Desde hace dos meses nuestro país soporta una epidemia de incendios, que bordea ya el número de tres mil. Surgen dondequiera, principalmente dentro o en las cercanías de la capital de la República. Las llamas han devorado miles de hectáreas en 10 provincias de Sierra y Costa, salvándose hasta el momento las otras dos regiones: la Amazonía y Galápagos. El fuego ha devastado áreas protegidas, parques, manchas arbóreas y cultivos, amenazando a ciudades y poblados. Algunos seres humanos han perecido carbonizados; otros han sufrido heridas y quemaduras; la inseguridad y el miedo corren por todo lado.
¿Cuál es la causa de estos implacables flagelos? Se culpa al sol, al verano, a la dureza del estiaje. Pero el sol y los efectos estacionarios son los mismos que caen -para no ir muy lejos- en los dos países vecinos, Perú y Colombia, donde no se da, ni por asomo, este fenómeno, que, por otro lado, se presenta cada año en nuestro medio y nunca ha producido efectos tan desastrosos. Se ensaya que hay pirómanos desquiciados y desalmados que prenden la candela para gozar con ello, pero ni siquiera un escuadrón de diez pirómanos podría provocar simultáneamente tantos incendios en cientos de kilómetros de distancia y sobre miles de kilómetros cuadrados.
¿Cuál es, entonces, el origen misterioso de esta calamidad insólita? Noticias fragmentarias dan cuenta de que hay algunos detenidos, pescados infraganti en su acción incendiaria; que se han visto carros con sujetos sospechosos o bien escapando en motocicletas, después de lanzar cocteles mólotov en alguna floresta. Datos nerviosos, imprecisos, aislados, pero que apuntan a una presunción macabra: hay un plan criminal organizado por mentes siniestras, y numerosas manos que lo ejecutan brutalmente.
¿Cuál el motivo? ¿Quiénes financian esta operación maligna y destructora? ¿Quiénes son los ejecutantes? ¿Qué se persigue con ello? La explicación luce muy sencilla: crear inseguridad y caos para acusar al gobierno de Rafael Correa de negligencia frente al desastre, mientras se paralizan acciones constructivas y de cambio, distrayendo energías oficiales y recursos financieros. Todo con miras a debilitar las expectativas de su reelección en febrero del 2013. Un digno homenaje a la memoria del 30 de septiembre del 2010, en que actuaron en la misma conspiración policías sediciosos, políticos derechistas, seudo revolucionarios y notorios agentes de la CIA. No ver estas realidades es ser miopes o pendejos.
Hola Jaime. Las coincidencias son un tanto extrañas, pero posibles, muy posibles. Los de siempre, los que le exprimieron hasta las visceras a este pedazo de latinoamèrica, no reparan en asumir cualesquier acciòn con tal de "recuperar" la mamadera. Ventajosamente no todos somos ni miopes ni cojudos. Un abrazo.
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