Cometer un delito
y hacer que otro lo pague; matar y hacer que otro cargue con el muerto: he ahí
una vieja receta que aplica dondequiera la justicia prostituida para blindar de
impunidad a toda clase de bribones.
Ahora mismo, en
medio de la pandemia del coronavirus que azota al mundo entero, vemos brutales ejemplos. Así,
Donald Trump, perdido en el laberinto de la muerte, busca implantar en la mente
de los estadounidenses la imagen de que China es la culpable del origen y
propagación de la pandemia. Por eso él no habla del covid-19 sino del “virus
chino”. En sus delirios triunfalistas, cree que esta clase de mentiras le dará
votos para la reelección presidencial, cuando bien podría suceder que su
candidatura se hunda bajo la montaña de cadáveres que hoy luce la orgullosa
Norteamérica.
Por su parte,
Bolsonaro, el fascista evangélico que manda en Brasil, acusa de los dramáticos
efectos del mal en su país a los alcaldes y gobernadores de los Estados, (así,
literalmente), después que dijera que todo se trataba de una simple “gripecita”
por lo que nadie debía encerrarse en una cuarentena, y esto cuando en Manaos,
la capital de la Amazonía brasileña, hay dos mil cadáveres que esperan vuelos
para ser trasladados a Sao Paulo, sin que llegue ningún avión para llevarlos.
¿Y en nuestro
pobre y chiquito Ecuador? Los pelucones bailando en Samborondón y La Puntilla
con la alcaldesa coronada de virus, el que luego debutó en Guayaquil en una interminable película de horror,
con gallinazos danzando sobre cadáveres
sin tumba ni identificación.
En tanto desde el
gobierno se difunde la versión de que
todo eso sucede en Guayaquil porque la
chusma desordenada e indisciplinada, sale a la calle desde los tugurios, donde
siempre agoniza por falta de agua y de comida en medio del “modelo exitoso”
construido por Nebot y su combo socialcristiano. La gran prensa, naturalmente,
esconde y desvía esas verdades.
Como remate del
drama, el gobierno pretende que los 221 alcaldes del país carguen con el
muerto, mientras sus ministros pagan 325 millones de dólares a una banda de
tenedores de bonos amparados por el anonimato y el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Esto mientras se desmanteló hospitales, expulsó médicos y
epidemiólogos, así como enfermeras, y se abstuvieron de abastecerse de
medicamentos y equipos para combatir la pandemia.
Por su parte, el
gurú de Carondelet, Juan Carlos Zevallos, Ministro de la Salud, pronostica que
a fines de junio (después de dos meses) el 60% de toda la población ecuatoriana
enfermará del covid-19 y el 1% de los enfermos morirá; es decir, 10 millones de
contagiados y 170 mil fallecidos, con la cual el Ecuador obtendrá la triste
gloria de ser campeón mundial en la carrera del coronavirus, superando las
marcas de Estados Unidos, España e Italia, las tres juntas.
Claro que pasada
la hora de la monstruosa pesadilla, ecuatorianas y ecuatorianos unidos
férreamente llevarán a estos gobernantes a los tribunales de justicia, y como
aquí no hay ni horca ni paredón exigirán que se les aplique la máxima pena de
prisión.
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C. M. Mg. Luis Fernando Carvajal Herrera.
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