mientras la población se acuchilla a sí misma dividida en tribus contrapuestas, mercenarios ávidos de fortuna, políticos de asalto e ilusos demócratas que, a la hora de la verdad, se dan cuenta que apenas han cumplido el rol de idiotas útiles.
Obviamente, el imperio mediático
finalmente cerró su bocaza. Se acabaron los titulares de escándalo, los
fotomontajes, las montañas de mentiras, los discursos triunfales. Unos callan
por conveniencia y algunos también por vergüenza, sin que falten los que cierran
la boca por prudencia, ya que saben que algún día el tribunal de los pueblos
juzgará y castigará los crímenes contra la humanidad cometidos en Libia.
Sin embargo, alguna verdad se filtra, aunque sea débilmente. Por ejemplo, la conocida agencia norteamericana AP (Asociated Press) acaba de informar, 29 de noviembre, lo que sigue: “Libia. Los exrevolucionarios aún retienen a unas 7.000 personas, y algunos supuestamente han sido sometidos a torturas y maltrato, según la ONU. Muchos de los detenidos no tienen acceso a un proceso jurídico…”
He allí lo que sostiene la misma ONU que permitió y santificó el asalto a Libia. Pese a ello, ahora Washington y sus aliados y cómplices presionan para arrancar de la ONU carta blanca para una nueva guerra, esta vez contra Siria, reviviendo el mismo argumento utilizado contra Libia: protección de la población civil y defensa de los derechos humanos, para lo cual organizan un llamado Ejército Sirio Libre y lanzan bandas de terroristas y mercenarios para sembrar el caos, a fin de derrocar al régimen que goza de masivo apoyo popular.
En este caso, el objetivo no es únicamente Siria sino cercar a Irán, su vecino y aliado comercial y militar, invadirlo, crear nuevas bases en Oriente Medio contra Rusia y debilitar la influencia de China en la región, todo con la agresiva participación de la derecha demencial y guerrerista que manda en Israel. Sólo que el asalto a Siria significaría el inicio de la Tercera Guerra Mundial que, mediante una lluvia de bombas nucleares, acabaría con el planeta Tierra y pondría fin a la existencia de la humanidad. Así de simple.
Sin embargo, alguna verdad se filtra, aunque sea débilmente. Por ejemplo, la conocida agencia norteamericana AP (Asociated Press) acaba de informar, 29 de noviembre, lo que sigue: “Libia. Los exrevolucionarios aún retienen a unas 7.000 personas, y algunos supuestamente han sido sometidos a torturas y maltrato, según la ONU. Muchos de los detenidos no tienen acceso a un proceso jurídico…”
He allí lo que sostiene la misma ONU que permitió y santificó el asalto a Libia. Pese a ello, ahora Washington y sus aliados y cómplices presionan para arrancar de la ONU carta blanca para una nueva guerra, esta vez contra Siria, reviviendo el mismo argumento utilizado contra Libia: protección de la población civil y defensa de los derechos humanos, para lo cual organizan un llamado Ejército Sirio Libre y lanzan bandas de terroristas y mercenarios para sembrar el caos, a fin de derrocar al régimen que goza de masivo apoyo popular.
En este caso, el objetivo no es únicamente Siria sino cercar a Irán, su vecino y aliado comercial y militar, invadirlo, crear nuevas bases en Oriente Medio contra Rusia y debilitar la influencia de China en la región, todo con la agresiva participación de la derecha demencial y guerrerista que manda en Israel. Sólo que el asalto a Siria significaría el inicio de la Tercera Guerra Mundial que, mediante una lluvia de bombas nucleares, acabaría con el planeta Tierra y pondría fin a la existencia de la humanidad. Así de simple.
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