La fuerza pública ecuatoriana acaba de asestar un duro golpe al narcotráfico internacional, capturando dos avionetas dedicadas al jugoso ilícito, una de ellas con bandera norteamericana. Fue igualmente detenida una docena de traficantes colombianos, mexicanos y ecuatorianos. Al decir de las autoridades, el criminal alijo incautado es de una tonelada y cuesta millones de dólares en el mercado internacional. Se asegura que el grupo pertenece al cartel de Sinaloa, que junto con Los Zetas y otros inundan de sangre y horror a la querida nación azteca. Con motivo de este evento, no faltan voces de la oposición política que, invocando el tema de la falta de seguridad en el país, aseguran que el Ecuador está en vías de convertirse en un Estado narcotraficante.
Cierto
que este azote universal tiene asiento en numerosos países del globo. Lo que
nunca se dice o generalmente se olvida o se soslaya por complicidad, es que el primer Estado narcotraficante del mundo son los Estados Unidos de Norteamérica.
La prueba más contundente es que el mayor mercado de consumo de cocaína,
heroína, marihuana, LSD y cualquier otro estupefaciente que se produce en cualquier
parte del planeta, tiene mercado asegurado allí, en el seno de la gran potencia
cuyos hipócritas discursos condenando el narcotráfico los conocemos todos. Y
sin embargo no hay un solo capo norteamericano que guarde prisión ni cuyo
nombre se haya divulgado por los grandes medios yanquis. No puede haberlos ni
darse este tipo de denuncia, pues ese día se derrumbaría la economía
norteamericana con más estruendo que la explosión de las Torres Gemelas. Esto
por el hecho estudiado y divulgado por analistas del propio país, según los
cuales en la banca estadounidense circula una cifra de infarto: quinientos mil
millones de dólares, provenientes del narcotráfico y su par, el lavado de
dólares, sin que la Reserva Federal (esa caricatura de banco central) ejerza
control alguno, pues no es un banco del Estado sino una entidad cuyos
accionistas, desde siempre, son los bancos privados.
Por
otro lado, las mafias de traficantes de drogas están perfectamente enlazadas
con la red de traficantes de armas, en tanto que Estados Unidos es el primer
vendedor de armas en el mundo y carece de leyes para el control de ventas de
estas máquinas mortíferas, pues la poderosa Asociación del Rifle, donde comen
juntos republicanos y demócratas, jamás permite que se dicten normas para castigar
este otro tipo criminal de tráfico. México y Colombia son dos de los mercados
preferidos por los traficantes de armas. Además, es bueno saber que el
principal aliado de los yanquis en la bárbara guerra de Afganistán , es la
Alianza del Norte, principal mafia mundial en el cultivo y tráfico de heroína.
Con todo lo cual Sinaloa, Cali, Medellín y otros nombres geográficos no son
sino máscaras usadas por Norteamérica para
engatusar a los incautos, mientras sus propios capos permanecen
desconocidos y son intocables.
A
propósito del caso ecuatoriano, hay que recordar que en 1999, Jamil Mahuad,
mientras nos hundía en la miseria y la emigración mediante el Feriado Bancario,
suscribió la entrega a los Estados Unidos de la Base de Manta con el pretexto
de perseguir el narcotráfico. En los diez años que permanecieron aquí, hasta ser expulsados por el gobierno de Rafael Correa, los gringos se dedicaron a hundir barcos pesqueros ecuatorianos, a espiar a favor del Plan
Colombia y a reprimir la insurgencia en ese país. Justo en esa década Ecuador se convirtió en
plaza importante del narcotráfico .Una prueba más de que el gran negocio
es negocio del imperio norteamericano.
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no
importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
hola, exelente artículo, pero le sugiero que título devería de ser "ECUADOR Y LA LUCHA CONTRA EL IMPERIO NARCOTRAFICANTE", el título puede ser tergiversado.
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