Está
fresca aún la sangre derramada el 30 de septiembre del 2010 por acción de los
golpistas que intentaron derrocar al presidente Rafael Correa, y que condujeron
la situación al borde del magnicidio. Hasta el momento hay 179 sentenciados porla justicia, aunque sin duda falta por descubrirse el rostro de los autores
intelectuales que, dentro y fuera del país, atizaron el fuego de la
conspiración que estalló ese día.
De los
hechos ocurridos se desprenden varias lecciones, que suponemos han sido o deben
estar en proceso de análisis por unos y por otros: por los golpistas, por el
gobierno y el movimiento País, por los simples ciudadanos de a pie, y por
cierto, por los demás gobiernos progresistas y revolucionarios de América
Latina.
En lo que
corresponde a los golpistas, sin duda habrán llegado a la fácil conclusión de
que no hay que cantar victoria antes de hora, que deben ajustar mejor las
cargas mediáticas y políticas, así como proceder con mayor celeridad en
el momento preciso, soltando los tiros que haya que soltar sin pérdida de
tiempo. Habrán aprendido que los golpes de Estado no se dan: se organizan.
Para el
gobierno, una primera y grave lección es la de que no puede confiar en una
inteligencia que no es inteligente o que está infiltrada y comprometida
justamente con la oposición, con los que buscan frenar todo proceso de cambios,
pues responden a los intereses imperiales (por ejemplo Chevron, Oxy, CIA,
Comando Sur, etc.) y a los apetitos oligárquicos de restauración conservadora y
neoliberal.
Pues
entonces resultó inconcebible que nadie supiera nada en las altas esferas
respecto de lo que se venía cocinando, cuando la famosa reunión de Miami, una
semana antes del intento golpista, los anuncios se dieron en voz alta por
conspiradores como Roberto Isaías, el informador de la CIA mayor Mario Pazmiño,
Lucio Gutiérrez y otros tantos.
Para
Alianza País las lecciones resultan múltiples. La primera de todas es que -al
menos a ese momento- la falta de una verdadera organización le impedía
movilizar grandes masas en el territorio nacional, mientras la muchedumbre que
llenó en Quito las calles aledañas a los hechos, la constituyeron en su mayoría
simpatizantes del presidente Correa, hombres y mujeres movidos por la
indignación de ver la audacia y brutalidad de los golpistas, que ponían en
peligro la vida del líder y un proceso revolucionario que la gente busca y
quiere angustiadamente. Otra lección al respecto es que la frondosa burocracia
instalada por País en todos los escalones administrativos a lo largo y ancho de
la nación, en el momento preciso no cuenta para frenar las arremetidas
golpistas. La formación académica y tecnocrática de los funcionarios, por alta y
respetable que sea, tiene que combinarse con la militancia diaria en
medio de la masa, en la ciudad y el campo, si se aspira a conseguir
credibilidad, influencia y liderazgo.
Para los
medios públicos y los comunicadores sociales adheridos a los postulados de la
Revolución Ciudadana, el reto que se desprende del 30 S resulta múltiple: allí
figura la necesidad de concebir la información como una tarea diaria de
desenmascaramiento incisivo de los enemigos del proceso, de los intereses
contrarios, del papel del imperio y sus devotos, dejando a un lado la réplica
de la farándula, los culebrones y las películas de 'acción' que enferman y
desmoralizan a la ciudadanía, con notable influencia en los medios juveniles.
En lo que
corresponde a las naciones latinoamericanas donde se operan procesos
revolucionarios y progresistas, la lección más importante estriba en el
reconocimiento de que existe una internacional golpista, manejada y aceitada
desde Estados Unidos, que unifica y financia una política de desestabilización
de todos los gobiernos que buscan un camino de independencia y soberanía. Para
comprobarlo está la conjura internacional contra el gobierno de la Revolución Bolivariana en Venezuela, conjura que cuenta con un equipo descalificado pero
actuante y tenaz de ex gobernantes como Álvaro Uribe, Alan García u Osvaldo Hurtado, que sueñan con volver al pasado y enarbolan las raídas banderas de la
restauración en todo el continente.
Estas son
algunas de las visibles lecciones del 30 S, y sería lamentable y grave que
quienes mejor las hubieran asimilado resulten los golpistas ávidos de poder y
que nunca descansan.
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P.D. Le invito a que escriba su
comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra.
Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M.
Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
Muchas gracias por compartir su pensamiento crìtico de una manera muy clara y contundente. Fui una de las personas que saliò a buscar a mi Presidente, sentì el odio de una policìa iracunda que no le importaba arremeter contra personas indefensas. Que Dios bendiga siempre al Presidente Correa!!!!
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