Estados
Unidos es el reino del Dios Dólar, que domina el mundo con el apoyo de otras divinidades,
como la Diosa Blanca, nombre celestial de la todopoderosa cocaína. Si un
milagro hiciera que de pronto cesara la circulación y el consumo de la droga en
el territorio yanqui, se derrumbaría todo el Imperio, no únicamente un par de
Torres Gemelas. Y es que por sus venas corren anualmente 700 mil millones de
dólares provenientes de este gran negocio de la muerte. Un Everest de dinero,
que va a las fauces de la gran banca imperialista que esclaviza a la humanidad
y al propio pueblo norteamericano, que al fin reconoce a su principal enemigo:
Wall Street. Razón tiene la gran mafia de elevar su diaria oración a quien le
da tanto poder y fortuna:
-Gracias,
Diosa Blanca!
Pero no es
únicamente la acumulación de dinero lo que hace de la droga un regalo de los
dioses para el Tío Sam y sus áulicos de dondequiera; lo es también el
hecho de que se lo puede utilizar como arma para destruir pueblos, gobiernos y
honras. En el caso del Ecuador tenemos dos pruebas a la mano: el 9 de noviembre
de 1986 le fue colocado un paquete de cocaína en su carro a Abdalá Bucaram, en
Panamá, donde se hallaba asilado, dentro de un sórdido complot entre LeónFebres Cordero, y el dictador Manuel Antonio Noriega, narcotraficante y agente
de la C IA reclutado por el viejo Bush. Objetivo: impedir que en esa época
Bucaram retornara al Ecuador y se candidatizara para la Presidencia. En 1991,
un grupo de policías panameños, encabezados por Evaristo Gómez y Vilma Cabezas,
mediante declaraciones notariadas y videos, confesó la autoría del paquetazo
ideado y ejecutado por el dúo Febres-Noriega, sacando a relucir nombres de
distinguidísimas figuras del Partido Social Cristiano como Miguel Orellana,
yerno del capo, entre los enlaces del plan criminal. Es de imaginar la fiesta
armada en el Ecuador cuando llegó la noticia de que Bucaram había sido detenido
en Panamá por tráfico de drogas. Los mafiosos de nuestra política habrán
bailado de contento:
¡Gracias,
Diosa Blanca!
En estos
días estalló en el país otro escándalo de drogas: el descubrimiento de 40 kilos
(un quintal) de cocaína en la valija diplomática enviada por nuestra
Cancillería a Italia. Los socialcristianos, el gutrierrismo y sus socios de
farándula brincaron de alegría, acusando nada menos que al Canciller Ricardo
Patiño por este otro paquetazo. ¡Qué conchudos! ¡El burro hablando de
orejas!, claro con el apoyo entusiasta de los altavoces mediáticos. No importa
que apenas se hayan iniciado las necesarias investigaciones: lo que importa es
cortarle la cabeza al Canciller de hierro, y desbancar así al gobierno mientras
avanza la conjura preparada para caotizar el país, con ideólogos ocultos que
lanzan frondosos manifiestos por Internet clamando: “Inundaremos Quito”, es
decir, nos tomaremos la ciudad con la consabida destrucción de bienes y
personas. Todo en una marcha que nos recuerda aquella famosa Marcha sobre Roma,
dirigida por Benito Mussolini, que dio lugar a la implantación del fascismo en
Italia y contribuyó a sentar las bases de la fatídica Segunda Guerra Mundial:
¡Gracias, Diosa Blanca!
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