemáticamente, no porque estemos atacados por paranoia alguna, sino porque conocemos bien  la catadura de los imperialistas y sus secuaces criollos dispersos en el planeta. Ahora en el Ecuador veremos episodios de  fuerza y violencia por parte de los grupos que saben de antemano que perderán las elecciones del 17 de febrero, en que el pueblo dará masivamente el triunfo a Rafael Correa y sus partidarios de la lista 35.

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