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miércoles, 24 de abril de 2013

PATRÓN GALITO


Los huasipungueros de la Hacienda Zuleta y las hábiles indígenas que bordaban hermosas blusas y camisas, le llamaban así, con reverencia aprendida a latigazos desde la Colonia: Patrón Galito. Y patrón Galito sonreía magnánimo, condescendiente, con talento de capitalista moderno, que sabía que el indio rendía más y mejor si se le despellejaba con guante de seda, si se le alimentaba al menos con la atención brindada a las enormes vacas de la Hacienda.
Lo que ignoraban sus huasipungueros y sus bordadoras es que Patrón Galito iba pronto a ocupar la Presidencia de la República, desde 1948 a 1952. Y es que a su vez los patrones principales, los amos de Washington, lo tenían prefabricado desde antes para tan altas funciones. Efectivamente, John Gunther, periodista norteamericano que circulaba por los pasillos de la Casa Blanca, hizo el anuncio correspondiente al publicar en 1942 su libro El Drama de América Latina, en que estampa estas bellísimas frases:
Es un hombre de unos treinta y cinco años, de buena presencia, de voz suave y vigorosa…Plaza fue Ministro de Guerra durante cuatro años. Es enteramente partidario de los norteamericanos…Durante un tiempo se divirtió organizando corridas de toros…Fue Galo Plaza quien tomó la iniciativa de fundar una escuela norteamericana en Quito…Fue también el hombre que impidió que el ejército se rebelara contra el Presidente Arroyo del Río…Galo Plaza será algún día Presidente del Ecuador.
¡ Y cómo no iba a serlo si lo había resuelto así la Casa Blanca! El patrón de los indios de Zuleta, Patrón Galito, tenía por encima patrones inmensamente más altos y poderosos, comenzando por su permanente auspiciador, Nelson Rockefeller, dueño de la empresa petrolera más grande en la historia del mundo, y de latifundios en el Ecuador, como Coffea Robusta, en el cantón Balzar.
En cuanto a que Patrón Galito impidió que los militares se rebelaran contra el tirano Arroyo del Río, cierto, muy cierto, y esto porque para Washington, el tirano guayaquileño era el “Apóstol del Panamericanismo”¨; de ese panamericanismo que nos sacrificó en Río de Janeiro para que la petrolera de Rockefeller se apoderara de los territorios amazónicos que históricamente pertenecieron al Ecuador. Consecuente con ello, Galo Plaza, junto con Camilo Ponce Enríquez, respaldaron el Protocolo de Río e hicieron público en la prensa ese respaldo, al solicitar que el Congreso Nacional ratificara el vil instrumento.
¡Y hay quiteños que no se inmutan al ver que una anterior administración municipal recortó el nombre de la Avenida Diez de Agosto – símbolo de la patria- para implantarle el nombre de Patrón Galito. Verguenza sobre verguenza.

E-mail: jaigal34@yahoo.es         Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte. 

