En mi libro más conocido, “El festín del petróleo”, publicado en 1972, estampé la siguiente dedicatoria: “A la
memoria de los soldados ecuatorianos caídos en 1941, en una guerra del
petróleo”. Ese pórtico le conduce al lector a la historia de una criminal trama
bélica urdida por la todopoderosa compañía Standard Oil de Rockefeller y en la
cual, a la postre, nuestra patria fue sacrificada con la mutilación de su
territorio amazónico gracias a la traición del gobierno oligárquico de
entonces, confabulado con los invasores peruanos, mientras nuestro pueblo
lloraba a sus muertos, soldados pobres, tenientes y capitanes abandonados a su
suerte pero que cayeron heroicamente alzando la bandera ecuatoriana. Mientras
tanto, la mayoría de los mandos militares gozaba de las prebendas otorgadas por
el tirano Arroyo del Río.
A lo largo de la historia posterior
numerosos hechos habrían de darse que nos demuestran que, si bien siempre
existieron valerosos jefes, muchísimos de ellos hicieron de las Fuerzas Armadas
un mecanismo de lucro personal para forjar sus fortunas, invariablemente
unidos a los jerarcas de la banca privada, el gamonalismo y los grandes empresarios,
a quienes sirvieron al extremo de valerse del poder militar para cometer
históricas masacres de estudiantes, campesinos y pueblo, en general, como ocurrió en 1922 durante el fatídico 15 de Noviembre, el 3 de junio de 1959 en Guayaquil por orden del primer presidente socialcristiano, Camilo Ponce Enríquez; en octubre de 1977 en el Ingenio Aztra. Sangre de pueblo derramada
por hijos del pueblo, como eran los soldados en cada caso, simplemente
utilizados como carne de cañón por mandos cobardes y corruptos que no
arriesgaron nada en hechos como aquellos, pero salieron convertidos en héroes
nacionales por los dueños del país y la prensa privada.
En todos estos tristes episodios de la
vida nacional, fue uno y mismo el resultado para la tropa: volver a rumiar el
abandono y la pobreza de sus hogares humildes en la ciudad o el campo.
En todos estos hechos, las falacias cantadas por los altos mandos
fueron siempre las mismas: “defensa de la democracia y de las Gloriosas Fuerzas
Armadas”.
Hoy la historia se repite, cuando en
medio de la pasividad del gobierno nacional, altos jefes reúnen a las tropas,
les envenenan contra el Presidente Correa y el correismo, les embaucan con que
si triunfa Lenin Moreno en las elecciones del 2 de abril, nuestra patria se convertirá
en otra Venezuela, para evitar lo cual hay que votar por Guillermo Lasso.
No lo decimos por hablar. Así como no mentimos en aquel libro sobre las atrocidades cometidas por los gobiernos y los mandos a lo largo de la historia nacional, ahora igualmente nos sujetamos a la estricta verdad en esta denuncia, que muchísimos ecuatorianos las podrían confirmar si no tuvieran sellada las bocas por el miedo o el dinero. En todo caso, los soldados de hoy no son ni serán las tropas hambrientas y abandonadas a su suerte en 1941: serán y son, junto al pueblo, forjadoras de un tiempo donde se impongan los derechos del pueblo y se construya un Ecuador sin amos criollos y extranjeros.
No lo decimos por hablar. Así como no mentimos en aquel libro sobre las atrocidades cometidas por los gobiernos y los mandos a lo largo de la historia nacional, ahora igualmente nos sujetamos a la estricta verdad en esta denuncia, que muchísimos ecuatorianos las podrían confirmar si no tuvieran sellada las bocas por el miedo o el dinero. En todo caso, los soldados de hoy no son ni serán las tropas hambrientas y abandonadas a su suerte en 1941: serán y son, junto al pueblo, forjadoras de un tiempo donde se impongan los derechos del pueblo y se construya un Ecuador sin amos criollos y extranjeros.
E-mail: jaigal34@yahoo.es Twitter: @jaigal34
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no
importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
E-mail:
lufecahe_090908@yahoo.es
Twitter:
@lufecahe
Una pequeña disidencia, que no cambia en nada la esencia del articulo, el soldado y el pueblo de Perú fueron tan victimas como los ecuatorianos; los verdaderos victimarios fueron la Standard Oil y los cipayos siempre dispuestos a venderse al mejor postor.
ResponderEliminarDesde Buenos Aires, afectuosamente
Amílcar Menossi
Los únicos que han alcanzado el buen vivir en la última década han sido la gallada de Alianza País, sus familiares, y los funcionarios públicos de gobierno, los de libre remoción, quienes desean continuar en sus cargos gozando de los privilegios y con sus sueldos dorados, a costa de la recarga de impuestos al verdadero pueblo, cuando lo correcto sería mejorar la calidad del gasto público, especialmente eliminando los privilegios de los burócratas dorados.
ResponderEliminarSería bueno que se ponga en práctica el socialismo que predican reduciendo sus sueldos dorados a la mitad, reduciendo la publicidad gubernamental a la mitad, reduciendo el número de Asambleístas a la mitad, reduciendo el número de Asesores a la mitad, eso haría un bien al país, sin la necesidad de cargar mas impuestos a los ciudadanos.
Los ecuatorianos elegimos a un presidente para que gobierne nuestro país, No a sus familiares, No a sus amigos, No a su gallada...que buscan el lucro personal, como en el presente gobierno.