Llegó en la Navidad
metida en un zapato ya
sin lengua,
hija humilde del trapo,
del hilo y las tijeras.
tenía el pelo
ensortijado,
y en el cuerpo delgado
un aire de paloma
mensajera.
Al despertar la niña
blanca
se topó con los ojos de
la Negra.
La bautizó así y desde
entonces
siempre anduvo con ella.
Conversaban las dos muy
seriamente,
jugaban a las
penas,
pues en las casas de los
olvidados
hasta el juego se viste
de miseria.
El pan, esquivo a las
dos razas,
fundió la estrella
blanca
con la estrella negra.
Iba a cumplir dos años
cuando murió la nena.
Esa historia vulgar: un
pequeño ataúd,
un par de velas.
Para el entierro la
madre vendió todo
a esos pobres que
compran las pobrezas.
Por la muñeca dieron
poco,
pues resulta barata la
piel negra.
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P.D.
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a decir lo que piensa.
C. M.
Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
Twitter: @lufecahe
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