Mientras sigue sonando la bullanga armada en las redes sobre un supuesto
plan correista de organización paramilitar, algunos medios (por ejemplo, El Comercio de 20 de septiembre) lanzan una información que no podemos pasar de agache: las declaraciones de dos ex coroneles sobre su participación directa y activa en la política nacional. En efecto, la crónica del diario abunda en la mencionada decisión y las razones aducidas para ello por el ex coronel del Ejército Mario Pazmiño, y el ex coronel de Policía César Carrión,
dos ilustres desconocidos antes de la agresión yanqui-colombiana de Angostura,el primero, y de los hechos del 30 S, el segundo. Dos partidas de nacimiento
político envueltas en hechos de sangre.
Para despertar la memoria de los olvidadizos, se debe recordar que Mario
Pazmiño era Director de Inteligencia Militar cuando el holocausto de Angostura,
habiendo salido del cargo entrampado en hilos vinculados con la Embajada
norteamericana y sus servicios de inteligencia, en tanto dos años después
César Carrión se vio involucrado en los episodios del Hospital de la Policía,
donde el 30 S, permaneció secuestrado por los conspiradores que amenazaban con
matarlo el presidente Rafael Correa. Carrión, que es abogado, ese día
usaba bata de médico, en su condición de Director del Hospital. Ahora, los dos
personajes han resuelto salir de una vez a la palestra política, entre otras
razones porque aducen que “las figuras que han dejado el uniforme y han llegado
a espacios políticos no han representado ni defendido los intereses de la
fuerza pública”; una sonora bofetada para notables ex uniformados como Lucio Gutiérrez o Paco Moncayo.
Que en nuestro lindo Ecuador cualquier Perico de los Palotes pueda
aspirar a la participación en la política nacional, es un derecho concedido
justamente por la aborrecida Constitución de Montecristi, incluso si se “trata
de empezar un liderazgo político”, como aspira abiertamente Carrión. Lo grave
es que la intencionalidad de los dos personajes va más allá, pues se habla de
incorporar a los miles de soldados y ex policías que hay en el país, lo que nos
puede colocar ante un plan de estructuras paramilitares, tipo nazifascista, que
puede terminar promoviendo una violencia interna que nadie sabe ni cuándo ni
dónde va a parar. Es que resulta fácil suponer que organizaciones políticas
jerarquizadas por ex mandos militares y policiales, encuadrarían a sus militantes
bajo el famoso “espíritu de cuerpo” tan nefasto en la historia del país.
Tan preocupante es la perspectiva de partidos paramilitares, que el
propio ex general Paco Moncayo declara en la misma crónica: “el momento en que
un ex militar decide involucrarse en la política, debe dejar de lado su
uniforme. Sería fatídico que en el país haya un partido que nazca de la Policía
o el Ejército”. Con el agravante, en este caso, de que uno de los
aspirantes a líderes, Mario Pazmiño, es hoy nada menos que el flamante Director del Partido Social Cristiano en Quito.
Por otro lado, vale la pena traer a la memoria la historia reciente – y
todavía viva- de los escuadrones de la muerte de Centroamérica, Brasil, Perú o
Argentina, justamente organizados y dirigidos por ex policías y militares,
armados y financiados por la CIA y el Pentágono.
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no
importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
Twitter:
@lufecahe
Nuevamente, se aprecia su desprecio a la capacidad de cualquier persona en asumir una responsabilidad política. Le pregunto: que piensa usted de la candidatura de Wendy la farandulera por AP, al igual que el Tin, ulisis de la cruz y hurtado, cuales estarán más capacitados, los podría colocar en orden de precedencia de acuerdo a sus capacidades? Estará de acuerdo conmigo, pobre mi Ecuador del alma, no hay solución politica para la ingobernabilidad. Saludos
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