Allí los tenemos frente a frente: Hilary Clinton y
Donald Trump, los candidatos a la presidencia de Estados Unidos por los
partidos Demócrata y Republicano, respectivamente.De quien triunfe en las
cercanas elecciones depende, por lo menos en buena medida, la suerte del pueblo
norteamericano y, de paso, la de los millones de migrantes llegados allá tras
'el sueño americano', como también la suerte de nuestra América Latina y
caribeña. Suenan tambores de guerra y trompetas que llaman al combate entre las
dos facciones políticas más importantes de la Yoni.
Pero, veamos, ¿qué nos ofrecen los dos
egregios combatientes? ¿Cuáles son sus promesas mayores para conducir el mundo
con la enorme maquinaria de la Casa Blanca?
Proclamado primero, Donald Trump ha desplegado con
fuerza sus banderas que lo muestran como un mediocre aprendiz de Hitler: un
fascista respaldado por grupos de millonarios semejantes a él, por toda clase
de racistas y organizaciones tipo Asociación del Rifle, que amparan y defienden
el armamentismo interno del país, responsable de continuos asesinatos
individuales y matanzas colectivas. Una elocuente representación de ello es el
exhibicionismo de su relacionadora pública, que se presenta exhibiendo un
collar compuesto por balas auténticas, mientras sus jefes de campaña ordenan a
sus huestes presentarse en las asambleas públicas debidamente armados. Si
Hitler planificaba el genocidio de los judíos, Trump ofrece el genocidio de los
migrantes, pues no otra cosa significa su propuesta expulsión de todos aquellos
que son indocumentados, y que suman millones, mientras a la vez preconiza la
construcción de un muro a lo largo de la frontera con México, para evitar la
migración de ciudadanos de este país y de cualquier otro, para impedir que
ingresen al paraíso norteamericano con su carga de miserias y de taras. Un muro
que tendría mil kilómetros de largo, y que sería construido con la plata de los
pueblos y no con las colosales fortunas de sus congéneres multimillonarios. La
victoria electoral republicana sería, al mismo tiempo, la continuación de la
política guerrerista,. de terrorismo de Estado e imperio universal de la
tortura aplicado por el gobierno de George W. Bush a través del Pentágono, la
CIA y la OTAN.
¿Y cuál es la perspectiva que ofrece un supuesto
triunfo demócrata de Hilary Clinton? Casi lo mismo, sólo que en vez de
mostrarse de cuerpo entero en sus siniestros proyectos, los adorna con la
atractiva sonrisa de quien fuera ocupante de la Casa Blanca como primera dama,
cuando su esposo oficiaba de presidente y propiciaba el ALCA y los TLC para
engatusar a los pueblos en beneficio del capital financiero y de los apetitos
insaciables del gran comercio norteamericano, lo que ha significado la ruina
económica y social de países como México, que cayeron en la trampa tendida por
el Partido Demócrata. No solo eso. Con Hilary Clinton también está la guerra,
para satisfacción de las grandes empresas armamentísticas de Estados Unidos y
gloria del Pentágono, que maneja un presupuesto mayor que los presupuestos de
defensa del mundo entero, sumados todos. Para muestra, basta un botón: ella fue
la más furibunda y ardorosa guerrerista en el caso de Libia, propiciando
abiertamente el asesinato de su líder Muamar Gadafi, sobre cuyos restos
despedazados brutalmente danzó alegremente haciendo la V de la victoria. Las
consecuencias de la política de esta empresaria de la guerra están a la
vista: un país destruido totalmente, una población hundida en la miseria, miles
de libios huyendo y ahogándose en el Mediterráneo mientras tratan de buscar
refugio en la Europa capitalista que les cierra las puertas, luego de
apoderarse junto con Estados Unidos de su inmensa riqueza petrolera.
Tal es, en fin de cuentas, la proyección electoral
de los Estados Unidos: la horca en manos de los republicanos, o la horca en
manos de los demócratas .De allí una necesaria lección para el pueblo
ecuatoriano: afirmarse en el camino ya iniciado con la Revolución Ciudadana:
soberanía e independencia. Nada de apoyar a los personajes o grupos políticos
que añoran el retorno al pasado, cuando aquí mandaban la Chevron-Texaco, la
banca norteamericana, el Grupo Militar estadounidense, la embajada
neocolonialista, la CIA y la legión de ecuagringos siempre dispuesta a servir
la mesa del imperio.
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P.D. Le invito
a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no importa si está a favor
o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M.
Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
Twitter: @lufecahe
Magnífico análisis, muy certero además. Entre la horca y la horca, yo decia entre el cancer y el sida
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