miércoles, 17 de abril de 2013

GALO PLAZA, príncipe favorito de la OEA


Recorra usted en Quito la avenida Diez de Agosto de sur a norte y se topará con que de pronto cambia de nombre y se llama GALO PLAZA LASSO. Talvez no le llame la atención el hecho y piense que se trata de una burrada más de “este ambiente de Quito municipal y espeso”, que dijera hace cien años el poeta Arturo Borja. Y sin embargo, este cocinado es irritante. ¿ A qué burgomaestre se le ocurrió el desatino de abandonar la fecha emblemática que nos honra a todos los ecuatorianos y que convirtió a nuestra capital en Luz de América, para sustituirla por el nombre del gobernante que más hiciera en el siglo veinte para entregarnos atados de pies y manos a los yanquis? Claro que los grandes medios nos presentan al hijo del matador de Alfaro, Leonidas Plaza Gutiérrez, como  espíritu democrático y símbolo de gobernante empeñado en el progreso económico del país. Lo que es perfectamente explicable porque olivos y aceitunos todos son unos. Mas bastan unos cuantos datos para remover la memoria y encontrar la faz verdadera de quien fuera no solo grande amigo de Nelson Rockefeller, el amo absoluto del más feroz dinosaurio petrolero, la Standard Oil de Nueva Jersey, sino el príncipe favorito de los monarcas del Imperio. Acordémonos de lo siguiente: la Shell, el otro más grande dinosaurio petrolero, éste de origen angloholandés, se hallaba apoderado de medio Oriente ecuatoriano gracias a la concesión (un increíble regalo) que le hiciera en 1937 el dictador Federico Páez. Pues bien, pronto la Shell anunció que , dados los espectaculares descubrimientos de petróleo amazónico, pronto manaría de los pozos una riqueza enorme para hacerle feliz al hambriento pueblo ecuatoriano. 
De pronto cambió el disco y sus personeros lanzaron desvergonzadamente la versión de que, hablando serio, nunca hallaron el oro negro, cuando miles de trabajadores y pobladores amazónicos sabían de las perforaciones exitosas y vieron cómo la compañía sellaba pozos altamente productivos. Fue entonces cuando Galo Plaza, instalado en Carondelet como primer mandatario, hizo su famosa declaración: “EL ORIENTE ES UN MITO. ALLÍ NO HAY PETRÓLEO. TAMPOCO ESAS TIERRAS SON BUENAS PARA LA AGRICULTURA. DEBEMOS ACERCARNOS A LA COSTA”. Así se fue la Shell, debiendo millonadas al Estado, a los trabajadores y a las poblaciones orientales. El pueblo hubo de mascar su decepción y su rabia. Lo grande es que poco después Plaza concedía esos territorios nuevamente a la Shell pero esta vez abrazada a su  antiguo rival, la Standard. El resto es historia, y está registrada en el libro El Festín del Petróleo. ¿Acercarnos a la Costa? Claro que lo hizo Plaza, en cumplimiento del otro mandato del Imperio: convertir al Ecuador en país bananero en vista de que las inundaciones y los vientos huracanados habían arruinado las plantaciones de las United Fruit en Centroamérica.
No pararon allí los servicios de Plaza a los yanquis. Poco después, en 1950, firmaba el Pacto Militar con Estados Unidos por el cual el Ecuador se comprometía a brindar apoyo en materia de territorio, hombres y armas para las guerras del Imperio, y como se hallaba encendida la guerra de Corea Plaza donó millares de quintales de arroz para las tropas yanquis. Sobre esta historia volveremos otro día. Por ahora rematemos estas líneas consignando el siguiente hecho: en 1968, gobernando el Ecuador Otto Arosemena Gómez, emblema de corrupción y entreguismo, movió cielo y tierra para conseguir que Galo Plaza Lasso fuera elegido Secretario General de la OEA, conforme un nuevo mandato del Imperio. Y lo consiguió para desgracia del Ecuador y América Latina.

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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte. 

miércoles, 10 de abril de 2013

La OEA, nuestra enemiga


El panamericanismo fue una doctrina y un mecanismo creado por iniciativa de Washington como medio para sujetar las riendas de los Estados del continente a los intereses del imperialismo norteamericano.  Se ejercitaba principalmente a través de conferencias interamericanas, que se reunían cada vez que los gobiernos yanquis requerían aparentar una voluntad libre y democrática de dichos Estados. Cada una de ellas significaba un nuevo paso en la eterna agresión de Estados Unidos a nuestros pueblos, verbigracia, la Conferencia Panamericana reunida en enero de 1942 en Río de JaneiroPara entonces, la República del Ecuador llevaba seis meses de sufrir el sangriento asalto del militarismo peruano, La provincia de El Oro gemía bajo la bota del ocupante extranjero. Poblaciones suyas como Machala, Santa Rosa, Arenillas, Huaquillas, Pasaje y muchas más fueron bombardeadas y saqueadas, mientras los habitantes, cargando con niños, ancianos y enfermos huían por las montañas y la selva tropical a buscar refugio en otros lares. Durante seis meses en que chorreaba la sangre de este país latinoamericano invadido, ni Washington ni el panamericanismo movieron un dedo para detener la agresión peruana.
Pero en diciembre del 41 el Japón atacó la posesión yanqui de Pearl Harbor en el Pacífico. Enseguida fue convocada la Conferencia de Río para tratar y acordar un solo punto: solidaridad continental con los Estados Unidos. Solo entonces, al último, ante el pedido lloriqueante, que no digno, de la delegación ecuatoriana, como molesto asunto de menor cuantía, se trató el tema creado por la agresión peruana. Y ocurrió lo que era previsible: se ordenó que el Ecuador aceptara las exigencias peruanas que consistían básicamente en llevarse la mitad de nuestra Amazonía y despojarnos de la salida al gran río, la cual siempre la habíamos tenido. El canciller ecuatoriano, Julio Tobar Donoso, oligarca y conservador, en vez de cortarse la mano para no suscribirlo, firmó el infame Protocolo de Río de Janeiro, conforme instrucciones del Presidente Carlos Alberto Arroyo del Río, oligarca y liberal, que más que presidente se había constituido en dictador gracias a  las “facultades omnímodas” concedidas por un Congreso Nacional integrado por una mayoría de esbirros.
El clamor del pueblo fue estruendoso. Los estudiantes, que pedían armas para defender la patria, fueron encarcelados y torturados. Mientras las multitudes bramaban contra el Protocolo- burlescamente llamado “de paz, amistad y límites”-, el Presidente de Estados Unidos, Franklin D.Roosevelt, recibía en triunfo al dictador Arroyo, quien fue agasajado espectacularmente por Nelson Rockefeller, el amo de la Standard Oil de Nueva Jersey, el monopolio petrolero más grande del mundo, que se hallaba detrás de la agresión peruana en el afán de consolidar su imperio con la concesión del oriente ecuatoriano, donde se había asentado su gran rival, la Shell angloholandesa .( La todopoderosa Standard, bajo el disfraz de International Petroleum Company, IPC, era dueña del petróleo peruano desde comienzos del siglo veinte). En medio de los múltiples honores prodigados al dictador Arroyo, bendecido ostentosamente por el Cardenal Spellman, se le declaró APOSTOL DEL PANAMERICANISMO.
 Esta es apenas una muestra de la acción del panamericanismo, padre de la OEA, contra la República del Ecuador. Ya nos ocuparemos de otros capítulos de esta nefasta historia. porque hay varios más en que brilla la luz mortecina de la OEA, a pesar de los cantos de amor que le dedican los ecuagringos, esa especie de sujetos que de ecuatorianos sólo tienen la cédula de identidad, pues su corazón y su mente están siempre agarrados al dólar y al “sueño americano”.

