En 1947, el presidente de Estados Unidos Harry S. Truman, autor del genocidio atómico de Hiroshima y Nagasaki, decretó la creación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), el mayor instrumento de espionaje e intervencionismo político mundial. Tras la Segunda Guerra Mundial, la entidad ayudaría a consolidar el rol de EE.UU. como potencia, y, así, rivalizar con aquella otra que surgía en las mismas circunstancias históricas: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
A lo largo de casi veinte años, se produjo en América un reguero de
golpes de Estado: en Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, El Salvador, Guatemala, República Dominicana, etc. El libreto que se aplicaba era el mismo: ruptura de
relaciones con Cuba, represión al ‘comunismo’ -término que incluía la represión
a elementos militares patrióticos y sectores de la Iglesia católica-,
ejecuciones extralegales, persecución masiva, tortura, desaparición y exilio
político.
Desde 1960 hasta 1968, Philip Agee, joven oficial de operaciones de la CIA, cumplió un amplio plan en Ecuador, Uruguay y México. Para 1975, tras haber
renunciado y confesar su trabajo, publicó un libro, Diario de la CIA (Inside the Company, CIA Diary, 1975), que sacudió al mundo, en particular a los tres
países donde había ejecutado los planes de espionaje y terrorismo de la
organización.
Han pasado casi 40 años, desde entonces. Sin embargo, su obra permanece
vigente, pues, lejos de disminuir, el papel de la CIA ha aumentado por los
influjos de la globalización, las guerras de EE.UU. y la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la crisis mundial del capitalismo.
Dentro de todo lo señalado, Jaime Galarza Zavala, quien habla, fue uno
de sus principales blancos a neutralizar, aplicando todo tipo de herramientas
para obligarlo a cambiar sus ideas y convicciones, como lo fue: neutralizar sus
actividades como dirigente de URJE (Unión Revolucionaria de Juventudes
Ecuatorianas), su defensa y apego hacia el pueblo, la clase pobre o excluida,
recibiendo permanentemente ataques y atentados contra su vida, muchos de los
cuales le obligaron a salir del país, era tal el nivel de espionaje, que
presidentes y autoridades de gobiernos, incluyendo militares, me llevaron por 7
ocasiones a la cárcel.
Siempre los teléfonos intervenidos, toda clase de informantes ‘espías’,
que tenían la única consigna de seguir mis pasos, acciones, y detener los
procesos alcanzados o en marcha.
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P.D. Le invito a que
escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en
contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
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