Todo
ser humano normal se conmueve ante la muerte de un niño. Nada es tan triste en
el mundo como ver y acariciar el cadáver de un recién nacido. Pero el planeta
registra una enorme legión de infanticidas, que matan niños para salvaguardar
los apetitos del capital o el hambre de los devoradores de tierras y de
territorios. En la lista de los victimarios de niños actualmente están a la
cabeza Barack Obama y el estado terrorista de Israel. El primero, olvidado delcolor de su piel, oficia la deportación y el secuestro policial de los niños que huyen de la miseria impuesta a los países latinoamericanos: niños que cruzan
solitarios la siniestra frontera de la Yoni, en busca de sus padres o del pan
nuestro de cada día. Ellos son perseguidos porque al gran capital
norteamericano le sobran brazos de inmigrantes para mover sus máquinas. Esto
cuando logran atravesar el rio Bravo y no les muerden las serpientes o les calcina
el calor del desierto.
La
muerte despiadada que se traga niños emigrantes de México y Centroamérica,
también asesina a niños ecuatorianos, como ocurrió con la niña indígena quemurió ahorcada en ciudad Juárez, en casa de coyotes que buena plata habían
extraído del paupérrimo bolsillo de su familia, con el cuento de que ellos la
llevarían a gozar del sueño americano.
Con
ser depresiva toda esta historia, resulta pequeña ante el sufrimiento de los
niños asesinados y mutilados por los invasores norteamericanos en Libia, Irak o Afganistán, y en estos mismos instantes en Gaza, esa pequeña región donde se hacina
más de un millón de palestinos despojados de su suelo patrio por los ejércitos
israelíes armados y protegidos por el gobierno yanqui desde 1948, en que se
fundó ese nido de víboras llamado Estado de Israel. Diariamente, hace más de un
mes, las armas israelitas disparan contra los niños de Gaza, bombardean
escuelas y centros infantiles o matan a los niños que juegan en las playas.
Todo esto bajo el declarado objetivo criminal de vaciar Gaza de población
palestina con el fin de establecer colonias judías.
Otra
forma de ejercitar la muerte de niños y adolescentes es el gran negocio
capitalista de las drogas y las bebidas alcohólicas, que en el caso de nuestra
patria, Ecuador, se da distintas maneras, como es el funcionamiento de salas de
diversión, donde niños y adolescentes son arrastrados por negociantes de la
muerte, como se denunció hace poco en Quito, en relación con las llamadas “caídas”,
donde, alcohol, sexo y cocaína constituyen un verdadero coctel de la muerte. Así
acaba de ocurrir en Portoviejo, donde una supuesta fiesta social reunió a más
de 600 personas, entre los cuales numerosos adolescentes, para practicar toda
clase de excesos, hasta que afortunadamente llegó la policía y mandó a parar.
El
mundo, si todavía conserva sentimientos humanos, habrá de detener la masacre de
niños palestinos, y en Ecuador si se quiere que viva y crezca la Revolución
Ciudadana, gobernantes y gobernados debemos movilizarnos para defender a
nuestros niños y niñas para que no sean pasto de las fieras desalmadas del
capital y la muerte.
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa
si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
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