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miércoles, 3 de abril de 2013

CON OEA O SIN OEA


El Ministerio de Colonias Americanas, mal llamado Organización de Estados Americanos, OEA,  tiene un historial turbio, que se remonta a la época en que presumía  de Unión Panamericana. Bajo este signo  efectuó en el siglo XX  una larga escalada de ataques a los pueblos de América Latina, hasta llegar a la cumbre del deshonor en los casos mayúsculos de Guatemala, Cuba y la República Dominicana. En Guatemala, a partir de 1950 se desarrollaba una verdadera Revolución, que tuvo su epicentro en la reforma agraria y la consiguiente  afectación a los latifundios de la United Fruit (Mamita Yunai, hoyBrands o Chiquita) entre cuyos principales dueños figuraban  los “gemelos del terror”: John Foster Dulles, Secretario de Estado, y su hermano Allan Dulles, Director de la CIA, la macabra central del espionaje y el terrorismo de Estados Unidos. Como el gobierno revolucionario del coronel Jacobo Arbenz no se rindió a las presiones del Imperio y siguió adelante con su acción transformadora, éste armó un ejército de mercenarios en las haciendas hondureñas de la misma Yunai, bajo la jefatura de un bribón llamado Carlos Castillo Armas, coronel retirado del ejército, e invadió su propia patria. Lo demás lo puso la propia CIA con sus aviones que bombardearon la capital, y los pelotones de fusilamiento que ensangrentaron el país. Cayó la Revolución  y desde entonces a lo largo de más de medio siglo Guatemala sufrió un torrencial desangre para gloria y ventura de las multinacionales yanquis y el gorilismo vendepatria. Antes de ello, una conferencia interamericana condenó a Guatemala y Dulles calificó al gobierno democrático como “oveja negra “entre las naciones americanas. La respuesta del digno canciller, Guillermo Toriello, fue contundente: “preferimos ser la oveja negra y no el rebaño”.
Cinco años después. el 1 de enero de 1959, triunfaba la Revolución Cubana y desde ese día hubo de soportar el pueblo cubano la agresión imperialista, alcahueteada por la OEA, que en 1962 terminó expulsando de su seno al país de José Martí , para luego exigir a las naciones del continente romper relaciones con Cuba, al igual que lo hizo el amo del rebaño. Los cubanos, tan dados a la alegría salieron entonces a bailar en las calles, repitiendo con voz de multitudes el estribillo:
¡CON OEA O SIN OEA
GANAREMOS LA PELEA!
Y  la ganaron, para ejemplo del mundo: supieron defender y conservar la Revolución en su pequeño país, que es menos de la mitad del territorio ecuatoriano. Y esto pese al criminal bloqueo que  les priva de medicinas, alimentos, mercados y maquinaria.
Tres años después, en abril de 1965, la OEA solapó el asalto de 40 mil marines norteamericanos contra la República Dominicana, a fin de establecer un gobierno de testaferros e impedir que Juan Bosh, el presidente antes derrocado, retornara al poder, a la cabeza de las multitudes patrióticas que seguían su conducción luminosa.
Este es un  recuento mínimo de las acciones nefastas de la OEA, esa alcantarilla por donde circulan las aguas servidas de la política colonialista de Estados Unidos. ¡Y todavía hay conchudos que en Ecuador proclaman la santidad de la OEA! Esperen. Ya les recordaremos en esta misma columna otras hazañas del Ministerio de Colonias efectuadas contra el Ecuador y otros países de América Latina. Y es que ahora no son únicamente los cubanos los que claman sino todo el continente: ¡CON  OEA O SIN OEA, GANAREMOS LA PELEA!

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