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sábado, 8 de septiembre de 2012

MORIR POR LA TIERRA




Refugiados colombianos
La masa colombiana que se ha regado en las últimas décadas por el territorio ecuatoriano, se compone principalmente de campesinos, de familias enteras de labradores expulsados de su tierra por la violencia desencadenada por la guerra civil, los bombardeos de sello yanqui (Plan Colombia, Plan Patriota), los pavorosos crímenes cometidos por los paramilitares, muchas veces con el empleo de motosierras para cortar los cuerpos aún palpitantes de las víctimas.
Masacres en Colombia
Paramilitares formados con el apoyo y la complicidad del Estado, a la vez que pagados por los grandes latifundistas y compañías norteamericanas como la OXY, de triste recordación en nuestro país. Para el Ecuador, aquella prolongada situación ha sido nefasta.
Ricardo Patiño, María Ángela Holguín
Elementales sentimientos de hermandad colombo-ecuatoriana, nos obligaron siempre a recibir a esa masa de condenados de la tierra, entre los cuales se infiltraron y se infiltran no pocos delincuentes y narcotraficantes cuyas acciones contribuyen al intolerable nivel de la inseguridad que se vive principalmente en las grandes ciudades, pero también en provincias como Manabí y Esmeraldas. Y en medio, la merma del pan en la mesa de los ecuatorianos, porque con los llegados del país vecino aumentaban las carencias propias y el desempleo.
De allí que el inicio de diálogos conducentes a la paz en Colombia, debe ser recibido con alegría por nuestro pueblo.
Simón Bolívar, Manuelita Sáenz, Antonio José de Sucre
Además,  Colombia es parte de nuestra historia, carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre. Simón Bolívar, Sucre, Manuelita Sáenz lo saben mejor que nadie. Si se logra la paz buscada tantos años, los refugiados colombianos podrán volver a sus lares, que los quieren y añoran como cualquier campesino en cualquier parte del mundo. Ellos, que se alzaron hace ya más de medio siglo en pro de tierra y de justicia;  ellos, que han sido segados diariamente por la cosecha de la muerte; ellos, podrán recuperar la patria que les arrebataron.
En este sentido es aleccionador y promisorio el hecho de que el primer punto de la agenda para el diálogo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y los mandos guerrilleros, lo diga expresamente: "Desarrollo rural". Principio fundamental que deberá ir acompañado de políticas concretas, que van surgiendo en las conversaciones, como la procura de tierras para los campesinos, el apoyo a la reversión de cultivos para desactivar la producción de coca y la elaboración de cocaína, y así por el orden. Pero, además, este punto entraña un significado político trascendental: aunque no lo diga, es el reconocimiento de que la insurgencia tiene una explicación diferente a la que se ha venido utilizando, mañosamente, por parte del Estado colombiano. Esa explicación consiste en demostrarnos que la base de la insurgencia en Colombia es de carácter social y, por tanto, económico y político. Nada que ver con la socorrida versión, tipo Álvaro Uribe, de que las guerrillas han sido hechura de los narcotraficantes. Y es que tal es la verdad: las guerrillas  que superviven tercamente (FARC, EP, ELN,), surgieron veinte años antes de que el narcotráfico sentara sus reales en Colombia. Y surgieron, en gran medida, como respuesta a la exclusión política, al abandono del hombre común, al entreguismo que hizo de Colombia, junto con Venezuela, las joyas de la corona imperialista en América del Sur: petróleo, café, banano, mercados financieros, gigantescos botaderos de basura comercial por parte de los yanquis y sus socios locales. 
Si morir por la patria fue siempre y en todas partes timbre de honor y de gloria, morir por un pedazo de tierra fue habitualmente triste y dramático. Sobre las tumbas de los campesinos que caen por él, caen el anonimato y el olvido.   

E-mail: jaigal34@yahoo.es  Twitter: @jaigal34

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