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jueves, 24 de noviembre de 2016

UN CUENTO DE NUNCA ACABAR


Con motivo de las elecciones presidenciales y parlamentarias de febrero próximo, hemos visto desfilar, con gorra y sin gorra, a numerosas figuras militares en diversas calidades, desde comentaristas políticos, seudohistoriadores hasta candidatos al trono de Carondelet. Naturalmente, ocultando en la mochila de combate sus verdaderas intenciones, bajo el socorrido discurso de luchar contra la corrupción, defender la institucionalidad, los derechos humanos y, muy especialmente, la libertad de expresión.

Con motivo de las normas legales auspiciadas por el gobierno de la Revolución Ciudadana y referidas a las pensiones militares, el griterío de este sector se ha elevado hasta los cielos, como si viniera el fin del mundo. Así se ha sacado a relucir a troche y moche el mito de "las gloriosas Fuerzas Armadas", que según sus decires siempre estuvieron por la soberanía nacional, el pan de los pobres y la majestad de la cultura.

todo ello para que los electores se olviden de páginas tenebrosas escritas por altísimos jefes militares en distintas épocas, y para no ir muy lejos, cuando los “cuatro coroneles de la traición", encabezados por el contralmirante Ramón Castro Jijón, depusieron el 11 de julio de 1963 al presidente Carlos Julio Arosemena, cerraron todas las universidades y la Casa de la Cultura, entregaron nuestra Amazonia a Cheveron Texaco, firmaron un Pacto Secreto con el gobierno norteamericano por el cual se le entregaba la soberanía sobre nuestro mar para beneficio de los piratas del atún , esos grandes empresarios de California que saqueaban nuestras aguas.

Otro capítulo digno de recordación fue el famoso "golpe de la Funeraria" cuando el general Raúl González Alvear, entonces ya conocido como hombre de la CIA armó el sangriento asalto de Carondelet el 1 de septiembre de 1975 para desalojar del poder al gobierno encabezado por el general Guillermo Rodríguez Lara, a fin de acabar con la política petrolera nacionalista que les recortó los colmillos a los grandes lagartos petroleros norteamericanos, como en el caso del célebre convenio con ADA el consorcio fantasma traído por ese digno representante de la peor oligarquía que fue Otto Arosemena Gómez. Golpe fallido detrás del cual estuvo sin mucho ocultamiento, además de la CIA, el sanguinario dictador chileno Augusto Pinochet. Y golpe que acabó del modo más miserable con su jefe huyendo de Carondelet cuando ya había tomado el palacio, para buscar asilo en los brazos del dictador chileno, dejando atrás una veintena de muertos y heridos, entre los cuales varios de su bando.  

¿ Y cómo olvidar a los célebres "triunviros" comandados por el Almirantísimo Alfredo Poveda Burbano, que en su afán de impedir el triunfo del líder democrático Jaime Roldós Aguilera, asesinó al dirigente político economista Abdón Calderón Muñoz, que se había sumado abiertamente al triunfo roldosista?

En fin, habría para páginas y páginas en enciclopedia si hablamos de las traiciones al país, los asesinatos de líderes estudiantiles como Milton Reyes, o dirigentes obreros y campesinos cometidos por las dictaduras militares o gobiernos manejados detrás de bastidores por altos mandos, como fue entre tanto el de León Febres Cordero. Pero lo más indignante es que con esta clase de figuras militares marchen hoy a su compás dirigentes de izquierda o de movimientos sociales, sin que se les caiga la cara de vergüenza.

E-mail: jaigal34@yahoo.es          Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.

Twitter: @lufecahe

miércoles, 9 de noviembre de 2016

EL NOTARIO CABRERA Y LOS “HÉROES DEL CENEPA”


Hace once años, el 26 de octubre del 2005, en nuestro zarandeado Ecuador estalló una bomba atómica: la muerte de José Cabrera Román, Notario Segundo de Machala, quien esa noche, luego de una deliciosa fiesta de sexo, cocaína y whisky viajó directamente al infierno. Curiosamente, al comienzo la explosión no hizo ruido, pero días después, a partir del 11 de noviembre, el sacudón fue peor que el terremoto del 16, que asoló el país, especialmente Manabí y Esmeraldas. 

En la fecha, un caótico batallón de militares y policías asaltó en Machala las oficinas del Notario para llevarse incontables cajas y paquetes llenos de dólares, mientras jadeaban en la disputa para arrancharse unos a otros el tesoro, mientras afuera les esperaba una poblada furiosa, que les rebuscó a los asaltantes el dinero hasta en sus calzoncillos, según la gráfica descripción de la prensa. Mientras tanto, arribaron a la ciudad tres vuelos deaviones de la FAE que cargan a grupos de militares empeñados en sumarse al prodigioso saqueo.

Y es que diez años atrás el magnánimo Notario venía acumulando depósitos por los que pagaba hasta 12 por ciento mensuales de interés, cosa no vista en ninguna parte del mundo. Así llegó a tener en sus manos 800 millones de dólares depositados por 35 mil clientes, entre los que figuraban 6.000 militares y 560 policías, según las informaciones de las autoridades, incluido el Ministro de Defensa Oswaldo Domínguez. Los depósitos mínimos eran de 10 mil dólares, pues el Notario no recibía cantidades menores, y muchos de los depositantes le entregaron decenas y  centenares de miles de dólares, con su fe puesta en un enriquecimiento rápido y explosivo.

Que sencillos artesanos o comerciantes entregaran sus ahorros  con tal finalidad, se explica y pasa, entre otras razones porque no estaban bien informados de las leyes que castigan el chulco, ni veían lo inmoral y antiético de tal procedimiento.  Pero que altos jefes militares incurrieran en estas vergonzosas transacciones, clamaba justicia a la patria y al cielo. A la patria porque así se pisoteaba la tan cacareada “dignidad” de las Fuerzas Armadas y la sangre fresca de los soldados sacrificados en la Guerra del Cenepa, y a la vez porque así se convertían en trapos sucios la Constitución y las leyes

Pues había nombres de no creer envueltos en el bailoteo, como el del general retirado José Gallardo Román, Ministro de Defensa durante la Guerra del Cenepa y presidenciable demócrata cristiano cuya esposa había depositado 135 mil dólares en las arcas del Notario. Fue tan grande y bochornosa la participación de jefes militares, que el presidente de la República Alfredo Palacio destituyó al alto mando militar, como fueron también destituidos numerosos comandantes de brigadas y batallones.

Ahora bien, a todos estos hechos escandalosos se agregaban candentes interrogantes: ¿de dónde obtenían el dinero estos grandes depositantes? ¿Tal vez de préstamos del ISSFA? ¿Tal vez de los bancos amigos del Notario Cabrera, como el Banco Pichincha, el de Machala, el Rumiñahui, el del Austro, en fin, cualquiera de aquellos que le facilitaban al Notario la apertura de cuentas particulares sin averiguar el origen de esos dineros?

Claro que en la Guerra del Cenepa hubo verdaderos héroes que defendieron a la Patria, clases y, oficiales y soldados que merecen la veneración eterna de nuestro pueblo, como también hubo jefes posteriormente presidenciables, descarados u ocultos, que traficaron con la bandera nacional antes, durante y después del Notario Cabrera.

E-mail: jaigal34@yahoo.es          Twitter: @jaigal34
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C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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