Himno, escudo y bandera |
Rinimi llacta rinimi,
may carupi causangapa,
mana quiquin llacta shina,
cuyanguichu runataca.
Lo
que en español significa:
(Voy a partir, patria mía,
a país extraño y distante.
No tienes tú para el indio
ternura propia de madre).
Eran
los tiempos en que el campesino del Azuay o Cañar, dueño de una miserable
parcela o carente de la más mínima, huía de la miseria o de los amos brutales
hacia los ingenios azucareros del Guayas, o se dirigía a los campos petroleros
de la Anglo, saqueados por los ingleses en la Península de Santa Elena, o hacia
las minas de oro de Zaruma o Portovelo, saqueadas por los norteamericanos. Eran los tiempos del “Éxodo de Yangana” para
los comuneros de Loja, despojados por los latifundistas; los tiempos en que los
huasipungueros de Chimborazo, Cotopaxi, Pichincha, Imbabura o cualquier otra provincia serraniega
se levantaban contra la opresión del terrateniente y caían masacrados. Eran los
tiempos en que los montubios eran esquilmados en las plantaciones de cacao o
banano por amos criollos y extranjeros, mientras la Shell asesinaba huaoranis
en el Oriente y los negros del Chota o Esmeraldas mordían el amargo pan del
desempleo. Y no solo la población del campo padecía las secuelas de la pobreza
y el abandono; igual drama sucedía con las tejedoras de sombreros en el Austro
o Manabí, con los pobladores del suburbio en Guayaquil y demás ciudades. El
Ecuador era un país de fugitivos, de hombres y mujeres errantes, de seres para
quienes la patria no tenía ternura propia de madre. Esto se volvió una tragedia
masiva desde los años 60 del siglo veinte, y se acentuó sin término en los años
siguientes, especialmente desde los grandes atracos bancarios, para terminar
con el cuarto de toda la población nacional, más de tres millones, persiguiendo
el sueño americano, español o italiano, solo para encontrarse luego en el
callejón sin salida del capitalismo en crisis, expulsados de unos u otros
países, encarcelados o asesinados, mientras acá, Ecuador adentro, las familias
yacían destrozadas, con la añoranza de los que se fueron y enfrentadas al
alcoholismo y a las drogas que hacían presa de jóvenes y niños procedentes de
tales hogares. En toda esta sombría realidad la patria estuvo siempre ausente,
y el paisanaje bien pudo repetir estos versos:
Por
patria tenemos solamente
himno, escudo y bandera,
un color en el mapa de América,
un asiento en la ONU
y un
asiento en la OEA.
De allí también
el triunfo de Rafael Correa en las recientes elecciones del 17 de febrero: el
dolor por la patria ausente, la esperanza
en que la patria vuelve, está volviendo.
Y que tendremos patria para siempre.
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P.D. Le invito a que
escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en
contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis
Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
Felicitaciones doctor Jaime por la presente publicación acerca de la Patria, considero que cada ecuatoriano debe sentirse propietario de ella en la medida de su aporte o esfuerzo cotidiano y no permitir que se vuelvan a cometer esos vergonzosos errores del pasado.
ResponderEliminarMuy interesante... no hay que olvidar que la historia muchas veces se repite y se disfraza con otros tintes... Habría que preguntarse, ¿si existen esas formas de manipulación miserable aún en nuestro país?. Pienso ¡que si!, muchas instituciones siguen a cargo de grupos extranjeros, siendo ellos amos y señores para ejercer todo el poder dentro de la instituciones públicas y privadas, encomendadas, que es lo peor por nuestras propias autoridades y sociedades, es decir, por nuestra propia gente. Basta ver en el campo educativo a nivel superior, grupos con pensamientos extranjeros que no tienen nada que ver con nuestra realidad, como también grupos religiosos con obispos extranjeros. ¿Que nos pasa? deberíamos ser capaces de dirigir nuestras propias instituciones, apoyarnos en busca de cultura identidad propia. Sin caer en la xenofobia, sino más bien, creer en nuestras propias capacidades de gobernar.
ResponderEliminarSaludos estimado y gran amigo Jorge Galrza Zavala, solo los que vivimos en las décadas de los 60, 70 y 80, sabemos lo que era el país y gracias a esas marvillosas obras, como: EL FESTIN DEL PETROLEO, EL YUGO FEUDAL y otros artículos y ensayos pudimos aclarar del porque tanta desigualdad, tanta pobreza y tanto ladrón disfrazado de político nos gobernaban. Parece que son otros y buenos tiempos. Pero sabemos que tenemos Presidente sencillamente capaz, pero de los que si hay que dudar es de sus asesores. Ojala el Presidente pueda tamizar lo bueno de lo malo que tiene en la administración del Estado.
ResponderEliminarJaime Galarza Zavala, dilecto amigo y escritor ecuatoriano, con este artículo nos hace recordar el triste pasado de nuestro querido Ecuador, quien más conocedor de esa realidad, lo felicito y tenemos la confianza de que Rafael Correa paso a paso irá cambiando ese pasado.NOS MERECEMOS UN NUEVO ECUADOR, AHORA TIENE QUE APLICARSE MANO DURA A LA DELINCUENCIA.
ResponderEliminarsaludos distinguido JAIME GALARZA EXITOS EN SUS ARTICULOS MIS SINCERAS FELCIITACIONES PRIEMRO LO NUESTRO
ResponderEliminarSaludos cordiales a nuestro escritor ecuatoriano, valiente y franco; gracias por recordarnos estos capítulos de nuestra historia que nunca más deben repetirse, ni en Ecuador ni en nuestra Patria Grande. Patria para Siempre.
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