Una casa, por hermosa y bien construida que sea, se autodestruye, se llena de polvo y telarañas, es carcomida por las polillas si la vida no bulle dentro de ella, si sus puertas y sus ventanas permanecen cerradas impidiendo la entrada del sol, el aire y el viento. Cabalmente, esto ocurre con la Casa de la Cultura Ecuatoriana, nacida en el fragor popular de la Revolución del 28 de Mayo de 1944, llamada La Gloriosa. Cuando la Casa nació, inspirada en el pensamiento de BenjamínCarrión, lo hizo bajo la influencia ideológica de la izquierda, representada por el Partido Comunista del Ecuador y el Partido Socialista Ecuatoriano. Para entonces y durante los años iniciales, la Casa incorporó en su seno al 90% de los artistas, escritores y científicos del país. 68 años después, menos del 5% de tales creadores pertenece a la institución, lo que demuestra una caída por el despeñadero de la incomunicación con el conjunto de la sociedad ecuatoriana.
Esta marcha del cangrejo, hacia atrás, nos
presenta hoy el panorama de una Casa de la Cultura que camina con muletas y sobrevive
con tanques de oxígeno. ¿Qué ha ocurrido en estas últimas décadas?, ¿Cuáles las
causas determinantes de esta regresión o estancamiento? Son tres,
principalmente: la escasa democracia institucional, el centralismo y el
elitismo. Lo primero se comprueba por el escaso número de miembros, que no
llegan a 3.000, en un país de 15
millones de habitantes, y donde solamente contando las principales ciudades, se
puede ubicar más de 100 mil actores y gestores culturales de toda índole.
Por su parte, el elitismo ha confinado,
tanto a la Matriz como a la mayor parte
de Núcleos provinciales, a una especie de sectas de “cultos”, que practican y gozan de una cultocracia
ajena a la vida nacional y a la propia creación de individuos y comunidades
excluidas de estas cofradías. En cuanto al centralismo, este deriva de un
anacrónico mal de la república, donde Quito y Guayaquil acaparan el poder y los
privilegios de toda índole en desmedro de las provincias, a la vez que las
capitales provinciales lo hacen respecto de los cantones y las cabeceras
cantonales en relación con las parroquias. Por otro lado, la falta de políticas
acertadas hace que valores culturales de gran significación sean menospreciados
o marginados, lo que particularmente se
refiere a los valores de la negritud, de las nacionalidades indígenas y de los
pueblos montubios. Por fortuna hay también
gestos positivos, como el resuelto por la Asamblea en el sentido de
otorgar
al poeta negro Julio Micolta la presea Vicente Rocafuerte, que le será
entregada el martes 17 de julio.
Julio Micolta Cuero |
En todo caso, este panorama deprimente para el
sueño de convertir al Ecuador en una potencia cultural, se revela en nuestros
días en los debates que produce el momento eleccionario que vive la institución
y que culminará el 1 de agosto próximo con la elección de Presidente y
Vicepresidente nacional de la Casa, dado lo cual nadie debería permanecer
indiferente ante este proceso, que es de vida o muerte, donde se juega el porvenir
de una de las más importantes creaciones de la vida nacional.
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